Además de reconocido músico, explorador sonoro y fundador de una de las bandas de rock más relevantes de las décadas del setenta y ochenta, Talking Heads, David Byrne se ha convertido en uno de los intelectuales de la música más conspicuos de nuestra época, lo cual demuestra sobradamente en Cómo Funciona la Música (How Music Works, 2012), su anteúltimo libro hasta la fecha, que tuvo varias reediciones desde su lanzamiento inicial hace diez años.
Escrito como un relato no lineal, el libro relanzado en 2017 con un capítulo adicional se adentra en la música desde distintos aspectos relacionados con la vida de Byrne, ya sea desde las teorías armónicas, la historia de la música o los datos biográficos concretos del autor del disco Feelings (1997). Dividido en diez capítulos y un prefacio, Cómo Funciona la Música recorre la historia de Talking Heads centrándose en los aspectos compositivos, dejando de lado todas las cuestiones vinculadas con la convivencia que no tengan relación con lo estrictamente musical, para dar cuenta de cómo se gestaron algunas de las canciones y los discos más icónicos de la banda asidua al CBGB, el mítico club de Nueva York.
Como detalla Byrne en el prefacio, cada capítulo del libro puede ser leído independientemente de los otros y no necesariamente hay una linealidad en la narración, pero cada uno de ellos va construyendo un eslabón de lo que hoy conocemos como música, una industria de la que pocos se benefician. En el primer capítulo, Creación a la Inversa, David Byrne se deslinda de la idea romántica del creador musical para analizar cómo la composición se relaciona con el entorno de una manera harto flexible, adaptándose a las constricciones y las posibilidades del sonido en el lugar en el que se desarrolla y según su función. El contexto en que la música se desarrolla lleva a Byrne a analizar teorías antropológicas y musicales, así como distintos ejemplos, que más tarde serán retomados en los otros capítulos para proseguir con su particular mirada de la música inspirada por sus experiencias y sus lecturas.
Para Byrne, la acústica de un espacio circunscribe el desarrollo de la música y viceversa en una retroalimentación en la que el espacio y lo acústico se unen y dialogan. El músico y escritor detalla, con numerosos ejemplos y un análisis de la historia musical, cómo la creatividad se suele ceñir al espacio en el cual se circunscribe, generalmente como una expresión de la socialización de un tiempo y lugar específicos. David Byrne traza una historia de la relación entre la música y el espacio para indagar en cómo los instrumentos y las estrategias de composición se adaptaron en distintos momentos históricos al espacio y a la experiencia de la escucha, destacando los cambios en las salas de concierto de lugares de encuentro, llenos de gritos y parloteo, a los solemnes teatros donde se requiere el silencio, hasta llegar a los cambios en las salas de jazz o el rock, donde muchas veces la música ha debido imponerse al griterío del bar y anulando el sonido de las carreteras, acompañando el baile, para llegar al público.
En Mi Vida Actuando, Byrne recorre los vaivenes de su carrera en Talking Heads desde el trío inicial junto a la bajista Tina Weymouth y el baterista Chris Frantz, los cambios sonoros a partir de la incorporación en teclados y guitarra de Jerry Harrison, que se desempeñaba como tecladista en la banda estadounidense Jonathan Richman and The Modern Lovers, para rememorar la gestación de los discos a partir de diarios personales y anotaciones sobre las composiciones y los giros en el sonido de cada uno de los álbumes, hasta la decisión de lanzarse como solista abrazando la hibridación del rock con los ritmos latinos. Desde sus comienzos como telonero de The Ramones en el CBGB hasta su radical metamorfosis hacia los ritmos latinos con Rei Momo (1989), producto de sus investigaciones y viajes a Sudamérica, David Byrne aprovecha sus recuerdos para reflexionar sobre su música y sobre la música, acerca de la tensión entre las versiones en estudio y las versiones en vivo de las canciones, la construcción de la relación con el público y hasta la necesidad de ofrecer los grandes éxitos en los conciertos, cuestiones que lo llevan a analizar la relación entre un recital y una puesta en escena teatral y el protagonismo de la iluminación y la vestimenta como elementos que marcan lo que el público recordará u olvidará de la experiencia de un concierto. En este sentido, Byrne señala cómo los espectáculos musicales de la actualidad están íntimamente relacionados con el teatro y la danza, algo que él mismo entendió a partir de sus visitas a Bali y Brasil, donde Byrne se encontró con culturas en las que la música y el baile están íntimamente relacionados con todas las instancias de la comunidad y de la vida, experiencias que promovieron en Byrne cambios en las combinaciones sonoras de funk y pop que serán decisivos en las canciones de Talking Heads, en sus proyectos solistas y sus posteriores colaboraciones tras la ruptura de la banda.
