De Dublín a Nueva York, de Maeve Brennan

La cazadora oculta

Por Martín Chiavarino

Aguda observadora de la vida cotidiana, Maeve Brennan nació en Dublín pero escribió toda su obra en Estados Unidos, donde viajó con su familia a mitad de la década del treinta acompañando a su padre, nombrado embajador de Irlanda en Washington. Tras la partida de sus padres se mudó a Nueva York, donde residió hasta su muerte en 1993. Su padre fue un activista perseguido y condenado a muerte tras el levantamiento independentista de 1916, por lo que la política irlandesa tiene un gran protagonismo en los primeros textos de Brennan, hermosos recuerdos de una niñez y adolescencia feliz, primeros cuentos que contrastarán con historias más sombrías sobre la amargura de las mujeres en la trampa del matrimonio. Brennan publicó casi toda su obra, sus cuentos y crónicas en la revista The New Yorker, pero también publicó un cuento y escribió sobre moda en Harper’s Bazaar. Su vida transcurrió en dos etapas, la primera en Dublín, donde residió durante su niñez y adolescencia, y Nueva York, ciudad en la que vivió y trabajo tras el regreso de sus padres a Irlanda, lugar donde produjo toda su obra. Sus formidables habilidades descriptivas fueron plasmadas en breves y precisas crónicas de la vida urbana de Nueva York, ciudad donde también rememoró su vida en Dublín en evocativos cuentos que no tuvieron una publicación en Gran Bretaña e Irlanda. Casi todas las crónicas contenidas en este libro fueron publicadas durante la década del sesenta, etapa de mayor productividad que dará lugar a una época autodestructiva y dramática en la década siguiente para luego desaparecer de la escena pública en la década del ochenta, de la que solo se recopila aquí un texto. Tras su muerte la publicación de la novela La Visita (The Visitor, 2000), escrita en la década del cuarenta pero nunca editada, contribuyó a la recuperación de una escritora tan exquisita como descarnada en su visión del matrimonio y de la vida urbana.

 

Con un estilo narrativo ágil y simple pero profundo y envolvente, Maeve Brennan se adentra en las miserias de sus personajes, analiza los efectos de la muerte de los seres queridos en el comportamiento cotidiano, la alteración de la percepción del tiempo y la sensación de pérdida y vacío que acompaña a las personas durante toda su vida, una vacuidad que toma formas inesperadas en la psiquis. La prosa de Brennan es devastadoramente atractiva e hipnótica en sus cortos relatos influenciados por los recuerdos de su niñez en Irlanda. En base a estos recuerdos Maeve Brennan construye cuentos perfectos llenos de bellas anécdotas, pequeños relatos de gran calidez de un adulto que rememora su niñez con una mirada más jubilosa que nostálgica.

 

El libro está divido en tres partes, los cuentos dublineses escritos y publicados entre principios de la década del cincuenta y principios de la década del setenta, las crónicas de Nueva York, mayoritariamente de la década del sesenta, y un postscriptum que también contiene crónicas publicadas en The New Yorker, donde aborda la idiosincrasia de Nueva York, su gente, sus costumbres y la extrañeza de vivir en una ciudad de contradicciones como toda urbe, tan apasionante como insípida a la vez. Los cuentos a su vez están divididos en tres historias separadas. Los primeros relatos tienen como protagonista a una niña y a una adolescente evocada por una mujer que rememora sobre su pasado en Irlanda con una mirada amable y generosa, atisbos autobiográficos sobre la niñez de Brennan en Dublín y su adolescencia en un instituto católico de monjas irlandés. En el resto de las otras historias Maeve Brennan expone las miserias cotidianas de dos matrimonios que no pueden escapar de los enconos que han construido a su alrededor. Incapaces de destruir los muros de rencor que han creado entre ellos, las dos parejas, Rose y Hubbert y Delia y Martin, descubren de a poco qué les desagrada del otro, al principio tenuemente como una espina que se clava convirtiendo el amor en dolor, hasta que un día un acontecimiento desencadena todo la inquina y el resentimiento contenido, liberando el odio y abriendo un abismo infranqueable. Brennan narra el sufrimiento de las mujeres de una forma realmente brillante, así como la incomprensión de la pareja.

 

Relatos de miserias diarias, personas que no pueden escapar de sus pequeños mundos, tensión sobre algo tan cotidiano como la espera y la llegada de un sofá. Maeve Brennan ahonda en la desesperación del hombre y de la mujer en sus desconsuelos. Entre el miedo a la soledad y el hastío de la compañía, Brennan analiza con gran detalle y profundidad los cambios imperceptibles para uno mismo que la vida impone como heridas que nunca sanan, desde las primeras desavenencias hasta el asentamiento del odio, un profundo rechazo del otro cercano sobre el que se depositan todos los males y problemas de una vida desperdiciada signada por la rutina que moldea una convivencia desabrida.

