Al igual que muchos músicos a lo largo de la historia cultural del Siglo XX, los intérpretes populares se han renovado para adaptarse a las cambiantes nuevas modas, reencontrándose o alejándose de la voz que alguna vez los destacó del magma discográfico. Esto se evidenció mucho en la transformación de los músicos y bandas del rock progresivo de los setenta en la década del ochenta, en un cambio radical que se gestó durante toda la segunda mitad de los setenta. En el caso de Peter Gabriel, su camino comenzó con su alejamiento de Genesis tras el disco doble conceptual The Lamb Lies Down on Broadway (1974), el trabajo más ambicioso de la banda. Casi cincuenta años después de ese hito, Gabriel regresa con otro álbum bajo el brazo, I/O (2023), una mezcla de acercamiento y alejamiento, o entradas y salidas como indica el título, muy en el estilo que lo catapultó a las cimas de las listas de éxitos musicales mundiales. Este nuevo álbum, tras un largo silencio discográfico, es una combinación de su faceta más experimental y electrónica, de su búsqueda de nuevas imágenes sonoras, con las armonías folklóricas de distintas culturas que siempre caracterizaron sus temas, a la vez sin descuidar su aproximación pop al formato canción.
Ya desde los comienzos de Genesis, Peter Gabriel se había destacado como un intérprete versátil capaz de componer letras conceptuales que parecían pequeñas obras de teatro, que luego desarrollaba en el escenario de los recitales de la banda. En las letras de las canciones de Genesis, Gabriel pasaba por temas folklóricos y populares, monstruos mitológicos y tramas sociales muy profundas sobre el desarrollo capitalista inglés, colocando en la mira del rock cuestiones históricas muy diversas que no eran tan usuales en el género pero que empezaban a cobrar brío en una época convulsionada.
Después de abandonar Genesis, Gabriel se centró en un formato de canción menos ambicioso y más tradicional en cuanto a la longitud pero no en materia de las temáticas que abordó, posicionando en primer plano su compromiso político con su estilo poético, abordando el apartheid en Sudáfrica, por dar un ejemplo, lo que en los ochenta lo llevaría a participar de conciertos benéficos como el de Amnesty International, que lo trajo por primera vez a Buenos Aires en 1988 junto a Sting, Tracy Chapman y Bruce Springsteen, entre otros, y a fundar un sello discográfico, Real World, con un estudio propio, para grabar a músicos de todo el mundo interpretando canciones populares y mezclas de géneros de distintos continentes, poniendo especial énfasis en la música de regiones olvidadas por las grandes discográficas, con el ojo en África y Asia, dando a conocer a músicos de todo el planeta al público occidental y forzando de paso la creación de una batea en cada disquería con el rótulo de World Music/ Música del Mundo.
Los primeros cuatro álbumes solistas de Peter Gabriel fueron grabados y lanzados sin títulos en un período de cinco años, entre 1977 y 1982, bautizados por el público y la crítica numéricamente como Uno, Dos, Tres y Cuatro o según la temática de su tapa, Car (1977), Scratch (1978), Melt (1980) y Security (1982). Tras esa catarata de discos que tenían desde la balada Solsbury Hill hasta un homenaje al activista sudafricano antiapartheid asesinado por la policía de su país, Stephen Biko, Gabriel comenzó otra etapa de canciones más elaboradas centradas en la combinación de la imagen sonora con el contenido expresivo, período que tendría su pináculo en So (1986), su disco más conocido con canciones indelebles que se convertirían en emblemas como Sledgehammer, Don’t Give Up e In Your Eyes, y luego en Us (1992), que incluye composiciones tan extraordinarias como Steam y Blood of Eden, disco que lo traería por segunda vez a Buenos Aires en su gira mundial. Luego de ese tour Gabriel comenzaría a trabajar en distintos proyectos y compondría cientos de canciones, de las cuales elegiría tan solo diez para su siguiente disco, Up (2002), una pequeña obra maestra editada diez años después de Us. En medio de todo este trajín encararía las bandas sonoras de Birdy (1984), la gran película de Alan Parker después de The Wall (1982), protagonizada por Matthew Modine y Nicholas Cage, que editaría bajo el mismo nombre un año después, y La Última Tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, 1988), el film de Martin Scorsese, que editaría con el nombre de Passion (1989) bajo su sello Real World, una construcción sonora de la Pasión de Cristo absolutamente impresionante y marcada por el ritmo vertiginoso de la percusión de Manu Katché, disco con una emotividad que pone la piel de gallina. Luego se sumarían OVO (2000), soundtrack del proyecto de teatro multimedia The Millenium Show (2000) para conmemorar el nuevo milenio, a cargo del director de teatro inglés Douglas Hodge, con un domo concebido por el arquitecto británico Mark Fisher en Londres, y la banda sonora del film del director de cine australiano Phillip Noyce, Rabbit-Proof Fence (2002), titulada Long Walk Home: Music from the Rabbit-Proof Fence (2002).
