Guerras y Capital: Una Contrahistoria, de Éric Alliez y Maurizio Lazzarato

Los ecos del 68

Por Martín Chiavarino

En Guerras y Capital: Una Contrahistoria (Guerres et Capital, 2016), el filósofo francés Éric Alliez y el sociólogo italiano Maurizio Lazzarato unen sus fuerzas para plasmar un ensayo histórico y filosófico en base al análisis que habían expuesto en un seminario dictado en 2014 y 2015 en el departamento de filosofía de la Universidad de París VIII sobre la relación entre el desarrollo del capitalismo y la guerra a partir del vínculo entre los complejos económicos y militares. En los doce capítulos que componen el libro los autores exploran la conexión inextricable entre la guerra y el capital para explicar las derrotas de los movimientos anticapitalistas a partir de Mayo del 68, acontecimiento que hizo colapsar las viejas estructuras de confrontación contra el capitalismo sin lograr consolidar nuevas.

 

En este sentido, la tesis principal de los autores propone que a partir de la derrota de los movimientos que llevaron a cabo las protestas de Mayo del 68 la izquierda no ha encontrado el camino para enfrentar al capital, que bajo la bandera del neoliberalismo ha borrado la memoria de las luchas revolucionarias, por lo que es necesario abordar las nuevas teorías anticapitalistas creativamente a partir de las nuevas prácticas revolucionarias de oposición y resistencia ante el neoliberalismo que surgen a partir de esta ruptura con el anterior modelo de confrontación con el poder económico y militar, con la finalidad de debilitar la posición del capital y mejorar la de los oprimidos.

 

Para trazar esta contrahistoria del capitalismo y su relación con la máquina de guerra estatal los autores retoman varios de los cursos dictados por el filósofo francés Michel Foucault en el Collège de France, como Defender la Sociedad, El Coraje de la Verdad: el Gobierno de Sí y de los Otros, Nacimiento de la Biopolítica y Seguridad, Territorio, Población, que les sirven para analizar los límites del capital, la fusión del capital industrial con el capital financiero y el paso de la lógica del poder soberano al poder biopolítico, cuestiones que son a su vez examinadas en El Anti Edipo y Mil Mesetas, obras en colaboración de los filósofos franceses Gilles Deleuze y Felix Guattari que reflexionan sobre la construcción filosófica del neoliberalismo y de los dispositivos de poder de las máquinas de acumulación del capital y producción de la guerra que permitieron la consolidación de esta visión economicista del mundo.

 

Siguiendo las líneas de pensamiento abiertas por Foucault y continuadas por Deleuze y Guattari, los autores analizan el pensamiento del teórico miliar prusiano Carl von Clausewicz y el jurista nazi Carl Schmitt para argumentar que desde la Primera Guerra Mundial la guerra ya no es un asunto meramente militar, sino que los conflictos bélicos se han convertido en guerras totales que movilizan los campos del trabajo, las industrias, las ciencias, la técnica, las comunicaciones, la producción y la subjetividad. En este sentido Alliez y Lazzarato le asignan a la cooperación entre el capital y el trabajo uno de los lugares predominantes entre las causas de la derrota del movimiento obrero después de la Gran Guerra. En esta línea de pensamiento el texto relaciona el avance de la ideología del productivismo con el desarrollo de las guerras totales, así como la crisis permanente como forma de control acelerada generada por la liberalización monetaria y financiera.

 

Una de las cuestiones que analizan los autores es el paso del Estado nacional del Siglo XIX al Estado nacional social del Siglo XX como un producto de la guerra civil entre el capitalismo y el socialismo. Fue dentro de esta lucha entre la máquina de guerra del capital y las máquinas de guerra revolucionarias movilizadas contra el capitalismo que los capitalistas industriales y financieros recurrieron a la opción fascista para enfrentar lo que consideraban una amenaza para la supervivencia de su posición. Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el Estado de Bienestar y el pacto entre sindicatos y empresas serán dos de los dispositivos de prevención de una insubordinación armada y del descontento social después de las huelgas que arrasaron el complejo industrial norteamericano durante la etapa de reconversión de la industria de guerra en industria orientada al consumo en tiempo de paz.

 

Para Alliez y Lazzarato esta guerra total se convierte en una guerra de destrucción del enemigo, dado que, a diferencia de la guerra preindustrial, el Estado no puede imponerle al objetivo militar un fin político que continúe la guerra por otros medios una vez finalizado el conflicto. En este sentido, la realización de la guerra total contra los trabajadores será la consolidación de una serie de instituciones transnacionales desterritorializadas que determinarán los salarios, la edad y el monto de las jubilaciones y las tasas impositivas de cada categoría de las poblaciones. A su vez, la guerra civil transformará al proletariado en fuerza de trabajo dócil y disciplinará al obrero en el trabajo, el hogar, la escuela, el ejército y la cárcel a través de instituciones biopolíticas que buscarán convertirlo en un sujeto productivo.

 

En este libro rico en su análisis histórico y filosófico se pueden encontrar menciones sobre la transformación de Estados Unidos durante la Guerra Fría en potencia deudora y estratosféricamente endeudada que utiliza instituciones transnacionales para dirigir los comportamientos de los gobernados. Precisamente, en el Siglo XX el capital industrial se funde para Alliez y Lazzarato con el capital financiero, que procede a una apropiación que desatará las guerras mundiales, guerras totales que a la postre transforman la relación entre el capital y el Estado.

