La Otra Cara de la Luna (Fly Me to the Moon)

La mentira que todos creen

Por Emiliano Fernández

Si la comedia en general está casi muerta en el Siglo XXI, sobre todo por el bajísimo nivel de calidad de las pocas propuestas que llegan al streaming y la cartelera tradicional y por el desinterés casi total que el mainstream y el indie muestran por ella en términos puros, sin combinarla con otros géneros más populares como el terror o el policial o las aventuras para ampliar el público potencial, la comedia romántica padece aún más esta crisis creativa y comercial porque desde la década del 90 está sin duda alguna completamente estancada en formatos/ vertientes/ esquemas que se remontan hasta los inicios del séptimo arte aunque con una salvedad muy importante, casi siempre ofreciendo la interpretación concreta que cristalizó en las décadas del 70 y 80, precisamente como si esa relectura bastante tontuela se hubiese transformado en la estándar en la cabeza de los ejecutivos de los estudios y las grandes productoras del nuevo milenio. En este panorama desesperanzador a lo mejor que uno puede aspirar, como cinéfilo y consumidor cultural, es a productos afables o con un mínimo grado de ambición que no caigan en la estupidez compulsiva, el maniqueísmo y la catarata de clichés insoportables del acervo rosa de buena parte del cine romántico actual.

 

La Otra Cara de la Luna (Fly Me to the Moon, 2024), cuarta comedia del realizador Greg Berlanti después del bodrio sobre adopción y convivencia Bajo el Mismo Techo (Life as We Know It, 2010) y un par de películas correctas sobre el devenir homosexual masculino, El Club de los Corazones Rotos (The Broken Hearts Club: A Romantic Comedy, 2000) y Yo soy Simón (Love, Simon, 2018), de hecho funciona como una de las pocas obras potables que nos ha regalado el Hollywood reciente dentro de la comedia romántica gracias a una colección de factores, hablamos de un presupuesto inusualmente generoso para el género (se calculan unos cien millones de dólares), una idea principal a priori atractiva a instancias del guión de la debutante Rose Gilroy (combinar los dilemas amorosos con una especie de sátira del marketing, las conspiraciones y la manipulación política más grosera), un trío protagónico muy bien elegido (nada menos que Woody Harrelson, haciendo de un cuasi villano, y Scarlett Johansson más Channing Tatum, la pareja de turno de alto perfil) y por supuesto cierto oficio de parte del director que resulta innegable (Berlanti no será un genio ni mucho menos pero logra amalgamar y equilibrar los diversos componentes en cuestión).

 

Kelly Jones (Johansson) es una especialista en marketing que vive cambiando de identidad por un pasado complicado y Cole Davis (Tatum) es el director a cargo de la misión Apollo 11, aquella que llegaría a la Luna el día 21 de julio de 1969 para que Neil Armstrong se transformase en el primer ser humano en pisar el único satélite natural del Planeta Tierra. Moe Berkus (Harrelson), un asesor presidencial de Richard Nixon, contrata a Jones para que construya una estrategia de relaciones públicas que mueva el foco de atención social desde la Guerra de Vietnam, por entonces ya empantanada, hacia los enormes y costosos juguetes espaciales de la NASA, por ello ambos corazones se atraen desde el vamos a pesar del hecho de que sus idiosincrasias son prácticamente opuestas, ella una mitómana experta en vender y él un fundamentalista de su trabajo de resonancias tan técnicas como militares. Luego de los choques/ desacuerdos infaltables del comienzo entre el dúo, el asunto empieza a encarrilarse cuando Kelly asegura la “faceta financiera” vía publicidades basadas en los astronautas y manipulando a los senadores de los que depende el presupuesto en general, todo en medio de la paranoia por la Guerra Fría y Carrera Espacial con la Unión Soviética.

 

Construida alrededor de una estructura extremadamente sencilla, con una primera mitad de desarrollo de personajes y una segunda parte centrada en el meollo de la tensión dramática, no tanto el despegue y el alunizaje en sí sino el capricho de Berkus de encarar un plan de contingencia en materia televisiva falseando la llegada al satélite mediante actores y utilería en un hilarante set improvisado en un galpón de la NASA, todo a cargo de un director gay de comerciales llamado Lance Vespertine (Jim Rash), la propuesta, cuyo título original en inglés hace referencia a un mega clásico del jazz popularizado por Frank Sinatra desde 1964, Fly Me to the Moon aka In Other Words, recupera mucho del extraordinario cine de Billy Wilder, de la leyenda popular sobre Stanley Kubrick rodando su versión del alunizaje para la NASA y en especial de la screwball comedy de los años 30, 40 y 50, porque el opus pretende apelar a diálogos ingeniosos y a esa dicotomía conceptual muy marcada de fondo, así las cosas el taciturno Davis hace gala de una ética de hierro sustentada en el trauma por su participación en la Guerra de Corea y en la misión fallida Apollo 1, por cierto consumida por un incendio, y Jones por su parte nunca deja de ventilar su necesidad de sobrevivir/ adaptarse al entorno ya que el pragmatismo lo es todo para ella. Este conflicto en espiral que tiene un claro eco en nuestro presente, ella simbolizando el emprendedurismo farsesco contemporáneo, una solución apócrifa ante el desempleo y la precariedad/ desregulación laboral, y él encarnando el sustrato workaholic del nuevo capitalismo, en esencia todo el día sobreexigiéndose como un maniático monotemático, se unifica con otros ingredientes del montón como algo de patriotismo yanqui, mucho cinismo, algunos chistes muy buenos, una química romántica palpable, una duración por demás excesiva y una buena dosis de astucia porque en el film aquel viaje idealizado a la Luna choca todo el tiempo con la burocracia institucional y la agenda hiper conservadora y psicopática del excrementicio gobierno de Nixon, con la Guerra de Vietnam y el conflicto lelo con los comunistas rusos a la cabeza…

 

La Otra Cara de la Luna (Fly Me to the Moon, Estados Unidos/ Reino Unido, 2024)

Dirección: Greg Berlanti. Guión: Rose Gilroy. Elenco: Scarlett Johansson, Channing Tatum, Woody Harrelson, Jim Rash, Ray Romano, Anna García, Donald Elise Watkins, Noah Robbins, Christian Clemenson, Colin Woodell. Producción: Scarlett Johansson, Keenan Flynn, Jonathan Lia y Sarah Schechter. Duración: 132 minutos.

Puntaje: 6