El compositor de Shock the Monkey siempre fue un innovador y un experimentador, una rara avis dentro del rock, que apostó todo a sus ideas, que abandonó su banda, Genesis, en su apogeo, dejándola en algún punto huérfana, para comenzar una carrera solista completamente alejada de las rimbombantes actuaciones de los conciertos del conjunto inglés. Hasta su quinto disco, So, Gabriel no había conseguido consolidarse y parecía mal encaminado a abandonar el rótulo de ex cantante de Genesis. En 1982, de hecho, se había tenido que reunir con sus ex compañeros, léase el cantante y baterista Phil Collins, que ya había lanzado exitosamente su carrera solista con Face Value (1981) y estaba a punto de transformar el devenir de la banda con su primer disco completamente pop, el bajista Mike Rutherford, el tecladista Anthony Banks y el guitarrista Steve Hackett, en un concierto que buscaba sacarlo de la bancarrota debido a las deudas de la primera edición del festival WOMAD (World of Music, Arts and Dance), que el músico británico había creado para difundir distintas formas de música, arte y danza en un espectáculo muy ambicioso. Con So Gabriel conseguiría apuntalar su carrera y convertirse en una estrella de canciones que generaban un extraño atractivo, siempre oscilando entre el pop de moda, los sonidos del mundo, el folk y hasta la experimentación en una combinación que parecía imposible pero generaba fascinación. Us sería la inmejorable continuación de ese camino que tenía como centro su increíble voz de barítono quebrada, capaz de crear poesías sonoras inolvidables.
Ya a mitad de los noventa Gabriel había comenzado a gestar I/O, que se suponía que iba a ser lanzado poco después de Up, pero las giras, los problemas y los proyectos se apilaron en su camino. Canciones para películas, discos de covers, como Scratch my Back (2010), y de versiones orquestales, como New Blood (2011), las colaboraciones con distintos artistas y la enfermedad de su esposa, Meabh Flynn, dilatarían la finalización de una nueva placa de canciones originales, que finalmente comenzaría a gestarse poco antes de la pandemia y derivaría en las primeras grabaciones en 2021 junto a sus colegas de toda su carrera solista, el baterista y percusionista Manu Katché, el bajista Tony Levin, el guitarrista David Rhodes y por supuesto el infaltable Brian Eno en sintetizadores y producción. Luego se sumarían músicos de distintas latitudes como Ged Lynch en percusión, Tom Cawley en piano, Evan Smith en saxofón, Josh Shpak en trompetas, Linnea Olsson en violonchelo, Angie Pollock en sintetizadores, Ríoghnach Connolly y Jennie Abrahamson en voces y hasta el coro sudafricano The Soweto Gospel Choir.
