La Sustancia (The Substance)

Las chicas lindas siempre deberían sonreír

Por Emiliano Fernández

El salto de la cineasta francesa Coralie Fargeat entre Venganza (Revenge, 2017), su ópera prima y una cruza de thriller bucólico, terror de lo más renegado y cine de acción con ecos del formato exploitation de violación y venganza/ “rape and revenge”, y La Sustancia (The Substance, 2024), su demorada segunda película y un ataque desfachatado al edadismo y el culto a la belleza más insustancial en las sociedades contemporáneas, fue tan grande en términos formales -aunque no cualitativos, porque el debut ya ofrecía una experiencia muy interesante- que conduce al espectador a identificar de manera retrospectiva los puntos en común o indicios que puedan haber anticipado de modo subrepticio el humor negro a toda pompa de La Sustancia, basta con pensar que Venganza incluía ingredientes varios que serían retomados siete años después como por ejemplo la mirada masculina embotada con lo femenino rutilante, aquella violencia tanto simbólica como material, una transformación corporal extremadamente dolorosa, la sobreabundancia de personajes masculinos con poder dentro de un entramado claustrofóbico, el inusitado despliegue gore del último acto del relato y desde ya la presencia nada sutil del fénix como bandera suprema de la regeneración desde las cenizas cuando todo parece perdido, ahora con pretensiones burlonas porque la protagonista de la ópera prima formaba parte del lumpenproletariado de la belleza rosa y su homóloga de La Sustancia, en cambio, es una burguesa hiper ricachona que no despierta semejante empatía aunque habilita un sarcasmo valiente y contracultural que va de menor a mayor con el devenir de los minutos. Conviene recordar que Venganza giraba alrededor de Jen (Matilda Anna Ingrid Lutz), una chica que era empujada desde un precipicio en el medio del desierto por un tal Richard (Kevin Janssens), oligarca capitalista y su amante casado, porque la mujer amenazó con contarle todo a la esposa del hombre luego de que la violase uno de sus amigos, Stan (Vincent Colombe), quien junto con Richard y otro sujeto más, Dimitri (Guillaume Bouchède), se dedicaban a cazarla ya que la señorita seguía con vida a pesar de la generosa caída y del hecho de quedar empalada en su torso por un árbol seco, a lo que sobrevivía quemando la madera, drogándose con peyote para extraer el palo y cauterizando pronto la herida con una lata que la marcaba con el fénix, preámbulo para esa carnicería sugerida por el título desde una brevedad admirable digna de otros tiempos.

 

Aquella cruza explícita de Escupo sobre tu Tumba (I Spit on Your Grave, 1978), de Meir Zarchi, Mad Max (1979), de George Miller, Rambo (First Blood, 1982), de Ted Kotcheff, y Kill Bill (2003 y 2004), de Quentin Tarantino, en esta ocasión deriva en un pacto faustiano que recupera el estrellato evanescente de El Ocaso de una Vida (Sunset Boulevard, 1950), de Billy Wilder, el delirio dermatológico/ corporal/ cosmetológico de Crímenes del Futuro (Crimes of the Future, 1970), de David Cronenberg, los dardos contra la lógica televisiva siempre brutal de Poder que Mata (Network, 1976), de Sidney Lumet, la metamorfosis rosa del espanto de Posesión (Possession, 1981), de Andrzej Zulawski, aquella totemización fantástica de la juventud y la inmortalidad en la alta burguesía de La Muerte le Sienta Bien (Death Becomes Her, 1992), de Robert Zemeckis, e incluso la guerra para nada fría entre mujeres que se desviven por sobresalir en un negocio muy competitivo y controlado por hombres de Showgirls (1995), la joya satírica ampulosa de Paul Verhoeven. El guión de La Sustancia de la propia Fargeat la posiciona en el mismo nivel de creatividad iconoclasta de su compatriota Julia Ducournau, aquella de Crudo (Grave, 2016) y Titanio (Titane, 2021), y la británica Rose Glass, responsable crucial de Santa Maud (Saint Maud, 2019) y Amor, Mentiras y Sangre (Love Lies Bleeding, 2024), y arranca parodiando tácitamente a la Jane Fonda de los años 80 porque la protagonista es una otrora celebridad de la industria cultural estadounidense -incluida una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood- que sobrevive con un programa de TV de aerobics bautizado Dale Brillo a tu Vida/ Sparkle Your Life, de hecho Elisabeth Sparkle (Demi Moore), ex actriz que a los 50 años de edad es despedida sin más por el mandamás de la cadena televisiva, el desagradable Harvey (Dennis Quaid), y por ello decide probar un tratamiento novedoso del mercado negro llamado La Sustancia, al que accede por el pendrive de un enfermero de una clínica privada (Robin Greer) luego de protagonizar un accidente de tránsito. Bajo la promesa de abrirle paso a una “mejor versión de sí misma”, Elisabeth en esencia se somete a un suero de reproducción celular que genera de inmediato un duplicado más joven, hermoso y perfecto que eclosiona desde su espalda, Sue (Margaret Qualley), señorita de unos 20 años que debe “estabilizarse” todos los días inyectándose un fluido que saca con una jeringa de la médula espinal de la pobre Sparkle.

