Los Roses (The Roses)

La intensidad desapareció

Por Emiliano Fernández

De la mano de la inmunda Los Roses (The Roses, 2025), trabajo de Jay Roach con Benedict Cumberbatch y Olivia Colman, otra vez Hollywood entrega una versión para descerebrados de una película valiosa, en este caso La Guerra de los Roses (The War of the Roses, 1989), neoclásico dirigido por Danny DeVito y protagonizado por Michael Douglas y Kathleen Turner sobre la destrucción de un matrimonio burgués que desde su título citaba a la Guerra de las Rosas (1455-1487), un conflicto de dinastías de Inglaterra durante la Edad Media que a su vez ya había sido aludido en la novela homónima de 1981 de Warren Adler. Desde el vamos queda de manifiesto que la pareja protagónica no tiene el atractivo de antaño, carece de verdadera química y resulta estereotipadamente británica hasta el nivel de lo anodino, más allá del talento actoral de Cumberbatch y Colman y sin que intervenga una auténtica justificación para cambiar la nacionalidad por fuera del turismo simbólico más caprichoso. La obra está saturada de diálogos autoconscientes sin un gramo de naturalidad, astucia o gracia, panorama al que se agregan personajes caricaturescos, una serie de clichés en torno a las diferencias culturales entre los ingleses y los yanquis y una exasperante impaciencia narrativa que para colmo no lleva a ningún lado, avanzando de manera atolondrada hacia la nada misma. En este sentido la progresión de menor a mayor del film original, vinculada al conflicto matrimonial de fondo y aquella amalgama maravillosa de commedia all’italiana, grotesco, parodia social, screwball comedy y humor negro, ahora es reemplazada por el trazo grueso del Hollywood actual y su obsesión con esos latiguillos/ catalizadores burdos que conectan las secuencias del modo más cutre o bobo posible, banalizando la experiencia.

 

El guión timorato y muy poco inspirado está firmado por el australiano Tony McNamara, aquel de la excelente La Favorita (The Favourite, 2018), epopeya de Yorgos Lanthimos, y una retahíla de propuestas fallidas que incluye Cruella (2021), de Craig Gillespie, Pobres Criaturas (Poor Things, 2023), otra de Lanthimos, y un par de obras que dirigió el propio McNamara, La Furia en Placid Lake (The Rage in Placid Lake, 2003) y Ashby (2015). Theo Rose (Cumberbatch) ya no es un abogado de las corporaciones sino un arquitecto y su esposa, Ivy Rose (Colman), se abre camino como chef y no como la dueña de una empresa de catering, ambos en el prólogo concurriendo a una psicóloga especializada en terapia de pareja, Janice (Belinda Bromilow), a posteriori de mudarse de Londres a Mendocino, en California, y de engendrar dos hijos, Hattie (Hala Finley y Delaney Quinn) y Roy (Wells Rappaport y Ollie Robinson). El reglamentario racconto deja en claro que los problemas empiezan cuando él se ve obligado a quedarse en el hogar y criar a los purretes porque una tormenta destroza su proyecto más ambicioso, un museo de historia naval, mientras que ella contempla con asombro el despegue de su restaurant después de que una crítica culinaria, Sylvia (Caroline Partridge), se presentase en el lugar a raíz de la misma debacle climática. Ivy pronto se siente excluida de la familia, con su marido transformando a los vástagos en atletas, y Theo envidia el éxito de su esposa, lo que genera un conflicto e intentos varios de reconciliación como un viaje a Nueva York, la terapia señalada y la compra de un terreno para que el arquitecto diseñe la casa de sus sueños, sin embargo el divorcio de turno resulta inevitable cuando los hijos son aceptados en la Universidad de Miami vía becas deportivas.

 

