El Fugitivo (The Fugitive)

La ley, lejos de la justicia

Por Emiliano Fernández

Desde la década del 80 hasta el presente Hollywood se ha hecho un festín con el facilismo comercial de llevar a la gran pantalla series televisivas de mayor o menor popularidad que han sabido capturar distintos aspectos de su tiempo y/ o el caprichoso interés del público, pensemos en las primigenias Al Filo de la Realidad (Twilight Zone: The Movie, 1983), de Steven Spielberg, Joe Dante, George Miller y John Landis, Amos del Universo (Masters of the Universe, 1987), de Gary Goddard, y Antes del Amanecer (Tales from the Darkside: The Movie, 1990), de John Harrison, y en la catarata de bodrios recientes de nunca acabar, uno sinceramente peor que el otro, en línea con Los Ángeles de Charlie (Charlie’s Angels, 2000), de Joseph McGinty Nichol alias McG, El Superagente 86 (Get Smart, 2008), de Peter Segal, Brigada A (The A-Team, 2010), de Joe Carnahan, Comando Especial (21 Jump Street, 2012), de Phil Lord y Christopher Miller, El Llanero Solitario (The Lone Ranger, 2013), de Gore Verbinski, El Agente de C.I.P.O.L. (The Man from U.N.C.L.E., 2015), de Guy Ritchie, Baywatch (2017), de Seth Gordon, y La Isla de la Fantasía (Fantasy Island, 2020), de Jeff Wadlow, amén de la importante excepción de Miami Vice (2006), del genial Michael Mann. El verdadero período de gloria del rubro de las traslaciones al cine va desde fines de los 80 hasta los 90, no tanto por obras olvidables o muy mediocres como Perdidos en el Espacio (Lost in Space, 1998), de Stephen Hopkins, y Wild Wild West (1999), de Barry Sonnenfeld, sino por propuestas dignas en sintonía con el dúo cómico de Los Locos Addams (The Addams Family, 1991), otra de Sonnenfeld, y Maverick (1994), de Richard Donner, y aquella recordada dupla responsabilidad del maravilloso Brian De Palma, léase Los Intocables (The Untouchables, 1987) y Misión Imposible (Mission Impossible, 1996), ambas evidentes puntos de comparación para la película que nos ocupa, El Fugitivo (The Fugitive, 1993), gran opus de Andrew Davis inspirado en la serie homónima de la ABC creada por Roy Huggins y emitida entre 1963 y 1967 a lo largo de sólo cuatro temporadas.

 

Las tres realizaciones señaladas, sin duda las mejores interpretaciones del espíritu dinámico y a veces en verdad vertiginoso de la pantalla chica, comparten de hecho una efervescencia a toda pompa que sin embargo adquiere matices muy diferentes de film en film, por ello Los Intocables es más clasicista de índole cinéfila y Misión Imposible se engloba dentro del espionaje posmoderno de tecnología fetichizada mientras que El Fugitivo adopta como propio el formato del thriller de acción típico de su época, planteo que por un lado poco y nada tiene que ver con el desarrollo dramático a lo policial negro de la serie de Huggins, presentándonos la fuga cíclica del Doctor Richard Kimble (David Janssen), acusado erróneamente del asesinato de su esposa, crimen cometido por un manco enigmático (Bill Raisch), perseguido por el Teniente Philip Gerard (Barry Morse), un oficial de policía implacable, y siempre dispuesto a respetar el juramento hipocrático, deseoso de ayudar al prójimo brindando asistencia médica donde se necesite, y por el otro lado se vincula con la carrera en general del director, un Davis que en cierto sentido hace recordar a profesionales heterogéneos de antaño, como John Frankenheimer, Michael Winner o J. Lee Thompson, ya que el señor se especializó en obras de acción, en línea con una de las mejores epopeyas de Chuck Norris, Código de Silencio (Code of Silence, 1985), y las dos mejores películas del olvidado Steven Seagal, Nico (1988) y Alerta Máxima (Under Siege, 1992), sin que ello le impidiese rodar una colección de mamarrachos, como por ejemplo Reacción en Cadena (Chain Reaction, 1996), con Keanu Reeves, Riesgos Colaterales (Collateral Damage, 2002), con Arnold Schwarzenegger, y Guardianes de Altamar (The Guardian, 2006), con Kevin Costner, y rarezas disfrutables varias, pensemos en el slasher algo trash El Terror Final (The Final Terror, 1983), la familiera El Misterio de los Excavadores (Holes, 2003) y hasta aquel thriller de suspenso Un Crimen Perfecto (A Perfect Murder, 1998), remake de La Llamada Fatal (Dial M for Murder, 1954), gran clásico del querido Alfred Hitchcock.

 

