Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind

La efervescencia del piano

Por Emiliano Fernández

Miembro de aquella ilustre camada de músicos de la década del 50 que grabaron para la mítica Sun Records de un Sam Phillips que ya había trabajado con B.B. King y Howlin’ Wolf, un seleccionado que incluye a gente de la talla de Elvis Presley, Roy Orbison, Carl Perkins y Johnny Cash, Jerry Lee Lewis (1935-2022) tuvo una carrera demasiado extraña porque apenas grabó sus primeros hits para la compañía discográfica aludida, sobre todo los himnos Whole Lotta Shakin’ Goin’ On (1957) y Great Balls of Fire (1957), e incluso lanzó su primer álbum, Jerry Lee Lewis (1958), todo pronto se vino abajo cuando se descubrió que estaba casado desde 1957 con su prima de 13 años, Myra Gale Brown, una de sus siete esposas que le dio dos vástagos y que solicitaría el divorcio en 1970 por adulterio y abuso psicológico y físico. En el mismo momento en el que la prensa y buena parte del público pensaban que podría reemplazar a Presley o por lo menos igualarlo en fama, Lewis sufrió el escándalo de turno y nada pudo hacer para escapar de la condena comunal, algo que incluye sus explosivos shows televisivos y sus cameos en un par de películas de la época, Jamboree (1957), de Roy Lockwood, y High School Confidential (1958), de Jack Arnold. El señor, en esencia un profeta del rockabilly especializado en covers y en actuaciones furiosas en vivo enmarcadas en el arte de patear la banqueta, subirse al piano, prenderlo fuego y/ o tocar el teclado parado y con los puños, los codos, los pies o el trasero, no pudo editar otro LP valioso hasta Live at the Star Club, Hamburg (1964), sin duda uno de los discos en directo más incendiarios de la historia del rock and roll, y un trabajo viable a nivel comercial hasta Another Place, Another Time (1968), suerte de álbum de regreso con volantazo artístico incluido que lo hizo saltearse su condición de “paria rockero” -situación agravada por los cambios históricos y musicales a raíz del hippismo y la contracultura- y recaer en el terreno del country modelo aguerrido o honky-tonk, otra de sus facetas de los inicios profesionales.

 

El resto del derrotero de Jerry Lee se divide entre por un lado su agitada vida privada hecha pública, combo que abarca sus adicciones al alcohol y las pastillas, sus delirios cristianos esporádicos, sus múltiples affaires con señoritas que luego lo detestaban, su generosa deuda con el Servicio de Impuestos Internos de los Estados Unidos (Internal Revenue Service o IRS), aquel balazo suyo aparentemente accidental que pegó en el pecho de su bajista Butch Owens, quien de milagro sobrevivió al suceso, y su hilarante arresto de 1976 en la puerta de Graceland, la mansión y rancho de Elvis, en estado de ebriedad y portando un arma, y por el otro lado su trayectoria en esa industria musical tan cambiante y rica de las postrimerías del Siglo XX, un panorama que va desde su catarata de álbumes olvidables volcados al country, pasa por sus regresos fallidos al rock de los 60, léase The Return of Rock (1965) y Memphis Beat (1966), y de los 70, The Killer Rocks On (1972) y Jerry Lee Keeps Rockin’ (1978), y finalmente decanta en una especie de aceptación de su impronta vintage/ oldie/ veterana y su personalidad bipartita -nuevamente amalgamando el rockabilly y el country más hardcore- en ocasión de las placas Jerry Lee Lewis (1979) y When Two Worlds Collide (1980), una estrategia que se extendería a su recordada trilogía de trabajos del final de su carrera en calidad de duetos o con múltiples invitados que lo vitorearon en vida, hablamos de los exitosos Last Man Standing (2006), Mean Old Man (2010) y Rock and Roll Time (2014), amén de diversas anomalías como The Session… Recorded in London with Great Artists (1973), intento demacrado de grabar con músicos europeos como Peter Frampton, Mick Jones, Rory Gallagher, Albert Lee, B.J. Cole y Klaus Voormann, Southern Roots: Back Home to Memphis (1973), un cuasi experimento de corte soulero y rhythm and blues, y sus dos discos con sus colegas de Sun Records, la placa en vivo The Survivors (1982) y una afable aventura de estudio, Class of ’55: Memphis Rock & Roll Homecoming (1986).

