Veintidós años y siete lanzamientos discográficos que mantuvieron su nombre en lo alto del panteón musical transcurrieron desde la primera visita de Nick Cave con su banda The Bad Seeds a la Argentina en 1996, donde brindó tres conciertos, el primero en el Teatro Opera, el segundo en el marco del Festival de la radio Rock & Pop en el Estadio de Ferrocarril Oeste y el tercero, mucho más íntimo, en Dr. Jeckyll. Todos recitales inolvidables para el público que se deleitó allá lejos y hace tiempo con algunos de los mejores temas de la carrera del músico australiano que giraba en esa época con su trabajo Murder Ballads (1996).
Nick Cave regresó a Buenos Aires con un concierto tan íntimo y demoledor como vibrante y efímero de dos horas y media, dejando interpretaciones maravillosas en las que se lució un carismático Warren Ellis, sólido socio de Cave desde 1994, que interpretó violín, mandolina, guitarra, viola, acordeón, flauta y piano. Manejando los tiempos y creando climas y microclimas, Cave desató sus eclécticas y multifacéticas canciones sobre un público que las recibió gratificado y anonadado por tanto talento en una noche increíble. Con sus sesenta y dos años, la danza enajenada de los comienzos de su carrera dejó su lugar a un espectáculo más sosegado pero no menos intenso en emociones. Más de treinta personas disfrutaron de una parte del recital arriba del escenario, festejando y bailando con Cave su esperado regreso y dejando en claro que todavía queda mucho más por venir en la trayectoria de este músico y escritor que ha incursionado en la poesía, la novela, los guiones, las bandas sonoras y distintos géneros musicales que ha adaptado a su penetrante voz y enfático carisma.
En el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas, Nick Cave regresó a Buenos Aires ante un público agradecido en una noche mágica que comenzó con una lúgubre y desoladora versión de Jesus Alone, tema que abre su último trabajo discográfico, Skeleton Tree (2016), una afligida elegía para su hijo trágicamente fallecido. En la misma línea del primer tema, el concierto continuó con Magneto, cuarta canción del disco, que tuvo que recomenzar unos minutos más tarde debido a una falla eléctrica que cortó el show en seco generando zozobra y comentarios a viva voz en contra del gobierno actual por parte de un público ya acostumbrado a las catástrofes y las malas noticias. Pero todo se solucionó rápido ahuyentando los fantasmas y Magneto continuó para dar lugar a Higgs Bosson Blues, el anteúltimo tema de Push the Sky Away (2013), un verdadero poema existencialista donde Cave exploró la pregunta que marca el tono de la canción, “can you feel my heartbeat?”, hipnotizando y conduciendo a un público extasiado y ansioso por fundirse en la demoledora voz de uno de los mejores músicos de nuestra era.
La gravedad cedió su lugar a la algarabía con una catarata de éxitos. Do You Love Me?, el maravilloso tema que abre Let Love In (1994), ese gran disco impetuoso y glamoroso que desató furor por Cave y las malas semillas. From Her to Eternity, un tema en el que Cave se sumió en el piano y estremeció con un estupor sin igual. A continuación volvió a Let Love In con Loverman, otra canción impresionante, y la fantástica y explosiva Red Right Hand. The Ship Song e Into My Arms marcaron un momento íntimo de gran belleza tras la ráfaga desatada anteriormente En estos temas Cave desarrolló su faceta de showman, que comenzó con algunas de sus composiciones más post punk, para apaciguarse luego con esa grave y hermosa balada que es The Ship Song. Con Shoot Me Down, un lado B lanzado en B-Sides & Rarities (2005), el tono melancólico se apoderó del show, que continuó con Girl in Amber, otro tema de Skeleton Tree, canción de un abatimiento desgarrador.
Con Tupelo, otro clásico de Cave del segundo disco solista del músico junto a The Bad Seeds, The Firstborn Is Dead (1985), se desencadenó una hipnótica fuerza intempestiva que sacudió el cuerpo de los presentes y el recital recupero su energía para adentrarse vigorosamente en Jubilee Street, otro tema de la placa Push the Sky Away con una letra plena en metáforas.
The Weeping Song, un emotivo tema de The Good Son (1990), se convirtió en una canción que marcó un antes y un después del recital con un Nick Cave que abandonó el escenario en medio de la balada para mezclarse con el público y generar un verdadero fragor por el gesto del músico australiano. Stagger Lee, otro ampuloso tema post punk de Murder Ballards, implicó un regreso a los estremecedores arreglos de guitarra para terminar con Push the Sky Away, tema que finaliza el disco homónimo con una atmósfera espacial suave que versa sobre la necesidad de no atenerse a las inclemencias y seguir luchando aunque otros digan que es mejor parar de correr los límites de lo posible.
Tras un breve interludio Nick Cave & The Bad Seeds regresaron al escenario para tocar tres temas más, City of Refuge, The Mercy Seat y Rings of Saturn. El primero, un oscuro tema de Tender Prey (1988) que retoma las bases góspel de una canción de blues de Blind Willie Johnson, I’m Gonna Run to the City of Refuge. City of Refuge generó un clamor por The Mercy Seat, el mejor tema del mismo disco, que Cave no pudo o no quiso desestimar, aunque no estaba en el plan de bises original. La canción con la que complació el deseo de su público ascendió con una letra urgente que narra los agudos pensamientos de un hombre a punto de ser electrocutado, y generó uno de los climas más intensos de una noche increíble a punto de terminarse que tuvo en Rings of Saturn, el segundo tema de Skeleton Tree, otro momento extático en el que Cave demandó y dirigió la participación del público en los coros de una canción que discurre sobre el destino trágico de algunas almas.
Durante dos horas y media Nick Cave & The Bad Seeds dejaron toda su energía en el escenario para ofrecer un concierto extraordinario que será recordado por todos los que acudieron a la cita de las malas semillas como la noche de las canciones sollozantes que evocaron, con lágrimas impertérritas y una placida algarabía, la alegría de poder disfrutar de la presencia y la música del australiano que empujó el cielo aún más lejos de lo que esperábamos y ansiábamos.
Nick Cave & The Bad Seeds en el Estadio Malvinas Argentinas. 10-10-18.
Nick Cave: voz, piano y guitarra.
Thomas Wydler: batería y percusión.
Martyn P. Casey: bajo.
Jim Sclavunos: batería, percusión y órgano.
Warren Ellis: violín, mandolina, guitarra, viola, acordeón, flauta, piano y programaciones.
George Vjestica: guitarra.
Toby Dammit: piano y mellotron.