Barrett Martin es definitivamente uno de los mejores bateristas que hayan salido de Seattle. Comenzó su carrera hace mucho tiempo tocando en oscuros clubes para una horda de leñadores con Skin Yard, quienes también constituyen el “ground zero” del grunge. Aquella banda estaba conformada por Ben McMillan (fallecido en 2009) y Jack Endino, productor de Mudhoney y Soundgarden. Martin es poseedor de un CV muy diverso y casi interminable. Fue baterista de Screaming Trees desde 1991 hasta su fin en 2000. Grabó en el efímero pero no por eso menos importante disco Above (1995), de Mad Season. Hacia finales de los años 90 comenzó su proceso experimental con la mega banda Tuatara, integrada por miembros de REM, The Minus 5, Critters Buggin, The Chills y Screaming Trees. Reemplazó a Bill Berry en la gira de Up (1998) de REM y aportó percusión en el legendario Rated R (2000) de los Queens of the Stone Age.
Pero hagamos un flash forward a 2018 donde nos cuenta sobre la influencia musical de los lugares que visitó, la edición de su primer libro, The Singing Earth (2017), su inspiración, sus viajes por Sudamérica (sobre todo por Perú y Brasil), su amistad con el brasileño Nando Reis y hasta su ocupación como docente de música en Seattle. Y como si fuera poco, el 22 de febrero último salió su nuevo disco solista vía su propio sello, Sunyata Records, el cual además de editar los trabajos de Martin también lanzó el disco póstumo de Screaming Trees en 2011. Hablamos de su sexto álbum con Barrett Martin Group para ser más precisos, bautizado Transcendence, que cuenta con innumerables invitados, desde Peter Buck hasta Dave Catching, y como frutilla del postre tenemos la producción de Jack Endino. Este 2018 lo va a mantener ocupado con un poco más de gira y con el lanzamiento de un segundo disco listo para la segunda mitad del año.
La verdad es que me gustaría empezar por lo último: hace poco grabaste con Nando Reis, músico brasileño ex miembro de una de las bandas más convocantes de nuestro vecino país, Titãs, quienes hasta han obtenido un Grammy. ¿Cómo empezó tu relación con él?
Lo he conocido por casi 20 años y toqué en todos sus discos como solista. El primero fue en el año 2000. Este último disco (Jardim-Pomar, 2016) lo grabamos con un montón de músicos originarios de Seattle, desde Mike McCready hasta Peter Buck. Fue producido por mí, fui responsable de la percusión y finalmente lo mezclamos con Jack Endino. Tiene elementos de rock clásico, jazz y referencias a la música brasileña, también con un gran foco en lo percusivo. Aunque lo más sorpresivo fue que el disco ganó un Grammy Latino (Mejor Álbum Alternativo en Portugués).
¿Cuál es tu inspiración a la hora de componer?
Escribo mucha música acá en mi casa. Toco el piano, marimba. Básicamente trato de escribir música con mis recursos, utilizo mucho la percusión. Y al mismo tiempo reflexiono cómo me siento frente al mundo, la política, la naturaleza, etc. Me gusta la idea de que la gente que escucha las canciones cree sus propias historias.
Teniendo en cuenta que tu libro The Singing Earth compila tus experiencias musicales recorriendo el globo, ¿cómo es tu relación con Sudamérica?
Desde el 2000 que voy a Brasil y he ido puntualmente en cuatro diferentes ocasiones. Estuve en Amazonas, Perú, Cuba. Y siempre estuve en contacto con artistas de allí. Con mi banda de jazz tal vez vayamos a Argentina. Llegué a la frontera de Argentina: eso fue lo más cerca que estuve de ustedes (risas). Toqué con Nando Reis y fui de gira con él durante tres meses. Incluso estuve viviendo en Río de Janeiro, desde septiembre hasta diciembre de 2016.