Davis ya había trabajado con Tommy Lee Jones en ocasión de Alerta Máxima y Entrega Mortal (The Package, 1989), ambas pertenecientes al ciclo profesional del actor en diversos papeles de villano, y en esta última, un thriller de la Guerra Fría coprotagonizado por Gene Hackman, incluso se puso en los zapatos de un fugitivo, algo que ahora se invierte a puro sarcasmo porque el representante de las elites, Gerard, quedó en manos de Jones y el falso culpable en pos de una justicia homologada a la exoneración, el matasanos Kimble, fue interpretado por el inefable Harrison Ford, hoy aprovechando a pleno su estampa escénica de “hombre común y corriente” símil James Stewart o Cary Grant luego de Se Presume Inocente (Presumed Innocent, 1990), de Alan J. Pakula, Secretaria Ejecutiva (Working Girl, 1988), de Mike Nichols, Búsqueda Frenética (Frantic, 1988), de Roman Polanski, y Testigo en Peligro (Witness, 1985), de Peter Weir. La película en esencia nos propone un choque entre el carismático aunque brutal personaje de Jones, un actor casi siempre amigo de la verborragia, y el más parco y desesperado de Ford, aquí apelando al minimalismo y los rostros de angustia producto del acecho permanente, todo en función de una trama en la que el cirujano vascular de Chicago -Kimble en la serie era un pediatra- es condenado a muerte por el homicidio de su mujer, Helen (Sela Ward), sin que nadie le crea que el asesino es un manco malvado (Andreas Katsulas) con el que luchó al encontrar el cadáver femenino sin lograr reducirlo. Luego de una fuga en un traslado rutinario de prisioneros en un autobús, cortesía de sus colegas reos, Gerard, un alguacil/ marshal bastante vanidoso y socarrón que nunca teme decir lo que piensa, orquesta una persecución masiva de la que el médico escapa tanto en una represa, ya acorralado vía un desagüe pluvial, como en el ayuntamiento gubernamental, encontrándose con un sospechoso. Decidido a identificar al manco, Richard se hace pasar por operario de limpieza en un hospital y consigue una lista de pacientes con prótesis, así reconoce al asesino, Fredrick Sykes, ex uniformado que resulta ser un sicario de su mejor amigo, el Doctor Charles Nichols (Jeroen Krabbé), cabeza de una conspiración para eliminar a todos los que saben que un nuevo medicamento, de nombre comercial Provasic y denominación real RDU-90, daña el hígado, por ello mismo Helen terminó muriendo, cuando en realidad el objetivo era Kimble, y por ello fue faenado otro matasanos vinculado a las investigaciones del caso, el Doctor Alec Lentz (David Darlow), para que la administración pública apruebe el fármaco sin voces opositoras en el horizonte. Después de dejar esposado a Sykes en el metro de Chicago, Richard le salva la vida a su perseguidor momentos luego de que Nichols noquease con una viga de acero a uno de los colegas del alguacil, Cosmo Renfro (Joe Pantoliano), en suma recuperando su libertad y buen nombre de manera tácita al destapar la retahíla de chanchullos del poder.

 

La realización detenta un desarrollo de personajes que roza la nulidad y los flashbacks del homicidio dejan bastante que desear, muy próximos a la estética remanida de la publicidad semi onírica de aquellos tiempos, pero estos detalles no responden al verdadero interés del convite debido a que las secuencias de acción, el montaje ágil y cierto suspenso primario de supervivencia sí enmarcan al sencillo relato que nos propone el guión, acreditado a David Twohy y Jeb Stuart pero reescrito durante el rodaje de manera colectiva por Davis, Ford y Jones. A diferencia del chauvinismo berretón paradigmático de tantas otras odiseas de acción de los 80 y 90, El Fugitivo en primera instancia apuesta por recuperar el humanismo servicial del Kimble de la TV, por ello el protagonista se la pasa salvando a quienes se cruzan en su camino al punto de ganarse la animadversión de algún que otro médico de impronta bien paranoica, como Anne Eastman (crucial cuasi cameo de la bella y talentosa Julianne Moore), y en segundo lugar se vuelca a un nihilismo inusitado para una aventura mainstream de esta envergadura, pensemos en este sentido que en el momento del escape, cuando el ómnibus está a punto de ser arrollado por un tren y urge rescatar a un guardia herido, tanto el oficial a cargo (Richard Riehle) como otro presidiario, Copeland (Eddie Bo Smith Jr.), se lavan olímpicamente las manos para salvar su propio pellejo y dejar solo a Richard con el moribundo adentro del vehículo, a lo que se suma el carácter bastante oscuro del resto de los representantes institucionales dentro de la trama, el Detective Kelly (Ron Dean), un loquito obsesionado con ratificar la condena contra el buen doctor, el mismo Sykes, ex oficial convertido en sicario y esbirro de seguridad de una compañía farmacéutica mafiosa llamada Devlin-MacGregor, y desde ya Gerard, a quien no le tiembla el pulso al dispararle en la cabeza a Copeland, durante un intento de arresto, a pesar de que el fugado tenía retenido a uno de sus subordinados, Newman (Tom Wood), enorme riesgo de muerte de por medio. Como decíamos antes, el opus de Davis, que desencadenaría una parodia muy amena, Acusado sin Razón (Wrongfully Accused, 1998), de Pat Proft, y una secuela algo mucho inferior, Los Federales (U.S. Marshals, 1998), de Stuart Baird, modifica el formato narrativo de la serie pero respeta la idiosincrasia de los personajes al extremo de edificar un lienzo atrapante de la distancia prosaica entre la ley y la justicia, el alguacil y el ex convicto, llegando a constituirse en una mega anomalía ya que las siete nominaciones al Oscar son de las pocas que el cine de acción ha cosechado a lo largo de su historia. En última instancia el “no me importa” de Gerard ante el “yo no maté a mi esposa” de Kimble, justo antes de saltar al vacío desde lo alto de la represa, aún sigue siendo uno de los mejores resúmenes de la indiferencia institucional y del anhelo ciego de eficacia de las burocracias represivas, aunque también de un lindo corte abrupto de todo sermón autovictimizante…

 

El Fugitivo (The Fugitive, Estados Unidos, 1993)

Dirección: Andrew Davis. Guión: David Twohy y Jeb Stuart. Elenco: Harrison Ford, Tommy Lee Jones, Joe Pantoliano, Andreas Katsulas, Jeroen Krabbé, Sela Ward, Julianne Moore, Tom Wood, Ron Dean, Richard Riehle. Producción: Arnold Kopelson. Duración: 130 minutos.

Puntaje: 9