El Conde de Montecristo (Le Comte de Monte-Cristo)

La venganza más intensa

Por Emiliano Fernández

Tantas son las adaptaciones explícitas e implícitas en el gremio audiovisual de El Conde de Montecristo (Le Comte de Monte-Cristo, 1844-1846), una de las novelas más famosas de Alejandro Dumas más Auguste Maquet, su “negro literario” favorito y por cierto el más famoso de los muchísimos que utilizó en sus aproximadamente 300 trabajos, que nuestra inmortal historia de perfidia, martirio y venganza/ justicia a toda pompa sinceramente corría peligro de transformarse, a esta altura del Siglo XXI y su cinismo patético en casi todos los ámbitos de la cultura, en otra de esas estampitas narrativas clásicas vaciadas de todo significado por la multitud de voces que intervinieron con el transcurso de los años, algunas anodinas y otras realmente valiosas pero después “pisoteadas” por mediocres del montón que trajeron a cuenta su insustancialidad, a modo de ejemplos pensemos en las acepciones cinematográficas estadounidenses de 1934 de Rowland V. Lee con Robert Donat y de 2002 de Kevin Reynolds con Jim Caviezel, la mexicana de 1942 de Chano Urueta con Arturo de Córdova, la argentina de 1953 de León Klimovsky con Jorge Mistral y las francesas de 1954 de Robert Vernay con un recordado Jean Marais y de 1961 de Claude Autant-Lara con Louis Jourdan, un lote al que se suma la pata de TV mediante el telefilm británico de 1975 de David Greene con Richard Chamberlain, la miniserie gala de 1998 de Josée Dayan con Gérard Depardieu, la telenovela argentina del 2006 de Miguel Colom y equipo con Pablo Echarri y la miniserie italiana/ francesa de 2024 del danés Bille August con Sam Claflin, entre muchas otras traslaciones de la más variada envergadura.

 

El libro de Dumas y Maquet, como decíamos anteriormente uno de sus más populares en todos los confines del planeta junto con La Reina Margot (La Reine Margot, 1844-1845), El Tulipán Negro (La Tulipe Noire, 1850) y la denominada Trilogía de D’Artagnan, aquella archiconocida de Los Tres Mosqueteros (Les Trois Mousquetaires, 1844), Veinte Años Después (Vingt Ans Après, 1845) y El Vizconde de Bragelonne (Le Vicomte de Bragelonne, 1847-1850), novelas publicadas por entregas en Le Siècle, parecía un texto ya agotado en materia de adaptaciones a otros lenguajes hasta la llegada de El Conde de Montecristo (Le Comte de Monte-Cristo, 2024), apasionante relectura para el séptimo arte de Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, un dúo de cineastas que logran la proeza de balancear el melodrama y el thriller de aventuras gracias a su experiencia como libretistas para terceros como ese Martin Bourboulon de la simpática relectura del 2023 de Los Tres Mosqueteros, amén de haber realizado por cuenta propia -ya sea con ambos dirigiendo o con Alexandre produciendo y colaborando en la trama- un pequeño gran thriller con Mathieu Kassovitz de sustitución de identidad símil el Tom Ripley de Patricia Highsmith, Un Ilustre Desconocido (Un Illustre Inconnu, 2014), una comedia descartable, La Jungla (La Jungle, 2006), y otras dos farsas aunque amenas, El Nombre (Le Prénom, 2012) y Lo Mejor Está por Venir (Le Meilleur Reste à Venir, 2019), ambas derivando en respectivas remakes, nos referimos a la italiana El Nombre del Hijo (Il Nome del Figlio, 2015), convite de Francesca Archibugi, y la alemana ¡Lo Mejor Está por Venir! (Das Beste Kommt Noch!, 2023), de Til Schweiger.

 

Modificando una multitud de sucesos, detalles y relaciones/ vínculos entre los personajes principales pero al mismo tiempo conservando el núcleo conceptual de la novela, una suerte de binomio bélico en el que la paciencia y la esperanza se enfrentan al dolor, el odio y la fatalidad en secuencia, la película efectivamente respeta en términos macros el accidentado derrotero de Edmond Dantès (Pierre Niney), un marinero e hijo de un siervo de la familia Morcerf (Bernard Blancan) que en 1815, durante los Cien Días de Napoleón Bonaparte, y con apenas 22 años de edad es arrestado bajo cargos inventados de ser espía napoleónico en el mismo día de su casamiento con Mercédès Herrera (Anaïs Demoustier), una estratagema de tres individuos, primero el primo de Mercédès, Fernand de Morcef (Bastien Bouillon), quien desea a la linda ninfa para él, segundo su otrora capitán en el navío mercante Faraón, Danglars (Patrick Mille), sujeto cruel que perdió su puesto por negarse a rescatar en el mar a la militante bonapartista Angèle (Adèle Simphal), una señorita que de hecho fue salvada de ahogarse por Edmond, y tercero el fiscal del rey Gérard de Villefort (Laurent Lafitte), nada menos que el hermano de Angèle y un funcionario maquiavélico deseoso de evitar el posible escándalo para preservar sus privilegios. Catorce años después, Dantès consigue escapar de la Prisión del Castillo de If, en la Bahía de Marsella, simulando ser el cadáver de otro reo, el Abate Faria (Pierfrancesco Favino), un erudito italiano que le transmite todo su conocimiento a lo largo del tiempo y pone a su disposición el gran tesoro de la Orden de los Caballeros Templarios, resguardado en la Isla de Montecristo, en el Archipiélago Toscano.