Grabado en siete estudios distintos desde Londres a Upsala y Bolonia, pasando además por Johannesburgo, I/O fue concebido como un proyecto ambicioso a igual que todos sus discos a partir de So. Cada una de las doce canciones que componen el álbum fue grabada con una mezcla y una tonalidad distinta, que denominó Dark Side y Bright Side, improntas oscura y luminosa, dos versiones de un mismo disco que remiten a la dicotomía de la vida, de cada persona, del dilema de cada individuo entre su lado oscuro y su faceta más luminosa. La luminosa fue mezclada por el multipremiado ingeniero de sonido que trabajó con Björk y Madonna, Mark “Spike” Stent, mientras que la versión oscura fue grabada por Tchad Blake, conocido por utilizar la técnica binaural de dos micrófonos para buscar un sonido estereofónico tridimensional. La mezcla de Stent es más tradicional y hace hincapié en la vertiente más clásica de Gabriel mientras que Blake ofrece versiones más profundas, cargadas de un vacío oscuro, como si un agujero negro amenazara con tragarse las canciones sin lograrlo, debido a la densidad de éstas. Gabriel buscó con ambos ingenieros distintas variables para sus canciones y finalmente fue incapaz de elegir entre uno y otro, por lo que decidió lanzar al mercado ambas versiones y que el público disfrute de ambas mezclas. Por si esto fuera poco junto al ingeniero Hans-Martin Buff, Gabriel lanzó una tercera mezcla para el sistema Dolby-Atmos, denominada In-Side Mix, una versión para cines que necesita de un equipo especial para ser disfrutada en su máxima expresión.
Para ponerle un poco de misterio al asunto y otorgarle otra capa conceptual más al disco, cada canción con sus tres versiones fue lanzada al mercado como sencillo con cada Luna Llena durante 2023, eligiendo tan solo doce composiciones de las veinte que tenía en mente. Panopticom, la apertura del disco, irrumpe con una guitarra para desencadenar esos sonidos de sintetizadores que caracterizan los últimos treinta años de la carrera de Gabriel, combinando guitarras eléctricas, acústicas y los teclados en un tema inspirado en los proyectos de información e investigación periodística que incluyen la denuncia de violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas policiales estatales, promoviendo la construcción de redes de información que rompan los cercos de mentiras montados por los medios masivos, la policía y los gobiernos que buscan silenciar a sus opositores. Otra de las principales preocupaciones de Gabriel aparece en The Court, la siguiente canción del disco, que tiene una construcción musical y narrativa muy parecida al primer tema, refiriéndose aquí a las organizaciones multinacionales que defienden a personas y comunidades que son injustamente privadas de su libertad o de sus tierras o propiedades o son víctimas de abusos de algún Estado, en una crítica muy marcada a los sistemas jurídicos mundiales, a los que las personas con menos recursos no pueden acceder salvo como víctimas. El tercer tema, el primero con base orquestal, Playing for Time, es precisamente una canción sobre el tiempo que aprovecha la calidez de la voz de Gabriel para explayarse sobre las peleas que tenemos por diversos temas que nos distraen de lo importante, el hecho de que nuestras vidas son finitas y deberíamos usar el tiempo que tenemos para hacer el bien, disfrutar de los pequeños momentos de felicidad y ayudar a aquellos que lo necesitan.
La canción más brillante y que le otorga un sentido cabal a todo el disco es I/O, precisamente el tema que da nombre al álbum, que remite a input/output, entrada/salida, dos movimientos del proceso de vida y muerte de todo ser. Aquí Gabriel expresa que él es parte de un todo más grande, un ser que al igual que todos los seres vive y crea, como las semillas o las raíces, relacionándose con el mundo que lo rodea desde el amor. I/O es una canción sobre el constante fluir de la vida que se transforma en muerte para dar nueva vida, una lección que el ego muchas veces no nos deja aprender. Compuesta por Gabriel junto al productor musical Richard Russell, Four Kinds of Horses analiza la tensión entre la calma y el terror que anidan en el corazón de las religiones, composición que remite a la parábola budista sobre las distintas perspectivas que un estudiante puede tomar ante la misma práctica espiritual. La letra de Road to Joy, uno de los últimos temas en ser terminados, escrita junto a Brian Eno en base a una idea desarrollada para OVO sobre la necesidad de enfrentarse al poder, está inspirada en el trabajo del artista y activista político chino Ai Weiwei, un acérrimo detractor del autoritario régimen de su país que aportó tres diseños para el lanzamiento como sencillo de la canción en la Luna de Fresa del 2023. Marcada por un sonido cálido de piano y sintetizadores, So Much es una bella canción que versa sobre la mortalidad y el proceso de envejecimiento, una mirada sobre la vida a partir de haber vivido intensamente y aún tener mucho por hacer, que le abre paso a Olive Tree, el tema musicalmente más alegre de I/O, que discurre sobre estar conectado al mundo y a la vida como un árbol con la tierra de la que se alimenta.