 

Siguiendo el análisis de Deleuze deudor de Marx, Alliez y Lazzarato encuentran que la emergencia de las fuerzas revolucionarias suele tener lugar en el momento de tránsito de la depreciación de alguna forma de acumulación del capital y el surgimiento de nuevas, lo que supone una crisis en el modelo de acumulación. Otra cuestión que se resalta es el éxito de las revoluciones allí donde el desarrollo de las fuerzas capitalistas estaba atrasado, algo demostrado con los casos de Haití, Rusia y China, en una crítica de los puntos muertos de las teorías revolucionas de Marx.

 

Así como el filósofo francés Michel Onfray puso en boga la contrahistoria como forma de abordaje del mundo de las ideas e Imperio (Empire, 2000), el libro de Toni Negri y Michael Hardt, sentó las bases para una nueva discusión política al interior de la izquierda, Alliez y Lazzarato buscan aquí el mismo impacto lanzando sus definiciones sobre las luchas por surgir, proclamando a la Guerra Fría como una guerra psicológica y nombrando a Estados Unidos como un Estado Imperial que redefine sus intereses nacionales globalmente y a la moneda como un dispositivo de reproducción de las posiciones de poder.

 

En Guerras y Capital también se pueden encontrar análisis de economistas marxistas como el polaco Michal Kalecki que realiza un gran trabajo sobre las razones ideológicas a la aversión del capital a las políticas de expansión monetaria y gasto público, y hasta de generales chinos, como Qiao Liang y Wang Xiangsui, que discurren sobre la eficacia de las sanciones económicas y la apropiación de recursos como nuevas formas de generar inseguridad en una población.

 

Además, hay aquí un análisis detallado de la Revolución Francesa a partir del fracaso de los movimientos revolucionarios a la hora de apoderarse de la máquina de guerra estatal. En este sentido tenemos un análisis detallado de la revolución de los esclavos en Santo Domingo, la actual Haití, donde la Revolución Negra se apoderó de la máquina de guerra formado un ejército de esclavos que le infringió grandes pérdidas al ejército francés. También se detalla el extraordinario análisis de Michel Foucault sobre la institucionalización de las máquinas de guerra del período feudal a través de los Estados nacionales a mediados del Siglo XVII tras la Guerra de los Treinta Años, lo que a la postre permitió la formación del capitalismo gracias a la apropiación, institucionalización y profesionalización de la máquina de guerra por parte del Estado, asegurando dentro de las fronteras el control de la guerra civil.

 

Alliez y Lazzarato se adentran a su vez en una de las polémicas afirmaciones geológicas sobre la intervención del hombre en la naturaleza, criticando el término de Antropoceno para contrastarlo con la definición de Capitaloceno, dado que es el capitalismo el que ha creado las condiciones para la extinción de todas las especies, para proponer que es el propio capitalismo el que dirige la catástrofe ambiental con la finalidad de generar aquiescencia sobre el control de las ciencias por parte de los mismos poderes financieros, políticos y militares que amenazan la vida en el planeta, ya que para los capitalistas la catástrofe es un sinónimo de oportunidad de ganancias para reconfigurar las condiciones de valorización.

 

Hacia el final del libro hay un análisis de las posibilidades abiertas por la Primavera Árabe, la crisis de la deuda y las movilizaciones en Grecia, la situación del racismo, las luchas feministas, el surgimiento del posfascismo y las características de la contrarrevolución neoliberal y, por supuesto, el derrotero de los movimientos anticapitalistas y una reflexión sobre la imposibilidad actual de construir alternativas viables que disputen el poder al capital.

 

Guerras y Capital es un libro que analiza la historia y la teoría para salir del atolladero en el que se encuentran los movimientos anticapitalistas, que surgen espontáneamente como una representación del descontento pero que se disuelven a la hora de emprender una transformación. Por las páginas de este libro desfilan las teorías de la filósofa marxista nacionalizada alemana Rosa Luxemburgo, el economista italiano Giovanni Arrighi, el escritor y filósofo alemán de corte conservador Ernst Jünger, el político y filósofo italiano Mario Tronti, el periodista estadounidense Walter Lippmann, el filósofo urbanista francés Paul Virilio, el historiador norteamericano Lewis Mumford y el filósofo francés Bruno Latour, entre muchos autores cuyas teorías son expuestas, diseccionadas y confrontadas en un libro que pretende sentar nuevas bases y abrir nuevas fronteras para el pensamiento revolucionario.

 

Guerras y Capital: Una Contrahistoria, de Éric Alliez y Maurizio Lazzarato, una nueva reflexión sobre el capitalismo, el derrotero del marxismo y las ideas de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Felix Guattari, fue editado conjuntamente por las editoriales independientes Tinta Limón y La Cebra, de Argentina, y Traficantes de Sueños, en España, bajo la traducción de Manuela Valdivia y la corrección de Elina Kohen. La presente edición en castellano cuenta con un prólogo especial que hace mención a los cambios en el capitalismo tras la pandemia del coronavirus y una introducción dedicada al capital. El diseño de la cubierta fue realizado por Juan Pablo Fernández en base a una cruenta pintura de Cándido Lopez, Después de la Batalla de Curupaytí (1893), cuadro expuesto en la colección permanente del Museo Nacional de Bellas Artes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Guerras y Capital: Una Contrahistoria, de Éric Alliez y Maurizio Lazzarato, Tinta Limón/ La Cebra/ Traficantes de Sueños, 2021.