Tras la cancelación del tercer día del festival Lollapalooza en Argentina donde debía ejecutar un show de una hora de duración, David Byrne brindó en el Teatro Gran Rex una función inolvidable en el marco del masivo festival donde presentó su último disco American Utopia, álbum compuesto por Byrne con la colaboración de Brian Eno y Daniel Lopatin, conocido por su proyecto Oneohtrix Point Never, y bajo la producción de Rodaidh McDonald, editado a principios de marzo de este año. El artista deleitó así a su público con algunas de las mejores canciones de su repertorio desde sus comienzos en Talking Heads hasta la fecha.
El recital comenzó con Here, el último tema de American Utopia, donde se pudo ver a Byrne descalzo entrar a un escenario vacío vestido con un traje gris con un micrófono inalámbrico analizando un cerebro de plástico que tenía entre sus manos, mientras realizaba coordinados movimientos ampulosos y lentos de carácter robótico en una caminata sistemática alrededor de un escenario dispuesto como un set teatral. El músico estadounidense propuso un planteo minimalista, sin cables, con un sonido exquisito e impecable. Los bailarines y los músicos entraron al escenario portando sus instrumentos -también inalámbricos- a través de arneses, lo que les permitió una movilidad no convencional para un concierto de este tipo.
A continuación Byrne y su heterogénea banda de músicos y bailarines de todo el mundo interpretaron seis temas más de American Utopia, un disco sincero pero también cargado de ironía en algunos temas. El miedo y la frustración ante la situación de su país después de la crisis financiera de la década pasada, los interrogantes ante la elección de Donald Trump, un controvertido empresario como presidente en circunstancias poco claras, y la sensación cada vez más fuerte de desasosiego de una nación que supo desarrollar un gran ego a partir de la recuperación luego de la crisis de los años treinta y de las políticas de bienestar de Franklin Roosevelt, sumado a la falta de competencia internacional producto del colapso de las economías euporeas durante la Segunda Guerra Mundial. Desde su rol de músico y poeta, Byrne, un artista comprometido con muchos proyectos sociales, da un diagnóstico sobre la situación política y psicológica de la idiosincrasia norteamericana, las contradicciones de un país herido y la pérdida de los valores de las utopías que fundaron su patria para realizar algunas preguntas necesarias con la finalidad de interpelar a la ciudadanía sobre la posibilidad de construir alternativas a la actual situación.
Con este espíritu sonaron Dog’s Mind, Everybody’s Coming to My House, Doing the Right Thing, I Dance Like This, Bullet y Every Day Is a Miracle, temas de American Utopia interpretados con mucha precisión a lo largo de la noche. Para completar su show Byrne eligió una serie de canciones de toda su carrera con el objetivo de cautivar a su público con un panorama significativo de todo su trabajo. Así sonó Lazy, un tema del dúo electrónico británico X-Press 2, canción de 2002 en la que el músico participó y cantó, en un show coral en el que los músicos deambulaban coordinadamente con soltura y gracia, aportando así otro nivel de simbolismo al espectáculo. Instrumentos de percusión y el característico sonido electrónico que Byrne y Eno desarrollaron marcaron la pauta musical de un recital en el que el inglés incitó a bailar con una producción minimalista que logró un clima festivo y mágico.
Con I Zimbra, tema emblemático que abre el tercer disco de Talking Heads, Fear of Music de 1979, y Slippery People, del álbum Speaking in Tongues, del quinto álbum de la banda, editado en 1983, Byrne cautivó nuevamente a su público y demostró a un teatro casi completo que a sus sesenta y cinco años puede aún convertir un recital en una fiesta de la que todos ansían participar. This Must Be the Place (Naive Melody), Burning Down the House y Once in a Lifetime, fueron los temas más aclamados por un público entusiasta, afanoso por disfrutar de los grandes éxitos de la banda norteamericana. Byrne lo supo guiar sabiamente para crear un clima que permitió disfrutar de un show multifacético donde el teatro, los movimientos rítmicos y la música se armonizaron en un escenario donde no hubo lugar para la improvisación. También se pudo escuchar Born Under Punches (The Heat Goes On), el primer tema de Remain in the Light, disco editado en 1980, y Blind, el tema que abre Naked, el último disco de la banda de 1988.
El show también dio lugar a I Should Watch TV, uno de los mejores temas de Love This Giant, el disco anterior de Byrne lanzado en 2012 junto a la extraordinaria cantante, compositora y multi instrumentista St Vincent, nombre artístico de Annie Clark, que acaba de editar a su vez su nuevo álbum, Massseduction, en Octubre del año pasado. Toe Jam, tema compuesto por Byrne junto a The Brighton Port Authority, proyecto de Norman Quentin Cook, más conocido como Fatboy Slim, también supo captar la atención en una versión con menos espíritu de hip hop y más adaptada a las características del nuevo trabajo discográfico aquí presentado. En su versión original también participa el rapero británico Dizzee Rascal, quien fue parte del primer disco de Fatboy Slim bajo el nombre de The Brighton Port Authority, I Think We’re Gonna Need a Bigger Boat, que remite a una frase del popular film de Steven Spielberg Tiburón (Jaws, 1975). Byrne imprimió nuevamente su sello solista al show con Like Humans Do, un tema de Look into the Eyeball, el sexto álbum de su carrera solista editado en el año 2001.
Dancing Together, otra canción compuesta junto a Fatboy Slim, fue el primero de los bises que precipitó el comienzo de la finalización de una noche en la que Byrne se dio el gusto de jugar con sombras, bailar al ritmo de su música, presentar a los extraordinarios músicos que lo acompañaron y disfrutar de la calidez del público que lo acompañó. El tema recurre al sustrato político con un ambiente funk, producto del álbum Here Lies Love, editado en 2010, obra conceptual sobre Imelda Marcos, la controvertida esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, que gobernó el país asiático entre 1965 y 1986. La ronda de bises tuvo un momento glorioso con The Great Curve, de Remain in the Light, pero lo mejor estaba por llegar y Byrne lo desató en el final. Tras una solapada mención crítica a su encuentro con el presidente Mauricio Macri, que dejó entrever que sus ideas políticas y sociales no tienen nada que ver con la actual conducción política argentina, Byrne y los músicos dejaron un claro mensaje al interpretar Hell You Talmbout, una canción de protesta de la joven cantante Janelle Monáe y los miembros del colectivo de artistas norteamericanos Wondaland, que menciona los nombres de varios afroamericanos asesinados por la policía en diferentes episodios de gatillo fácil, tema marcado por una percusión coral y un temple combativo.
Así concluyó el recital de uno de los mejores artistas de los últimos cuarenta años, fundador de una de las bandas que mejor supo interpretar el espíritu post punk de fines de los setenta y principios de los ochenta. Byrne y los músicos que lo acompañaron realizaron coreografías para cada tema más como una compañía teatral que como una banda de rock, dispusieron del escenario cambiando las reglas en un espectáculo visual ideal para un teatro de las características del Gran Rex, y hasta jugaron al fútbol, creando una puesta en escena de carácter corporal, innovadora y cautivante para un público que supo apreciar el acontecimiento artístico y la fusión de géneros que Byrne vino a ofrecer para sacudir las estructuras de los espectáculos musicales.
David Byrne en el Teatro Gran Rex. 19-03-18.
David Byrne: voz.
Tim Keiper, Aaron Johnston, Gustavo Di Dalva, Davi Vieira y Daniel Freedman: percusión.
Karl Mansfiel: teclados.
Angie Swan: guitarra.