Love Can Heal, un tema que Gabriel ya tocaba desde 2016 en sus recitales, fue compuesto como un homenaje a la miembro del parlamento inglés Jo Cox, una congresista del Partido Laborista asesinada por un psicópata neonazi que le disparó y la apuñaló en la calle. La canción propone que el amor debe prevalecer ante la locura que promueve el nuevo liberalismo aliado a las ideas de extrema derecha. En This Is Home Peter Gabriel experimenta con los ritmos típicos de Motown para terminar creando una versión completamente personal en base a las paradigmáticas secciones rítmicas del sello discográfico, redondeando dos tipos de voces que conversan con una orquesta de fondo sobre el regreso a las raíces, al hogar musical, para jugar con lo que se conoce y crear algo nuevo. El anteúltimo tema del disco, And Still, obra orquestal con predominancia del violonchelo, es una elegía muy emotiva a sus padres, un tema compuesto principalmente para su progenitora como un homenaje y un agradecimiento póstumo en el que expresa cómo cada lugar le genera un recuerdo sobre ella. En Live and Let Live, el último tema del álbum, cuya imagen para el sencillo fue diseñada por Nick Cave, Gabriel argumenta en una de las canciones más alegres que la venganza y la furia nunca son la respuesta al odio, proponiendo tomar distancia para aprender a perdonar. Vivir y dejar vivir en paz. La canción, que tiene las voces de The Soweto Gospel Choir, está inspirada en la labor de los activistas sudafricanos contra el apartheid Nelson Mandela y Desmond Tutu, así como en las prédicas del pastor y activista norteamericano por los derechos civiles Martin Luther King Jr.
I/O es un disco que Gabriel fue desarrollando durante muchos años, utilizando algunas de sus ideas en OVO, otras en canciones de películas, puliendo sus nociones para lograr una claridad que el músico viene promoviendo desde hace varias décadas, la necesidad de defender los derechos humanos y denunciar los abusos, la defensa de la paz y de los valores democráticos y de tolerancia, y el rechazo de las política de odio en todas sus dimensiones, cuestiones que cualquier ser humano debería alentar pero que desgraciadamente el egoísmo y la codicia de algunos adictos al poder buscan aplastar mediante la represión física y el ahogamiento económico de toda idea que amenace sus privilegios.
En este último trabajo de Peter Gabriel hay muchas concepciones universales sobre el amor, la vida y la paz, muchas metáforas sobre el poder y el espíritu humano que oscilan entre la tensión y la distensión, la densidad y la transparencia que caracterizan a toda gran obra musical. I/O es un disco que, al igual que sus dos versiones, puede ser muy luminoso y oscuro a la vez. Una obra que trasmite esperanza o desasosiego, emociones que todos sentimos constantemente cuando nos aproximamos a la realidad. Al igual que esta praxis líquida y resbalosa en la que vivimos, donde muchas veces los límites no son claros y las ideologías parecen derretirse ante la vertiginosidad de los acontecimientos, ambas versiones de la placa no son tan disímiles y tienen mucho en común. Las diferencias son más de carácter, muchas veces sutiles, difíciles de discernir para el oído no entrenado, pero están allí, al igual que la verdad y la mentira que los medios masivos ya no se molestan en comprobar.
I/O, de Peter Gabriel (2023)
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