Elvis Presley: The Searcher

La restauración

Por Emiliano Fernández

Resulta un “poco mucho” triste que recién con la aparición de Elvis Presley: The Searcher (2018), un mega documental de casi tres horas y media dirigido por Thom Zimny y escrito por Alan Light, se satisfaga la necesidad -de manera muy tardía- de un estudio meticuloso de la faceta artística del mítico músico norteamericano que esquive en serio el circo que los medios de comunicación, el Coronel Tom Parker -manager histórico de Presley- y el propio público montaron alrededor del señor como si se tratase de una figura inalcanzable más grande que la vida misma: este ambicioso film funciona en buena medida como una reconfiguración exitosa a cargo de Priscilla Ann Wagner alias Beaulieu alias Presley, la ex esposa/ viuda del susodicho, de la imagen de Elvis con vistas a sopesar de modo íntegro su rango cultural y tomar de la coyuntura que lo rodeó sólo lo que resulte fundamental para comprender sus decisiones expresivas en las distintas fases de su no tan extensa trayectoria. Esta especie de “vuelta de tuerca” en cuanto a la perspectiva retórica es más una reparación del legado de Elvis, ahora enfocándonos exclusivamente en sus logros y frustraciones profesionales, que un cachetazo disimulado e indirecto a los palurdos que lo consideran una caricatura, a los que sólo lo ven como un artista de singles y a aquellos otros que en general nunca pasaron de la condición de fans advenedizos y cuadrados que hablan de su leyenda cual busto de bronce (incluso así estos reduccionismos, típicos del rockero ortodoxo lobotomizado por el mainstream de antaño y adepto a refugiarse en fórmulas ya vetustas, en ocasiones parecen sobrevolar la película -vía su notoria ausencia, no por su presencia- ya que aquí lo que domina es un cariño por el músico en vivo y el de estudio que casi no existe en el resto de realizaciones, documentales y demás especiales que exploraron su persona).

 

Combinando el clásico repaso por los mojones más importantes de su vida y una insólita reapropiación de su obra (recordemos: insólita en el caso de Presley, un señor ninguneado y alabado desde la misma banalidad de los necios criados exclusivamente por la industria cultural), el documental de HBO es una gran excusa para -por fin- señalar en un trabajo audiovisual gigantesco cuáles serían los discos canónicos del muchacho nacido en Tupelo, Mississippi, y sus intereses artísticos concretos según el período considerado: en suma son seis los álbumes que el film señala -con toda la razón del mundo- como obras maestras, Elvis Presley (1956), Elvis is Back! (1960), His Hand in Mine (1960), How Great Thou Art (1967), Elvis (1968) y From Elvis in Memphis (1969), abarcando un registro que va desde el rockabilly, el country y el rhythm and blues hasta el pop baladístico, el gospel y el rock and roll hecho y derecho con una impronta fortísima del blues. A diferencia de muchos trabajos similares que nos inundan con secundarios o -por el contrario- se consagran al punto de vista de un par de figuras centrales, hoy el tándem Zimny/ Light nos ofrece una solución negociada en la que todos los testimonios son en off sobre apariciones televisivas, fotos y filmaciones de cada etapa, y el número de entrevistados no está ni muy inflado ni tampoco es muy reducido; entretejiendo las palabras actuales de Priscilla, registros de archivo del nauseabundo Parker, testimonios varios de sus diversos productores y músicos, y especialmente el aporte en tanto saber experto de tres colegas famosos y admiradores de toda la vida, Bruce Springsteen, Tom Petty y Robbie Robertson de The Band, un trío que colabora con comentarios muy lúcidos acerca del devenir expresivo de Elvis cual críticos musicales que contextualizan los hechos y el vuelco del momento de la carrera de Presley.

