Con un estilo llano y desenfadado que establece inmediatamente una conexión con el lector, Jeff Tweedy, el líder de una de las bandas más icónicas del rock independiente, Wilco, narra su carrera como músico, la búsqueda de su voz interior, su niñez y su adolescencia, poniendo énfasis en los momentos que lo marcaron y lo condujeron por el camino que hoy transita. Vámonos (para poder volver): Acordes y Discordias con Wilco, etc. (Let’s Go, So We Can Get Back, 2018) es un trabajo sobre la tristeza, sobre las situaciones que sumieron a Jeff Tweedy en las drogas y la depresión, pero es también la historia de una salvación, un relato sobre el poder del rock para encauzar la rebeldía en un camino de autodescubrimiento, una narración sobre al arte como válvula para canalizar el dolor y transformarlo en auténticas canciones sobre los avatares de la vida.
Con un título sugestivo tomado de una frase de su padre que pasó de ser una broma familiar a convertirse en un símbolo de la necesidad de salir de la zona de confort para descubrir cosas nuevas, un lugar que se prefiere no abandonar pero del que a veces hay que alejarse para tomar perspectiva de lo importante y apreciarlo, Tweedy narra la influencia de su infancia transcurrida en una pequeña ciudad al sur del Estado de Illinois, Belleville, un lugar deprimente marcado por la recesión y el declinar industrial tras los cambios de paradigma económicos impuestos por las ideas neoliberales, transformación que se agudizó tras la Crisis del Petróleo a principios de la década del setenta. Esta niñez en este clima conducirá a un joven Tweedy por un cauce rebelde donde el punk de The Clash, Black Flag, The Ramones, Minutemen y The Replacements tendrá un lugar privilegiado.
Entre los discos y las canciones que dejaron una impresión en su mente, Tweedy narra la decepción ante los ampulosos recitales masivos de las bandas mainstream y el descubrimiento de The Clash a partir de una nota del legendario crítico musical Lester Bangs sobre London Calling (1979). Tweedy describe cómo las palabras de Bangs sobre el punk y particularmente sobre The Clash dejaron una profunda marca sobre un niño de diez años que comenzaba a descubrir el rock en todas sus expresiones. A partir de ese momento comenzará a cultivar una idea del rock que lo llevará años más tarde a plantear la necesidad de darle una vuelta de tuerca a la sonoridad de las canciones tradicionales.
Por supuesto, en esta confesión de Tweedy el músico narra un episodio de gran controversia, su versión del alejamiento del cantante Jay Farrar de Uncle Tupelo, acta de defunción de una banda que daría nacimiento a Wilco, no sin antes presentarse como Black Shampoo en un concierto por el título de una esperpéntica película de blaxploitation de la década del setenta, ya con Jay Bennett en la guitarra, John Stirratt en bajo, Mark Johnston en banjo y violín, y Ken Coomer en la batería.
Así como en Uncle Tupelo Tweedy había logrado una sociedad muy fructífera con Jay Farrar, el comienzo de Wilco tiene a la sociedad con Jay Bennett como eje de un proyecto que tendrá un gran crecimiento desde el sonido más pop con arreglos country de AM (1995) hasta la experimentación de Being There (1996) y el tono más nostálgico de Summerteeth (1999), donde los sentimientos contradictorios y ambiguos alrededor de la soledad y el amor darán lugar a Yankee Hotel Foxtrox (2001), un disco extraordinario e íntimo con arreglos que subvierten las estructuras de las canciones de rock, un verdadero estudio de la imposibilidad del ser humano de comunicarse realmente. Este álbum marcará el alejamiento final de la banda de la discográfica Reprise Records, el brazo independiente de Warner, por las desavenencias creativas respecto del disco.
Jeff Tweedy habla aquí de su adicción a los calmantes y los opiáceos, del cáncer de su esposa, de la complicidad con sus dos hijos, de su relación con sus padres y de su decisión de mantenerse sobrio a los veintitrés años, después de penosas borracheras, en una obra sincera que explora los costados más vulnerables de un músico afable y alegre, agradecido con la música, pero también atormentado por fuertes migrañas, períodos depresivos, trastornos de estado de ánimo y ataques de pánico.