 

Delaporte y La Patellière, administrando un presupuesto enorme para el nivel europeo de 43 millones de euros, por un lado aprovechan con sagacidad y elegancia el latiguillo se siempre, la cruzada en pos de desquite de Dantès, reconvertido en el Conde de Montecristo, contra los tres villanos junto con sus dos ayudantes infaltables, André alias Príncipe Andrea Cavalcanti (Julien de Saint Jean), el hijo ilegítimo de Villefort rescatado de la muerte por Angèle, y Haydée (Anamaria Vartolomei), señorita que también anhela revancha porque su progenitor murió a manos del militar de carrera Morcef, y por el otro lado nos regalan una colección de ingredientes supremos que incluyen locaciones gloriosas, espíritu aventurero fascinante, un excelente desempeño de todo el elenco, fotografía sublime, esa impecable reconstrucción de época, secuencias inspiradas de acción y por supuesto una intensidad folletinesca que aporta dinamismo y se transforma en bandera del relato pero sin descuidar los momentos reposados o más tranquilos dentro de un metraje de casi tres horas. Poniendo en vergüenza a Hollywood en general y sobre todo al eje industrial excrementicio del Siglo XXI, aquel de Disney, Netflix y Marvel, El Conde de Montecristo es una epopeya sincera sin nada de la hipocresía del mainstream contemporáneo y con una ambición discursiva casi extinta, siempre deseosa de exprimir las elipsis y disfraces más célebres de la literatura gala mientras segmenta tanto la culpabilidad (entre los ideólogos, los ejecutores y los meros cómplices) como la lacra en el poder (ese Morcef castrense, el Villefort de índole estatal y un Danglars modelo capitalista inmundo, en pantalla enriquecido con el transcurso de los años mediante deslealtades y movidas engañosas varias dentro del rubro naviero). Aquí la injusticia oportunista/ pancista se nos aparece como una ladrona de tiempo, libre albedrío y especialmente felicidad, en este sentido el conocimiento científico e histórico y la cultura de impronta artística que recibe Dantès en el presidio de parte del Abate Faria constituyen los antídotos por antonomasia contra la crueldad y la traición de la alta burguesía más aristocrática o caníbal. Más allá del optimismo de esta fábula frenética sobre los peligros y callejones sin salida morales de la justicia a cualquier precio, quizás la mayor revelación de la experiencia sea el mismo protagonista, Niney, un actor extraordinario que se adapta con facilidad a las distintas máscaras que Dantès utiliza en su misión y que hasta este momento no era precisamente conocido por fuera de Francia, hoy por fin cosechando en el mercado global lo que ha venido sembrando de a poco a través de sus personajes en propuestas muy diversas como Yves Saint Laurent (2014), de Jalil Lespert, La Odisea (L’Odyssée, 2016), de Jérôme Salle, Frantz (2016), de François Ozon, Promesa al Amanecer (La Promesse de l’Aube, 2017), de Eric Barbier, Goliath (2022), de Frédéric Tellier, La Farsa (Mascarade, 2022), de Nicolas Bedos, El Libro de las Soluciones (Le Livre des Solutions, 2023), opus de Michel Gondry, y desde ya Un Hombre Perfecto (Un Homme Idéal, 2015) más Caja Negra (Boîte Noire, 2021), sus dos exitosos trabajos para Yann Gozlan en el campo del thriller…

 

El Conde de Montecristo (Le Comte de Monte-Cristo, Francia/ Bélgica, 2024)

Dirección y Guión: Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière. Elenco: Pierre Niney, Bastien Bouillon, Anaïs Demoustier, Laurent Lafitte, Pierfrancesco Favino, Julien de Saint Jean, Anamaria Vartolomei, Patrick Mille, Adèle Simphal, Bernard Blancan. Producción: Dimitri Rassam. Duración: 178 minutos.

Puntaje: 9