 

Las dos mujeres, la original y el duplicado, conforman conceptualmente y en la praxis un único organismo aunque no pueden convivir en el plano lúcido de la existencia ya que la otra gran obligación del experimento es turnarse cada siete jornadas mediante transfusiones de sangre, por ello una siempre yace desvanecida en el baño de la mansión en cuestión y la otra lleva adelante una vida pública kitsch en consonancia con la necesidad de que el fluido espinal de la “matriz”, Elisabeth, se regenere para después poder ser extraído e inyectado en el “otro yo”, Sue, panorama que genera una situación con resonancias de El Extraño Caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde (Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1886), la recordada novela corta de influjo gótico de Robert Louis Stevenson, porque Sue se presenta al infaltable casting para reemplazar a Elisabeth, queda seleccionada con el beneplácito de Harvey y comienza a desarrollar un comportamiento egoísta para destacarse en el programa resultante, Ínflalo/ Pump It Up, e independizarse cada vez más al extremo de descuidar el límite de tiempo de una semana, así la falta de fluido motiva el colapso del cuerpo de Sue y la jornada adicional ocasiona que la anatomía de Sparkle se marchite hasta un grotesco que supera la simple vejez repentina. El primer efecto colateral, mientras el duplicado crece en popularidad y se acuesta con amantes efímeros/ hedonistas como Troy (Oscar Lesage) y Diego (Hugo Diego García), es un dedo de una mano un tanto monstruoso, lo que implica que la autoestima de Elisabeth se cae a pedazos y la mujer -sin vástagos ni pareja ni amigos a la vista- no puede reunir las fuerzas necesarias para una cita con un fan tontuelo que la idolatra, provocando de inmediato la envidia hacia una Sue exitosa que a su vez descubre el departamento de ambas más y más descuidado y repleto de restos de comida. El asunto trepa en intensidad cuando Harvey le encarga a la ninfa sintética encabezar el especial de Año Nuevo de la cadena y Sue efectivamente se toma primero unos días y a posteriori la friolera de tres meses por fuera de la semana reglamentaria, desencadenando que Sparkle adquiera un look ultra demacrado símil bruja o arpía y coquetee con la posibilidad de matar a su duplicado con otro suero de la misma compañía en las sombras responsable de todo, no obstante a último minuto se arrepiente y la chica le devuelve el favor asesinándola a golpes contra el espejo del baño y después a través de una cruel serie de patadas en el living room.

 

Como en el caso de Venganza, Fargeat aquí administra con maestría los diferentes géneros en línea con la ciencia ficción y el body horror de ensimismamiento y competencia rosa, la sátira social surrealista, el melodrama de la mediana edad, el erotismo macabro o más bien bizarro, la autocrítica del mundo del espectáculo, el suspenso alrededor del doppelgänger o doble malvado/ fantasmagórico, la parodia de los tratamientos de belleza, la comedia negra histérica sobre la jubilación u obsolescencia laboral capitalista y la denuncia de la mirada masculina cosificante vía la hipérbole en las secuencias videocliperas de Ínflalo, muchos culos y muchas piernas de por medio. Desde una puesta en escena minimalista deudora de La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, 1971), de Stanley Kubrick, pero recargada con esteroides y esas geniales actuaciones de parte de una Qualley putona y psicopática y el dúo de Quaid, hoy creando la caricatura perfecta de un magnate del mainstream audiovisual más chatarra o descartable, y Moore, sin duda regalándonos el mejor desempeño de su larga trayectoria gracias a la paradoja de regresar a su costado más trash, visceral y autoparódico circa Striptease (1996), de Andrew Bergman, y Hasta el Límite (G.I. Jane, 1997), de Ridley Scott, la propuesta no le teme a los desnudos ni derrapa en el panfleto misándrico porque si bien la mayoría de los hombres en pantalla son huecos, insensibles o babosos, también se nos presenta un caso masculino de transformación y parasitismo siniestro por La Sustancia y en suma la intención de la realizadora no se limita a pegarle a los machos porque el film asimismo incluye mucho de catarsis rosa o fábula de autoreemplazo femenino a través de tópicos como la autonomía, la soledad, el canibalismo corporativo, la fama, la sed eterna de esplendor, el autosabotaje, el desdoblamiento psíquico, la anatomía frankensteineana -ahora con creador y criatura amalgamados- y ese falso conflicto condicionado por el marketing y la publicidad entre los viejos/ feos y los jóvenes/ lindos. Fargeat se mofa del conformismo hipócrita individualista del Siglo XXI y sorprende con un remate glorioso lleno de gore con motivo del especial de fin de año y un nuevo engendro pero salido del cuerpo de Sue, final que unifica El Hombre Elefante (The Elephant Man, 1980), de David Lynch, con Hellraiser (1987), de Clive Barker, Alta Sociedad (Society, 1989), obra maestra antiburguesa de Brian Yuzna, y Muertos de Miedo (Braindead, 1992), aquel neoclásico freak de Peter Jackson…

 

La Sustancia (The Substance, Reino Unido/ Francia, 2024)

Dirección y Guión: Coralie Fargeat. Elenco: Demi Moore, Dennis Quaid, Margaret Qualley, Oscar Lesage, Hugo Diego García, Joseph Balderrama, Alexandra Papoulias Barton, Tiffany Hofstetter, Gore Abrams, Robin Greer. Producción: Coralie Fargeat, Eric Fellner y Tim Bevan. Duración: 140 minutos.

Puntaje: 10