 

Si uno no supiese que Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind (2022), debut en solitario de Ethan Coen luego de la separación de su hermano Joel después de The Ballad of Buster Scruggs (2018), es una home movie construida durante la pandemia del coronavirus por parte del director y su esposa/ editora Tricia Cooke, quienes recibieron el encargo de los productores Mick Jagger y T-Bone Burnett de crear un film en homenaje a Lewis por su fallecimiento a la edad de 87 años debido a una neumonía que fue precedida por un derrame cerebral en 2019, tranquilamente se podría inferir que la propuesta que nos ocupa es uno de los tantos documentales en primera persona que viene entregando el mainstream fundamentalmente a partir de un enorme volumen de material de archivo que puede o no -en esta ocasión, no- incluir entrevistas nuevas a los protagonistas o a su círculo cercano de familiares, amigos, colegas, colaboradores y conocidos, pensemos para el caso en películas que analizaron a figuras de alto perfil de la industria cultural como Listen to Me Marlon (2015), de Stevan Riley, Maria by Callas (2017), de Tom Volf, Elvis Presley: The Searcher (2018), de Thom Zimny, Pavarotti (2019), de Ron Howard, Zappa (2020), de Alex Winter, Val (2021), de Leo Scott y Ting Poo, Moonage Daydream (2022), de Brett Morgen, Sly (2023), otra de Zimny, Catching Fire: The Story of Anita Pallenberg (2023), de Alexis Bloom y Svetlana Zill, y la muy reciente The Beach Boys (2024), de Frank Marshall y ese prolífico Zimny. Realizada antes de Drive-Away Dolls (2024), desastrosa ópera prima ficcional de Ethan que sinceramente lo puso en vergüenza como realizador sin el amparo de Joel, pero estrenada después por problemas para conseguir un acuerdo de distribución mundial vía streaming, Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind funciona como un bello collage de recitales, entrevistas televisivas y algunos aportes documentales ajenos que en su conjunto construyen el quid identitario del pianista y cantante obviando en gran medida el marco cronológico estándar.

 

Coen y Cooke no le escapan del todo a ese costado pederasta, alcohólico y drogadicto del pionero del rock and roll, algo que también arrastraron sus admirados Chuck Berry y Little Richard y que fue romantizado en una biopic muy light o poco realista, Great Balls of Fire! (1989), aquel film de Jim McBride con Dennis Quaid como Jerry Lee y Winona Ryder en el rol de su prima/ esposa de 13 añitos, Brown, sin embargo la película se concentra mucho más en las majestuosas presentaciones en vivo de este showman/ chamán todo terreno y deja en un segundo plano, de hecho en el terreno de lo que en el periodismo se denomina “notas de color”, su devenir íntimo, al que suele tratar con la ironía y la distancia analítica del masoquista que no puede rehuir de sus compulsiones, aquí tanto un comportamiento autodestructivo o demencial, ese que lo llevó a tener que internarse en un hospital por su estómago perforado, como un trasfondo familiar bizarro que incluye la presencia de sus dos primos varones más famosos, el televangelista Jimmy Swaggart y el músico y vocalista de country Mickey Gilley, este último célebre por su relectura del clásico Stand by Me (1961), de Ben E. King, para el film Urban Cowboy (1980), de James Bridges, y el primero foco de sucesivos escándalos por su conexión con prostitutas y su grotesca e hipócrita campaña de odio en los 80 en contra del heavy metal y sobre todo Iron Maiden. Si bien no ofrece nada nuevo en materia de alguna pista que permita comprender mejor la ciclotimia del señor, el cual consideraba que el rock invoca a Satanás, que el country lo remitía a sus raíces en la white trash sureña y que el góspel y la música religiosa en general le ofrecían un bálsamo cercano a un cuasi exorcismo artístico, el documental sirve como una apología cariñosa que celebra la música y el talento escénico de Lewis sin sermonearnos en relación a defectos ya largamente explorados en el pasado, en todo caso el opus vincula la efervescencia del piano con la serie de demonios psicológicos y prosaicos que marcaron su paso por este mundo…

 

Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind (Estados Unidos, 2022)

Dirección y Guión: Ethan Coen. Elenco: Jerry Lee Lewis, Elvis Presley, Roy Orbison, Carl Perkins, Johnny Cash, Tom Jones, Little Richard, Myra Gale Brown, Mickey Gilley, Jimmy Swaggart. Producción: Mick Jagger, T Bone Burnett, Steve Bing, Peter Afterman y Victoria Pearman. Duración: 74 minutos.

Puntaje: 7