Aquel amigo y colega del protagonista masculino en la piel del mismísimo DeVito, Gavin D’Amato, es reemplazo por un par de parejas amigas de nuestra dupla, esa de Barry (Andy Samberg) y Amy (Kate McKinnon) y aquella otra de Rory (Jamie Demetriou) y Sally (Zoë Chao), y Theo en esta oportunidad tiene de abogado a Barry y su esposa a una tal Eleanor (Allison Janney), arpía hiper agresiva que se aparece en la negociación con un rottweiler. Hoy se retoma el leitmotiv del negocio rosa alimenticio haciéndole sombra a la efigie del macho proveedor como pater familias clásico, no obstante el humanismo y la intensidad cómica de antaño desaparecieron y sólo queda el problema estándar de tantas realizaciones posmodernas, hablamos de personajes odiosos encarados desde el cinismo o la impostura más baladí. La hilarante sirvienta alemana de 1989 brilla por su ausencia, Susan (Marianne Sägebrecht), pero por supuesto no faltan las mascotas de marketing en un nuevo gesto de corrección política trasnochada que ya no le importa a nadie, en pantalla un negro maricón y una hindú que tiene sexo en el trabajo, Jeffrey (Ncuti Gatwa) y Jane (Sunita Mani), los empleados hiper forzados de Ivy en su restaurant. La película falla en simultáneo como retrato farsesco de la descomposición de un proyecto de vida en común y como semblanza pretendidamente seria alrededor de las diferencias que conducen hacia la crisis terminal de esta pareja de veteranos, en este sentido los focos de conflicto son diversos aunque no se exprime discursivamente ninguno, en línea con el dinero, el devenir profesional, los hijos, el sexo, la idiosincrasia, el cariño y la credibilidad social de cada cónyuge en un mundillo de clase media/ alta donde la opinión del resto se sobrevalora, al igual que las apariencias.

 

Si bien la idea crucial de fondo pasa por señalar que la culpa es compartida en este declive romántico, en términos concretos se la achaca a la mujer idiota y egoísta de turno lo que antes se le achacaba al hombre idiota y egoísta de turno, eso de privilegiar la faceta pública/ laboral por sobre la familiar hasta que ya es tarde y todo gesto por recuperar a la parentela cae en saco roto o quizás en el patetismo del desesperado, además se alarga muchísimo la introducción previa al punto de supuesto “estallido” de una guerra que no es tal porque todo queda en lo moderado e insípido, sin nada particularmente memorable en materia de la batalla campal matrimonial de antaño. Más que una parábola acerca de las desigualdades universales entre los miembros de la pareja, sobre todo en cuanto al temperamento y los proyectos o perspectivas de cada uno, en esta ocasión nos topamos con un intento ineficaz de analizar el narcisismo burgués y toda su autocomplacencia, por ello el episodio new age de la ballena rescatada por Theo es impresentable, se descarta la opción de incluir alguna infidelidad en la licuadora, la pelea por la casa no está aprovechada al máximo -de hecho, se relega a un montaje sucinto lamentable- y encima aquella lámpara de araña del genial desenlace del opus de DeVito aquí apenas si tiene un cameo, secuencia sustituida por un remate con un incendio casual/ accidental que exuda mediocridad y ni siquiera se muestra en pantalla, cobardía retórica mediante. McNamara, desligándose tanto del libro de Adler como de la película previa sin ofrecer nada seductor a cambio, no es el único responsable de la catástrofe porque el estadounidense Roach tampoco sabe qué demonios hacer con la historia y destila torpeza sin cesar, por cierto -al igual que el guionista- artífice de un único opus interesante, Regreso con Gloria (Trumbo, 2015), sobre el legendario Dalton Trumbo (Bryan Cranston), responsable de la eliminación a principios de los años 60 de la caza de brujas anticomunista en el mainstream y del Código Hays de autocensura hollywoodense, ya que el resto de su producción artística deja mucho que desear, algo que va desde las franquicias que empezaron con Austin Powers (1997) y La Familia de mi Novia (Meet the Parents, 2000) hasta una andanada de trabajos fallidos como Alaska Ardiente (Mystery, Alaska, 1999), Una Cena para Tontos (Dinner for Schmucks, 2010), Locos por los Votos (The Campaign, 2012) y El Escándalo (Bombshell, 2019), su otra incursión en el drama histórico además de Regreso con Gloria, ahora sirviéndose de una faena acerca de las denuncias de acoso sexual contra Roger Ailes (John Lithgow), el excrementicio CEO de Fox News, cadena que desde los 90 encarna los intereses fascistoides en yanquilandia…

 

Los Roses (The Roses, Estados Unidos/ Reino Unido/ Australia, 2025)

Dirección: Jay Roach. Guión: Tony McNamara. Elenco: Benedict Cumberbatch, Olivia Colman, Andy Samberg, Kate McKinnon, Allison Janney, Belinda Bromilow, Sunita Mani, Ncuti Gatwa, Jamie Demetriou, Zoë Chao. Producción: Jay Roach, Ed Sinclair, Michelle Graham, Leah Clarke, Tom Carver y Adam Ackland. Duración: 105 minutos.

Puntaje: 2