Estrella de Sangre (Blood Star)

Los psicópatas en el poder

Por Emiliano Fernández

Una de las mayores satisfacciones como espectador es encontrar una película independiente o de bajo presupuesto que supere al grueso de las bazofias del mainstream contemporáneo o que simplemente justifique su existencia desde la coherencia retórica o la intensidad en cuanto a su mensaje y trama, hablamos de ese tipo de cine de género que antes se producía a montones -en un rango que abarcaba desde las cúspides de la industria cultural hasta la Clase B- y hoy cuesta mucho hallar por el empobrecimiento intelectual de los cineastas, la concentración capitalista de la producción y la distribución y el conservadurismo en general del público y la crítica de cine, cuyas visión y experiencia parecen limitadas a un termo psicológico o un redil de mentecatos, siempre inofensivos. Estrella de Sangre (Blood Star, 2024), ópera prima del británico Lawrence Jacomelli rodada en Estados Unidos, es una de esas realizaciones que no sólo restituyen la confianza en el séptimo arte actual sino que incluso prometen una carrera interesante por venir, la del director, guionista y productor en cuestión, en este sentido y más allá de lo que depare el tiempo en términos del derrotero profesional apuntado, un periplo equivalente a un signo de interrogación, lo cierto es que el debut que nos ocupa se sostiene como una estupenda propuesta del indie más minimalista y astuto que sabe transformar sus limitaciones en fortalezas propias del enclave discursivo.

 

La protagonista es Roberta “Bobbi” Torres (Britni Camacho), una estudiante de enfermería que viaja en un Ford Mustang de la década del 70 por las carreteras de Nuevo México hacia California para reencontrarse con su novio, Rhett (Jonny Denero), abusón celoso y violento que la golpeó, después de que el padre de la chica aparentemente le pagase una fianza por hurto, arresto de la joven de por medio. Entre charlas telefónicas con su hermana, Anna (Emily Pineda), la chica conoce en una estación de servicio a un engendro estándar de la policía, el Sheriff Bilstein (John Schwab), que después la detiene por exceso de velocidad y haberle roto las luces de emergencia del techo de la patrulla, lo que deriva primero en un pedido de coima de 300 dólares, luego en la “confiscación” de su celular y finalmente en un juego sádico del gato y el ratón en el que el sheriff continuamente la acecha a la distancia, dispara sobre el Mustang, amenaza con rematarla y a posteriori la deja ir para recomenzar el ciclo. Todo el asunto escala en truculencias cuando el chiflado ejecuta a una ex camarera, Amy (Sydney Brumfield), y a un camionero que se proponía auxiliar a Torres (Brandon Brown), preámbulo para que Bobbi se cruce con el hermano “toquetón” de Bilstein, Ed (Travis Lincoln Cox), un retrasado mental tan misógino y esperpéntico como este policía, al que todos en la región desértica de turno parecen conocer muy bien por su corrupción.

 

Jacomelli, señor que efectivamente escribió el guión junto a George Kelly y la también productora Victoria Taylor, mantiene alto el interés en todo momento y recupera el planteo doloroso de “atrapar y soltar” de Yo vi al Diablo (Akmareul Boatda, 2010), de Kim Jee-woon, las batallas, secuestros y/ o hostigamientos ruteros de Reto a Muerte (Duel, 1971), de Steven Spielberg, Juegos de Carretera (Roadgames, 1981), opus de Richard Franklin, El Asesino de la Carretera (The Hitcher, 1986), de Robert Harmon, Sin Rastro (Breakdown, 1997), de Jonathan Mostow, Frecuencia Mortal (Joy Ride, 2001), de John Dahl, Jeepers Creepers (2001), de Víctor Salva, Coche Policial (Cop Car, 2015), de Jon Watts, y Blanco Perfecto (Downrange, 2017), de Ryûhei Kitamura, e incluso aquellas familias bucólicas y matanzas del montón de La Masacre de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), de Tobe Hooper, Las Colinas Tienen Ojos (The Hills Have Eyes, 1977), de Wes Craven, y Wolf Creek (2005), de Greg McLean. De hecho el último acto, a su vez anticipado por un prólogo en el que a una víctima con la lengua cortada (Wyomi Reed) se le da un arma con una bala para enfrentarse al demente, trabaja bien el típico motivo del terror de la parentela endogámica del averno que adora desparramar hacia todas direcciones su odio y gustito por la cacería cobarde, por supuesto fetichizando a las presas más débiles o quizás enclenques.

 

Con unos cuantos puntos de referencia adicionales como Sam Peckinpah, William Friedkin, Quentin Tarantino, Walter Hill, S. Craig Zahler y los hermanos Joel y Ethan Coen, Estrella de Sangre, título que alude a la insignia institucional que el excrementicio oficial de la ley tiene en su solapa, por un lado iría a parar a Amazon Prime Video y por el otro lado unifica ingredientes del western de terror, el thriller psicológico, la road movie y el neo film noir de suspenso, enfatizando en un único movimiento la importancia de tener tanto una buena protagonista/ víctima, esa Camacho de trasfondo puertorriqueño que aprovecha al máximo su primer rol estelar, como un buen loco/ victimario, este Schwab también estadounidense que trasmite presencia escénica y curiosamente acumula una larga experiencia profesional volcada sobre todo a la TV y los aportes vocales en films animados. Jacomelli apuesta por un desarrollo pausado y meticuloso para que sus obsesiones vayan asomándose de manera sutil en sintonía con los abusos y el control ególatra/ soberbio/ narcisista por parte de los psicópatas en el poder, la impunidad con la que se mueven, las mentiras institucionales, la construcción de chivos expiatorios caprichosos -las mujeres, en este caso, porque mami “sedujo” al incestuoso Bilstein y “lo hizo” engendrar a Ed, su hermano/ hijo- y la abulia o masoquismo comunal baladí frente a mamarrachos de la nueva derecha como el presente…

 

Estrella de Sangre (Blood Star, Reino Unido/ Estados Unidos, 2024)

Dirección: Lawrence Jacomelli. Guión: Lawrence Jacomelli, George Kelly y Victoria Taylor. Elenco: John Schwab, Britni Camacho, Sydney Brumfield, Brandon Brown, Wyomi Reed, Travis Lincoln Cox, Jonny Denero, Emily Pineda, Joseph López, Felix Merback. Producción: Lawrence Jacomelli, Victoria Taylor y Zaina Tibi. Duración: 97 minutos.

Puntaje: 7