Asimismo, David Byrne rememora sus experiencias en los estudios de grabación, la tensión entre las intenciones de los ingenieros de sonido de su época de buscar un sonido límpido que elimine lo más posible del resultado final esas interferencias del ambiente, como el eco y la reverberación como efectos indeseables, que ahora muchos músicos, ingenieros y melómanos consideran que añaden calidez y naturalidad a la música. El creador de Grown Backwards (2004) dedica gran parte del libro a compartir su experiencia en la composición musical junto a su colega Brian Eno, productor de tres de los mejores discos de Talking Heads, More Songs about Buildings and Food (1978), Fear of Music (1979) y Remain in Light (1980), con el que también lanzó My Life in the Bush of Ghosts (1981) y Everything That Happens Will Happen Today (2008). Byrne señala que fue Eno el que se dio cuenta de la importancia del sonido directo y no de la pureza del aislamiento en el estudio para la música de la banda, así como de la posibilidad de trabajar con loops de ritmos y crear andamiajes de pistas en lugar de crear canciones convencionales, cuestiones que Byrne y Eno trabajaron extensamente enriqueciendo el sonido de la banda.
En La Tecnología da Forma a la Música, Byrne divide su aproximación entre los cambios tecnológicos en las transformaciones y el desarrollo de las técnicas analógica y digital, que permitió la invención de la grabación sonora, y el crecimiento y progreso de la industria discográfica. El autor de American Utopia (2018) se remonta a la invención de la grabación del sonido en 1878 para reflexionar sobre la decisión del uso de este dispositivo y las consecuencias de este fenómeno para la percepción musical, analizando y exponiendo distintos casos como la popularización del jazz para luego adentrarse en las ramificaciones del cambio de paradigma con la grabación digital.
Para Byrne la historia de la música es un círculo en el que siempre aparece la necesidad de regresar a una instancia creativa por parte del público, de apropiación de los instrumentos de grabación, lo que ocurrió en una primera instancia con la posibilidad de grabación que permitían los primeros fonógrafos, el regreso de esta instancia con la popularización del cassette y su retorno con los mixtapes, una nueva forma de relación con la música de forma creativa y proactiva desde lo digital.
La aparente desconexión de los capítulos entre sí es en realidad una unidad muy firme en la que la reflexión sobre la tensión entre la producción profesional y amateur emerge constantemente, ya sea en el camino propio de Byrne hacia la música o en ejemplos históricos que recorren los distintos géneros, señalando como acontecimientos importantes los lanzamientos de aparatos que permitían la grabación casera y su posterior cancelación, corolario de la intención de la industria de transformar al público activo de los recitales, con un potencial creador y productor de música, en un consumidor pasivo. En este sentido Byrne afirma que la música encarna la forma en la que las personas piensan y sienten y que las grabaciones nos permiten adentrarnos en esos mundos, pero éstas también desligan la música de su contexto al mismo tiempo que abren nuevas posibilidades de escucha e incluso a veces estandarizan el sonido y lo hacen menos auténtico y más uniforme.
Otro punto importante que Byrne retoma acerca de la música es la cuestión de la autoría de la misma, hoy sacudida por el desarrollo de la tecnología y los sampleos. Respecto de este tema Byrne ha disertado sobre esto en congresos junto a promotores y detractores de la libertad de Internet y de la autoría, defendiendo la postura de que es necesario encontrar un punto medio entre la descarga ilegal gratuita de los contenidos artísticos protegidos por el derecho de autor y la criminación de esta práctica que proponen las compañías discográficas. Byrne indica, a su vez, que las nuevas condiciones de venta de la música a través de las plataformas digitales son proporcionalmente tan convenientes para estas empresas como inconvenientes para los músicos, que prácticamente no ganan nada por las descargas digitales, a pesar de no tener los gastos logísticos y de producción de los discos físicos, que en algún punto justifican parte del precio de la música. Pero el compositor también ve en la nueva realidad de la industria una posibilidad real para los músicos de liberarse del yugo de las compañías discográficas a través de la autogestión, con el beneficio de evadir el insostenible endeudamiento vitalicio que generan los adelantos por componer y grabar, que hoy son cada vez más anómalos en la industria. Byrne también señala cómo la absorción de las discográficas por corporaciones mediáticas y el surgimiento de sellos autogestionados pensados para crear un catálogo abren nuevas puertas a una industria que necesita que los músicos salgan a pelear por el valor del producto de su trabajo.