 

Tanto en la historia de Rose y Hubbert como en la de Delia y Martin, Brennan describe el comienzo jubiloso de la relación, la esperanza, la vulnerabilidad, las ensoñaciones de una vida distinta, hasta el reconocimiento del desamor después de una existencia compartida marcada por acontecimientos traumáticos de los que no se pueden recuperar, como la muerte de un hijo, herida lacerante que destruye por completo la pareja. El arrepentimiento de las duras palabras dichas y de lo nunca expresado, el silencio que reverbera en el tiempo y la mente, los sentimientos encontrados ante los hijos que se van, los férreos muros que se abren entre las parejas, la convivencia con el extrañamiento ante un ser al que se conoce demasiado y a la vez se desconoce por completo y los secretos que las parejas se llevan a la tumba exponen una vulnerabilidad narrativa construida con cada oración.

 

Maeve Brennan construye escenas vívidas y dolorosas, pero también de bellas descripciones, con un vocabulario preciso que invoca personajes, acciones y lugares con sumo detalle. Recuerdos de la felicidad del pasado en la amargura del presente son la base de unos cuentos donde el amor y la rutina se van entrelazando en narraciones descarnadas sobre el matrimonio para proponer que el cariño debe encontrar los canales de expresión para prosperar, florecer y no marchitarse.

 

Con un acento en los pensamientos interiores y las cavilaciones, la escritora irlandesa logra un estilo profundo y devastador que indaga sobre la condición humana, el patriarcado, la maternidad y la relación entre el hombre y la mujer desde un lugar tan cálido como inquietante. Brennan invita en estas historias a reflexionar sobre una nueva de forma de amar, de dar cariño y de relacionarse, una forma novedosa para la época de concebir el matrimonio que supere la alianza de dos seres que se autodestruyen para proponer una unión que potencie.

 

En sus crónicas de Nueva York Brennan crea narraciones breves y precisas, colmadas de descripciones y detalles que descubren una ciudad en ebullición, llena de emociones encontradas que se mezclan en una danza urbana sobre el habitar y la cotidianeidad de pasear, sentarse a tomar algo en algún restaurant o leer el New York Times. Estas crónicas son postales de una Nueva York escondida a plena vista, pequeños momentos capturados por una observadora casual pero avezada que vislumbra una historia oculta en medio del caos. Nueva York emerge aquí como una ciudad agitada, ruidosa, sucia y descuidada, pero deslumbrante. Esquiva pero seductora, atrapante pero sin ser encantadora ni alegre. Entre el glamour de Broadway y su costado trémulo y evanescente, Brennan narra la desaparición de las edificaciones del Siglo XIX y principios del Siglo XX para dar lugar a los nuevos espacios de oficinas corporativas más modernas. Sus crónicas muestran la desaparición de una ciudad y el surgimiento de otra, la destrucción del pasado que da lugar al futuro en un espacio urbano en perpetua ebullición.

 

Amante de los bodegones, los buenos hoteles y los gatos, Brennan describe los lugares en los que vive y frecuenta para trazar un análisis clínico de una metrópoli donde los felinos buscan comida en los estacionamientos que otrora fueran frondosos jardines en una alegoría sobre los cambios constantes de unas calles que parecen siempre las mismas pero son siempre completamente distintas. Desde la filmación de películas con Elizabeth Taylor o Julie Andrews, o estrellas de cine abordadas por fanáticos en las calles que buscan atesorar un autógrafo de alguien que vive en un mundo de ilusiones, o en la realidad de las marchas de estudiantes secundarios contra la Guerra de Vietnam, Brennan reconstruye las contradicciones de una ciudad en movimiento perpetuo y señala la alegría de una juventud que se idealizaba como motora de un cambio drástico y revolucionario, la esperanza de un futuro mejor ante la cruda realidad de una ciudad cooptada por las corporaciones que la devoraban convirtiéndola en una gran oficina que expulsa con sus precios y costos a los trabajadores, a la clase media y a cada persona que no pudiera mantener el paso de una transformación urbana cada vez más acelerada.

 

Estas crónicas se publicaron entre 1953 y 1968 en la sección The Talk of the Town del prestigioso periódico The New Yorker bajo el seudónimo The Long-Winded Lady, con la excepción de algunas notas del postscriptum, pero la mayoría fueron escritas y publicadas en la década del sesenta por una brillante escritora que construyó una mirada propia sobre el mundo con una prosa tan ágil como profunda.

 

De Dublín a Nueva York, de Maeve Brennan, antología que contiene casi toda la obra de la irlandesa, fue traducida maravillosamente por Isabel Núñez y publicada por la editorial Malpaso Ediciones en una bella y cuidada edición en tapa dura para atesorar a una escritora admirada por Alice Munro y Truman Capote, quien por cierto se inspiró en ella para el personaje de Holly Golightly en Desayuno en Tiffany’s (Breakfast at Tiffany’s, 1958).

 

De Dublin a Nueva York, de Maeve Brennan, Malpaso Ediciones, 2019.