Es una pena que no hayamos tocado más pero creo que tiene que ver con un tema económico, ya que para los músicos que viajamos muchos kilómetros sirve solamente tocar en las grandes ciudades. He tocado en casi todo el mundo, me faltan muy pocos lugares y creo que puedo decir con seguridad que una de las mejores audiencias está localizada en esta parte del mundo, creo que en Sudamérica a la gente le encanta la música “en vivo”, ¿entendés lo que digo? La gente acá en Estados Unidos está muy acomodada y tal vez ni va a los shows. Y por eso me gusta tanto tocar fuera de mi país.
Considerando que es imposible no asociarte con la escena grunge, ¿nos podrías contar de tu proyecto con Mike McCready (Pearl Jam) y Duff McKagan (Guns N’ Roses), con los cuales has formado una nueva banda, The Levee Walkers? ¿Cómo se dio esa relación?
Es fácil, todos crecimos juntos. Mike y Duff fueron a la secundaria juntos. Y yo personalmente los conozco desde hace 25 años. La dinámica es la siguiente: trabajamos con distintos cantantes, por ahora tenemos dos temas, lo pensamos como si fuera un vinilo de siete pulgadas para no tener que grabar un álbum completo. Al menos tenemos algo para presentar. Grabamos con la cantante colombiana Raquel Sofía la canción El Viento, así que tenemos una canción en español… hay más gente que habla español que inglés, por eso nos pareció una buena idea grabar un tema con ella.
¿Qué te parece cuando se menciona la nostalgia? ¿Hasta dónde es un elemento importante y cuándo es un producto al cual se está recurriendo en demasía?
Mirá, yo no estoy navegando en la nostalgia, respeto mucho lo que hice en el pasado: Mad Season, Screaming Trees y Skin Yard. La música evoluciona, también. Creo que va de la mano con un progreso espiritual. La música instrumental puede ser sofisticada; experimentar y el hecho de poder jugar con ella es algo muy enriquecedor. Este año pude trabajar con una banda de Gales que tiene un sonido cercano al blues. O sea, cuando produzco una banda de rock no todo es cien por ciento rock. Por ahí hay canciones que tienen una onda jazzera. Hay que encontrarle otro matiz a la música. Al mismo tiempo te puedo decir que estoy muy orgulloso de Dust (1996), de Screaming Trees, es un disco muy bello. Tocar con tantas bandas me enseñó mucho. Pero el objetivo es siempre mirar adelante. Estudié música y tocar rock and roll es lo que me sale por instinto pero también te lleva a otros lugares y Tuatara fue como el primer paso para entender lo que estoy haciendo ahora.
1998 fue un año que te tuvo muy ocupado, además en ese momento te encargaste de tocar la batería en REM…
Exacto, en la gira de 1998, la correspondiente al disco Up. La verdad es que me encargué de la batería y de otros instrumentos. Fue un gran momento. Reemplazar a Bill Berry fue mucha responsabilidad.
Trabajaste como profesor de música en algunas escuelas de Seattle, ¿cómo surgió eso?
Tengo una licenciatura en música, no solamente en percusión y baterías. Asimismo estudié antropología y etnomusicología. Trabajé como docente por siete años, estoy especializado en estudios culturales sobre la música. Siempre me gustó, considero que la docencia es una tarea fundamental, reside en la búsqueda de información. El trasfondo de cómo preparar una materia o una clase hasta se podría decir que es parecido al de sacar un disco, ya que el resultado lo vas a estar presentando frente a un montón de gente. Por lo tanto, es crucial que haya una visión clara de ello. Y para enseñar adopté el método de Paulo Freire. Para aquellos que no lo conocen o no tienen mucha información, es un filósofo y educador brasileño extraordinario.
Para finalizar la entrevista, el músico afirmó que en Transcendence se pueden encontrar elementos con un sonido que remite a la música de Lalo Schifrin, un gran músico argentino conocido por su infinidad de participaciones en bandas de sonido alrededor del globo. Pueden escucharlo y decidir por sí mismos: Transcendence (Sunyata Records/ Sony Global), de Barrett Martin Group, está disponible desde el 22/02/18 en vinilo y en todas las plataformas digitales.