 

Más que simplemente “humanizar” al personaje, un mecanismo narrativo harto quemado en tiempos como el presente saturados de biopics y documentales de distinta índole que vienen santificados por un mainstream que ya no sabe cómo volver a vender los mismos productos de siempre y desde las mismas ópticas cansinas, Elvis Presley: The Searcher logra naturalizar al hombre de carne y hueso y pensarlo desde su acervo cultural, subrayando por ejemplo que en épocas de crisis solía recurrir al gospel por su bagaje cristiano evangélico y que cuando deseaba efusividad se tiraba de cabeza a la pileta del rock y sus subgéneros ya que de allí bebieron sus primeros -y huracanados- años; circunstancia que por cierto nos permite aclarar que la realización asimismo le escapa a la paradigmática colección de éxitos recurrentes debido a que en cambio decide concentrarse en las canciones decisivas -hayan sido éstas hits o no- a nivel del desarrollo macro que se pretende retratar, uno que incluye la furia proto punk de las primeras sesiones con la Sun Records de Sam Phillips, la explosión inconformista social de los primeros álbumes para la RCA, la idea bien idiota de Parker de comenzar a “pasteurizar” su imagen aceptando sin chistar la conscripción estadounidense de 1958 a 1960, su catarata posterior de participaciones en películas familiares/ románticas/ aventureras horrendas y sus bandas sonoras de igual tesitura, su regreso a aquellas queridas bases primitivas en ocasión del legendario especial televisivo de la NBC de 1968, su lenta disolución psicológica/ física vía el sobrepeso y la adicción a las drogas con motivo de las interminables giras para el público heterogéneo estándar y todos esos shows en Las Vegas para los ricachones del jet set, los últimos chispazos esporádicos de genialidad en estudio acompañado por múltiples sesionistas, y finalmente su catastrófico fallecimiento en 1977.

 

La prodigiosa película, que sin duda posee un marco de “biografía artística oficial” por la más que atendible intervención de la también productora Priscilla y por el generoso caudal de definiciones en primera persona del protagonista en línea con las recientes Listen to Me Marlon (2015) y Maria by Callas (2017), refuerza la percepción general del carácter respetuoso de Elvis aunque muy sumiso para con las figuras de autoridad, tira abajo en gran medida su idiosincrasia caprichosa para enarbolar a una persona con nociones claras sobre su rumbo profesional, y denuncia con virulencia a Steve Allen, aquel imbécil que odiaba el rock and roll y en esencia se burló de Presley en su programa haciéndolo cantar Hound Dog frente a un basset, y al Coronel Parker, terminando de confirmar aquello de que la negativa a las giras internacionales y el descubrimiento de nuevos públicos, dos de los deseos más fervientes de Elvis, se debió a que su manager no era ciudadano yanqui -había nacido en Holanda- y temía perder el control sobre su gallina de los huevos de oro en el caso de que no lo dejasen ingresar de nuevo al país a la vuelta de un hipotético tour, detalle que resultó fundamental en lo que respecta a su construcción en tanto “efigie paternal” del cantante y en lo referido al mega evento Aloha from Hawaii, ese recital vía satélite de 1973 que Parker ideó para aplacar las ansias de salir de Estados Unidos del señor. Si bien es cierto aquello que solía decir John Lennon, que los milicos castraron a Elvis, asimismo siempre hay que recordar la súbita muerte de su madre Gladys en 1958, en realidad la única mujer a la que le asignó importancia en su vida, y ponderar la necesidad de tener paciencia en lo que atañe al arte de escudriñar en su catálogo posterior porque las joyas están por todos lados, algo que deja en claro Elvis Presley: The Searcher al restaurar su casi siempre olvidada dimensión de adalid/ creador/ intérprete de discos memorables y no sólo de un puñado de canciones individuales magníficas. Muchísimo más que el símbolo de una promesa inicial que se fue licuando en una decadencia marketinera impuesta desde el exterior industrial (léase Parker, la RCA y el sistema productivo hollywoodense), el muchacho de Tupelo aparece aquí más seguro en estudio y arriba del escenario que en otros tantos retratos similares del pasado, sepultado por supuesto por la maquinaría erigida a su alrededor pero también capaz de desahogarse y canalizar sus frustraciones y sus alegrías en toda la música que nos legó…

 

Elvis Presley: The Searcher (Estados Unidos, 2018)

Dirección: Thom Zimny. Guión: Alan Light. Elenco: Elvis Presley, Priscilla Presley, Sam Phillips, Bones Howe, Ernst Jørgensen, Red West, Bruce Springsteen, Tom Petty, Robbie Robertson, Jerry Schilling. Producción: Thom Zimny, Kary Antholis, Ernst Jørgensen, Zachary Russo y Priscilla Presley. Duración: 205 minutos.

Puntaje: 9