El libro también incluye una historieta sobre la noche en que comenzó la relación entre Jeff Tweedy y su esposa Susie, conversaciones con ella y con su hijo mayor, Spencer, y las letras de las canciones del segundo disco de Tweedy, Warm (2018), el primer álbum de composiciones en solitario, ya que Together at Last (2017) es un disco de versiones acústicas de temas de Wilco y Sukierae (2014) es un álbum en colaboración con su hijo Spencer.
En estas páginas Tweedy describe qué es lo que ama de Wilco, sus limitaciones y sus fortalezas como músico, el proceso de composición de las canciones y la escritura de las letras, la búsqueda de la inspiración, sus lecturas aleatorias y discontinuas y la alegría de la potencialidad ilimitada de cada canción en el proceso de composición, hasta que se cierra en la versión terminada y la magia se traspasa del creador al escucha, a la relación particular y única que cada persona establece con el tema musical.
El autor también hace un recorrido por su larga lista de colaboraciones, ubicándose entre las más destacadas la participación de Wilco en el proyecto de Billy Bragg de poner música e intervenir en las letras del mítico cantante folk Woody Guthrie, Mermaid Avenue (1998), y la colaboración con la cantante Mavis Staples, con quien trabajó en varios discos y entabló una amistad.
Vámonos (para poder volver) es un concierto de anécdotas pleno de complicidad con el lector. Desde la necesidad de tocar instrumentos con una historia particular hasta su conexión visual con las canciones y las letras inspiradas en frases de los escritores Henry Miller y William Gass, como algunas de las cuestiones que se mezclan con los pormenores de la decisión de subir Yankee Hotel Foxtrox a Internet en 2001 tras la ruptura con Reprise Records, anécdotas desconocidas sobre el documental de Sam Jones I Am Trying to Break Your Heart (2002), sobre el proceso de composición de Yankee Hotel Foxtrot, un relato pormenorizado sobre la elección de la portada de Star Wars (2015) y los detalles del despido de Jay Bennett por sus problemas con las drogas, que terminarían con su vida algunos años más tarde.
En A Ghost in Born (2004), disco compuesto junto a Mikael Jorgensen y producido por Jim O’Rourke, las canciones representan aspectos de la personalidad de Tweedy que él buscaba salvar en un momento en que sentía que podía llegar a morir de sobredosis por su abuso de los calmantes, situación que lo llevó a terminar internado en una clínica. El siguiente disco, Sky Blue Sky (2007), marca para Tweedy el inicio de una etapa más sana y equilibrada en su vida, pero más compleja, llena de responsabilidades postergadas y finalmente asumidas, con canciones más simples y arreglos calculados, un disco de madurez con una banda muy profesional que ya contaba con Nels Cline y Pat Sansone en sus filas.
Entre anécdotas que no lo dejan bien parado hasta charlas casuales con Bob Dylan y Johnny Cash, Jeff Tweedy reflexiona francamente sobre los cambios en la industria de la música y en su vida, el rol de las discográficas, su carácter misántropo y la gratificación del festival Solid Sound que organiza la productora formada por los integrantes de Wilco, una banda que sobrevivió y prosperó en medio de múltiples cambios de estilo, manteniendo su espíritu independiente, su carácter de outsiders del entorno, con letras melancólicas y críticas de las injusticias de un sistema perverso que sigue devorando a todos los que ingresan en la picadora de carne.
Vámonos (para poder volver), de Jeff Tweedy, uno de los músicos más lúcidos de la actualidad, fue publicado por una editorial con sede en México y España, Sexto Piso, con una impecable traducción de Esther Villardón. El libro es una gran oportunidad para adentrarse en la historia de Wilco, en los recitales como recreación de las fantasías de rebeldía y en la búsqueda de la identidad de una generación sin oportunidades que canalizó su comportamiento antisocial a través de la música para escapar del destino que el neoliberalismo les había trazado.
Vámonos (para poder volver), de Jeff Tweedy, Sexto Piso, 2019.