La periodista española residente en Berlín Carolina Velasco encaró la difícil tarea de entrevistar a una gran cantidad de músicos para su obra, pero no estamos hablando de artistas mainstream como Travis Scott, Coldplay o Blood Orange, ni de las últimas estrellas taquilleras que están en todas las plataformas y algoritmos, Spotify, Tidal o Apple Music. Tour Vértigo (2018) reúne relatos que se pueden leer como crónicas que comparten las mismas premisas, los avatares de la vida en el camino y la titánica tarea de convertir el oficio en una profesión redituable, labores hoy cada vez más arduas para el artista independiente y autogestivo.
Editado por Libros Walden, el volumen compila relatos en primera persona que incluyen entrevistas al multi instrumentista Alexander Hacke, miembro de la legendaria agrupación alemana Einstürzende Neubauten, el prolífico cantante y artista visual Alan Vega, de Suicide, y hasta el cantante y músico Ian Mackaye, de los estruendosos y únicos Minor Threat, Fugazi y actualmente Coriky. Ellos componen un muestrario de una búsqueda de la voz del músico independiente que intenta crear su camino fuera del control discográfico.
El texto de Velasco plantea la deconstrucción del imaginario social que circula alrededor de la música rock y su exageración bajo el rótulo de “estrella de rock”. En lugar de excesos lo que prima es una extenuante procesión de prensa y difusión, un proceso creativo muchas veces rutinario y un doloroso post-show que no siempre termina como una calurosa cena entre amigos, sino más bien con un sombrío ritual de camarín que se repetirá en algún cuarto frío en alguna ciudad remota, una y otra vez.
Tour Vértigo es un libro de perfiles de singulares personajes que contiene anécdotas imperdibles del malhumorado Hacke recriminando a la autora sobre la modalidad de la entrevista cara a cara, la inseguridad de Jamie Stewart, de Xiu Xiu, a la hora de leer reseñas de su banda, o la sorprendente mesura de Colin Newman, de los icónicos Wire, padres del post punk, que reconoce que dar entrevistas y girar por el mundo es parte de la cotidianeidad del músico de rock.
Aquí Carolina Velasco se explaya sobre sus gustos musicales, las motivaciones de turno y lo que une a todos estos artistas de distintos géneros que se encuentran en este maravillo libro destinado a los amantes de la música, los recitales en vivo y la vitalidad del rock.
-¿Cuál es tú primer recuerdo musical?
-Supongo que como todo el mundo, mis recuerdos musicales están asociados a lo que se escuchaba en casa. Mi padre, sobre todo, es muy melómano y escuchaba mucho jazz y música clásica, pero mi abuelo materno también nos ponía mucha música y no recuerdo un viaje en coche sin ir escuchando la radio o algún cassette. También crecí en una época en la que en la televisión española había muchos programas de música, y uno de los programa infantiles más populares, La Bola de Cristal, estaba presentado por Alaska y por allí pasaron casi todos los grupos de la movida.
-Pasando al libro me gusta que te hayas tomado el tiempo de documentar meticulosamente músicos de bandas tan disímiles como Black Dice, los noise rockeros de Wolf Eyes y Alexander Hacke de Neubauten, hasta Ian Mackaye, probablemente el último emblema en eso de ser cien por ciento independiente y su indeleble actitud DIY. ¿Cuál fue el denominador común en tú investigación y el nacimiento de Tour Vértigo?
-Me interesaban los grupos que no tienen un equipo detrás que les hace todo el trabajo, porque antes de escribir el libro pasé muchos años entrevistando a artistas y también pinchando en un club de Madrid (el Barbarella, en la sala Nasti), y lo que yo veía a diario no tenía nada que ver con toda la imaginería del sexo, drogas y rock and roll que nos han vendido. Cuando entrevistaba a un grupo normalmente venía de estar cada día en una ciudad distinta, sin tiempo siquiera de descansar. Promo por las mañanas, pruebas de sonido por la tarde, concierto, viaje y vuelta a empezar; y los grupos que veía tocando en el club solían tener que cargar y descargar su propio equipo. No hay nadie detrás que los ayude, así que me interesa ese tipo de grupo, el que ha tenido que buscarse la vida para producir un disco, salir de gira, dormir en la camioneta y a la vez mantener la ilusión por lo que hacen.
-Una vez que terminaste las entrevistas, ¿cuáles fueron tus primeras impresiones de todo el material que tenías en crudo y cómo pudiste hacer el filtro para que tenga un hilo narrativo?
-La impresión más fuerte es la dedicación absoluta de todos a su carrera musical, aunque no les reporte muchos beneficios. También me impresionó la tremenda soledad por la que parecen pasar muchos, da la impresión de que muchos pasan buena parte de su carrera aislados. Para el filtro tuve que leer y releer todas las entrevistas, organizarlas, contrastarlas. Fue llamativo descubrir que grupos que están artísticamente en las antípodas tienen en cambio mucho en común en la forma de entender su vida o las giras o el proceso creativo.
-Tour Vértigo es una fotografía de lo que venía sucediendo en la música a principio del milenio ya que aún no hay mucho que esté registrado en papel, y mucho menos en español, de bandas como Animal Collective, Deerhoof, Glass Candy o Wolf Eyes. ¿Es algo qué cuando estabas terminando el libro analizaste?
-En realidad, no. Uno de los criterios que seguí a la hora de seleccionar los grupos era que los hubiera visto en directo o los hubiera seguido, pero ni entonces ni ahora me lo planteaba, me interesaba más bien contar lo que no suele contarse.
-Das cuenta de que ahora el músico tiene varias aristas, está él que graba, él que compone, el que se encarga de las cuentas… humanizas demasiado a esa estrella de rock que se distanciaba de su público como David Bowie en Ziggy Stardust, ¿Crees que ese formato de estrella de rock ya está prácticamente acabado?
-Sí, está acabado. Hasta las redes sociales exigen un acercamiento al público. La puntilla definitiva ha sido el COVID. Sin la posibilidad de salir de gira, el modelo de estrella de rock que sale al escenario entre gritos de adoración ha quedado definitivamente obsoleto. Raro es el artista que no nos ha enseñado el salón de su casa y que no ha mostrado un lado más humano.
-¿Qué artistas españoles podrías recomendar a nuestros lectores? En Argentina y Sudamérica aún quedan vestigios de la primera ola del rock en español de la década de los 80 y algunas bandas de los 90 que sobreviven como Le Mans y La Buena Vida. ¿Qué podrías decirme de la escena musical española actual?
-Llevo ya siete años en Berlín, así que no estoy tan al día como cuando vivía allí. Antes bastaba con hablar con los amigos, ir a un bar o fijarse en los carteles de los conciertos para enterarse de todo, así que aclaro antes que no tengo el conocimiento de lo que se cuece ahora en España que tenía hace 10 años. Sigue habiendo grupos que hacen un indie clásico, como Carolina Durante o Melenas, pero la escena que más me interesa es la que está relacionada con la música urbana, que empezó haciendo música en su habitación y con un ordenador y más ganas que medios. La Zowi, por ejemplo, ha sacado uno de los discos más interesantes de este año, Rebe también es una artista que descubrí hace poco y que me sorprende mucho, o Albany, que lo mismo te hace un tema para perrear que para llorar. Para los amantes de la electrónica tengo que recomendar a Le Parody, que tiene un sonido muy único. En general creo que es un buen momento. La duda es qué va a pasar con el coronavirus, porque muchos artistas viven sólo de la música en directo y esa fuente de ingresos ha desaparecido con la pandemia.