Algunos de los mejores pasajes del libro refieren al intenso e interminable debate melómano que Byrne no evade sobre la calidad del sonido y su fidelidad con respecto a la grabación original, las diferencias entre el sonido digital y el analógico, la pérdida de sonido de algunos formatos digitales y las acusaciones de falta de autenticidad del sonido digital, tópicos que surgen como puntos de vista y reflexiones alrededor de preguntas actuales alrededor de la historia de los formatos, su surgimiento, promoción, imposición y en muchos casos, ocaso y resurgimiento. Byrne señala que, así como el contexto condiciona las composiciones, el formato también tiene una correlación con la duración de las canciones, su composición y su posterior lanzamiento al mercado, ofreciendo anécdotas y ejemplos para sostener sus afirmaciones.
Para Byrne lo que importa no es tanto la fidelidad y el formato como la característica de la música de emocionar, de generar impresiones que no necesariamente refieren a la vida o las experiencias del compositor y el intérprete. De esta forma el artista afirma que es la música la que hace a los músicos y no al revés, que los músicos no son necesariamente individuos que tienen algo que decir, sino más bien canales de expresión de emociones compartidas.
En Cómo Funciona la Música David Byrne se pregunta constantemente sobre el pasado, el presente y el futuro de la industria musical como un arte en el que la experimentación amateur y la relación de la música con la comunidad es más importante que la experiencia de lo profesional, a pesar de carecer de calidad muchas veces, materia que es compensada por la inclusión y las transformaciones sociales que cambian situaciones aciagas en un futuro promisorio, mejorando la vida de las personas y las comunidades, en este sentido Byrne ofrece ejemplos que conoce de primera mano en Brasil y Venezuela.
En base a su experiencia como compositor y ávido consumidor musical, Byrne cavila sobre la revalorización de la experiencia de la música en vivo y su función social como contracara de la desaparición de las colecciones de discos físicos, principal sostén financiero de los músicos y las compañías discográficas, ante el consumo digital, pero también sobre la tentación de vender la música para su utilización en publicidades y la constante tensión entre la función social y artística de la música. Byrne considera los asuntos financieros de la música como una parte muy importante de la vida de un músico, ya que condicionan y hasta determinan muchas de sus decisiones creativas, incluso el sonido final de un disco, las regalías que obtendrá después por su trabajo y su relación completa con la música, por lo que le dedica un capítulo entero al tema, en un planteo realista que propone las distintas opciones que se abren al músico a la hora de negociar con la industria y sobrevivir en este entorno.
Byrne dedica también un capítulo a analizar la escena alrededor del club CBGB en la segunda mitad de la década del setenta, que permitió el surgimiento de bandas y solistas como Television, The Ramones, Blondie y Patti Smith, pero también discurre sobre la influencia del teatro japonés en los conciertos de la gira de Stop Making Sence (1984) o el proceso de composición de icónicas canciones como Once in a Lifetime, entre algunas de las cuestiones que este sorprendente libro ofrece al lector interesado en descubrir todos los aspectos de la industria musical.
Como si todo esto fuera poco, Byrne asimismo discute con las posturas teóricas del crítico cultural alemán y filosofo de la Escuela de Frankfurt, Theodor Adorno, discurre sobre el placer de cantar, la aplicación de las proporciones matemáticas a la música, la relación de las culturas antiguas con la música, sobre cómo nuestro cuerpo percibe el sonido y cómo lo procesa el cerebro, y la notación y la colaboración con músicos como Fat Boy Slim y Caetano Veloso, entre muchas otras cuestiones que combina con sus intereses musicales y su preferencia por las obstrucciones y la circunscripción temática a la hora de componer.
Cómo Funciona la Música, editado en castellano por la editorial Sexto Piso con una traducción de Marc Viaplana, es un libro de preguntas y reflexiones en el que David Byrne expone sus puntos de vista de la música como un gran protagonista de la misma, abordando la temática desde su historia, sus experiencias y sus estudios, para ofrecer una mirada única de las reglas de este mundo tan particular como maravilloso y todo lo que lo rodea, desde el proceso de composición, la improvisación, los recitales, las escenas y la tecnología hasta las finanzas de los músicos, con el objetivo último de construir un texto imprescindible que todo músico y melómano debería leer.
Cómo Funciona la Música, de David Byrne, Sexto Piso, 2022.