El Cuadro Robado (Le Tableau Volé)

Las reglas del arte

Por Martín Chiavarino

Gracias a la promoción estatal del cine como política de fomento de la industria cultural que tiene todo Estado desarrollado mínimamente serio, el cine francés goza de una gran salud. Este impulso del séptimo arte le permite tener una filmografía heterogénea, viva, capaz de abordar temáticas de una gran actualidad como las que trata El Cuadro Robado (Le Tableau Volé, 2024), el último film del realizador francés Pascal Bonitzer, un experto en comedias dramáticas que logra aquí su mejor obra hasta la fecha.

 

Escrita por el propio Bonitzer en colaboración con Iliana Lolic, la película reproduce la historia real del derrotero de Los Girasoles Marchitos (Sonnenblumen, 1914), el famoso cuadro del pintor austríaco Egon Schiele pintado durante el comienzo de la Primera Guerra Mundial como un homenaje y una reversión adaptada a la época de Los Girasoles (Tournesols), serie pintada en Arlés entre 1888 y 1889 por el neerlandés Vincent van Gogh. Paradójicamente, como una ironía de la historia, el cuadro desaparece en Estrasburgo a comienzos de la Segunda Guerra Mundial cuando su dueño Karl Grünwald, coleccionista de arte y amigo de Schiele, huye de Europa hacia Estados Unidos intentando vender sus cuadros para salvar infructuosamente a su familia, que termina en los campos de concentración víctima de la locura nazi.

 

Inesperadamente la pintura aparece en una casa de subastas, Christie’s, en París en 2005, luego de que los expertos corroboren la autenticidad del cuadro, que estaba en posesión de un joven obrero de la ciudad de Mulhouse, en la región industrial de Alsacia. La película reconstruye esta historia en clave de ficción a partir del punto de vista de André Masson (Alex Lutz), un insoportable y soberbio experto en arte, y su ex esposa, Bertina (Léa Drucker), la única persona que lo tolera y lo ayuda a corroborar la legitimidad del cuadro. Martin Keller (Arcadi Radeff), el obrero, Suzanne Egerman (Nora Hamzawi), su abogada, y Aurore (Louise Chevillotte), una joven pasante de la casa de subastas, aquí llamada Scottie’s, los secundan en esta increíble historia sobre la importancia del arte, la belleza de las grandes obras de la pintura y la potencia del pintor del heteróclito secesionismo vienés, Egon Schiele, parte del modernismo de la época.

 

Jugando entre el drama y la comedia, Bonitzer presenta a una alta burguesía francesa verdaderamente asquerosa, que sabe mucho de arte pero poco y nada de trato humano. Luego de una reunión con una potencial vendedora de objetos de arte, una anciana ciega con poco tacto, Aurore, la pasante de la casa de subastas, recibe de parte de su mentor, el experimentado Masson, una lección acerca de lo que le espera si sigue en ese rubro. Ese es el comienzo del film, una escena entre divertida e incómoda, que da mucho que pensar sobre la humanidad y la falta de ella entre las clases altas.

 

Mientras que Masson y su ex esposa están fascinados por el descubrimiento que han hecho, el joven obrero no quiere saber nada con la pintura que tenía en su casa luego de conocer su ominoso origen. Mientras tanto, Aurore, la pasante mitómana, utiliza su nuevo trabajo como una plataforma para vengarse de un ex socio de su padre que lo estafó hace muchos años, intentando conducirlo a hacer un mal negocio comprando un libro antiguo a un precio demasiado alto que nadie quisiera pagar.

 

Además de la mentirosa, Aurore, uno de los personajes más enigmáticos es Martin, el joven obrero que trabaja en una fábrica en el horario nocturno. Uno de sus amigos y compañeros de trabajo, Paco (Matthieu Lucci), no puede entender que quiera renunciar al cuadro. Por suerte a instancias de la abogada y de Masson, el principal heredero, Doug Rand (Bob Wahlberg), le ofrece a Martin una participación muy importante que el joven acepta.

 

La película muestra las distintas argucias con las que los expertos en arte intentan engañar a las casas de subastas y, a su vez, las campañas de las casas de subastas para inflar el precio de las obras, como algunas de las instancias en las que se mueven y existen las reglas del arte, demostrando como todo lo que Walter Benjamin señalaba sobre la singularidad del arte a través del aura y la historia de las obras artísticas en La Obra de Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica (Das Kunstwerk im Zeitalter seiner Technischen Reproduzierbarkeit, 1935), uno de sus ensayos más famosos, sigue igual de vigente que cuando fue publicado por primera vez.

 

Una de las mejores decisiones de Bonitzer es no abusar de las tomas del cuadro de Schiele. En lugar de ello, intenta captar las sensaciones que recorren a los personajes alrededor de la obra, abriendo el juego actoral para que se luzcan los intérpretes, que realizan una muy buena labor sin que ninguno se destaque por encima de los otros, en una odisea coral en la que todas las historias son igual de importantes y todos los personajes tienen una jerarquía relativamente equivalente.

 

A pesar de ser muy esquemática y de no trabajar del todo bien los cambios en la actitud de los personajes, El Cuadro Robado es una película muy eficaz, de una gran actualidad, con personajes reales, que pueden ser expertos en algo muy específico pero caen en las estafas más impensadas. Bonitzer trae a colación que veinte años después de la historia que reconstruye, la temática sigue manteniendo su vigencia y efectividad mientras miles de obras continúan desaparecidas. Así se recupera el robo de obras por parte de los nazis, el rechazo del “arte degenerado” dentro de la ideología nacionalsocialista y la condición de las obras de arte como moneda de cambio para las casas de subastas, con una crítica a la desagradable arrogancia de la alta burguesía francesa, al pragmatismo utilitarista norteamericano y a la avaricia de muchos expertos, que son capaces de cualquier cosa con tal de quedarse con una obra, lo que contrasta con la humildad del obrero, eje de una situación extraordinaria que lo tiene como protagonista central.

 

El Cuadro Robado (Le Tableau Volé, Francia, 2024)

Dirección: Pascal Bonitzer. Guión: Pascal Bonitzer y Iliana Lolic. Elenco: Alex Lutz, Louise Chevillotte, Nora Hamzawi, Léa Drucker, Arcadi Radeff, Laurence Côte, Matthieu Lucci, Ilies Kadri, Vincent Nemeth, Alexandre Steiger. Producción: Saïd Ben Saïd. Duración: 91 minutos.

Puntaje: 7