Planta Permanente

Los recovecos estatales

Por Martín Chiavarino

El segundo largometraje de ficción del realizador tucumano Ezequiel Radusky, Planta Permanente (2019), primero en solitario dado que su anterior opus, Los Dueños (2013), había sido dirigido conjuntamente con su amigo Agustín Toscano, el responsable de El Motoarrebatador (2018), es un drama con leves toques de humor negro alrededor del cambio de gestión, los despidos y el cierre y la reapertura del comedor de una dependencia estatal provincial en La Plata, situación que enfrenta a dos empleadas de mantenimiento de un organismo de obras públicas.

 

Una nueva persona asume la dirección de un organismo de obras públicas provincial y el cambio trae una ola de despidos y nuevas contrataciones que ponen en jaque a varios de los empleados que no están en planta permanente. Lila (Liliana Juárez) y Marcela (Rosario Bléfari) son precisamente empleadas de planta permanente del área de mantenimiento de la dependencia y también son amigas, a tal punto que la joven hija de Marcela, Yanina (Nina Suárez), es ahijada de Lila. Con la nueva administración la amistad se pone a prueba y se resiente cuando Yanina, una empleada con un contrato precario, es despedida apenas la nueva directora (Verónica Perrota) asume su cargo. Además la directora pone reparos al emprendimiento gastronómico de Lila y Marcela, un comedor precario en una sala abandonada de la dependencia de obras públicas donde los empleados concurren a almorzar el menú cocinado por las empleadas de maestranza, emprendimiento que les proporciona un ingreso extra y una identidad dentro del organismo.

 

Planta Permanente pone el dedo en la llaga de una de las cuestiones más angustiantes del trabajo estatal, la precariedad del mismo debido a los contratos temporales, la burocracia, la falta de nombramientos y los cambios de gestión que traen a sus propios amigos, relegando o despidiendo a los empleados que no conocen o que no cooperan con sus políticas. La vacuidad y la ligereza de los discursos sin contenido de los nuevos gerentes tienen como corolario exactamente lo contrario de lo que pregonan. En este sentido, la nueva directora asume con un discurso tranquilizador, democrático y motivador pero apenas nombrada comienzan los despidos, la prepotencia y el nepotismo clasista, típicas demostraciones de un cinismo de clase que considera a los trabajadores como sujetos descartables.

 

La trama de la película se construye a partir de la tensión entre la relación de ambas amigas, interpretadas por las actrices Liliana Juárez y Rosario Bléfari, la reconocida escritora, actriz y cantante de la banda de rock independiente argentina Suárez, recientemente fallecida. La desunión entre los trabajadores le permite a la nueva administración avanzar en los despidos y la transformación de los distintos sectores, cuestión que afecta a ambas y las pone en una situación más precaria aún.

 

Radusky construye aquí un guión parco y efectivo alrededor de los conflictos en las dependencias del Estado, el desamparo de los trabajadores y los problemas que genera la informalidad con que se manejan muchas veces todas las cuestiones alrededor de la vida, en este caso ejemplificadas en el comedor. Con pequeños guiños, la trama plantea una férrea defensa de la educación pública, la mejor herramienta de movilidad social de la Argentina, y una crítica también de la falta de capacitación en el Estado que sume a los trabajadores en oficios repetitivos durante toda su vida.

 

Desde como la competencia debido a un emprendimiento destruye la relación entre dos amigas hasta la falta de compañerismo, la codicia y la envidia entre personas cercanas que deberían tener los mismos intereses y el Estado como lugar de negocios privados, Radusky reflexiona aquí sobre lo público sin romantizar el trabajo ni al trabajador, sujeto de presiones sociales y económicas que suelen abrumarlo y confundirlo.

 

Las actuaciones de todo el elenco son muy buenas y se potencian con un guión solvente escrito por el propio Radusky junto a Diego Lerman, director y guionista a su vez de obras como Refugiado (2014) y Una Especie de Familia (2017), dos films que también abordan cuestiones sociales candentes de la Argentina. El film logra construir buenas escenas representativas y realistas del tema que aborda acorde con la pretensión del director de retratar la realidad para cuestionarla y ofrecer una visión descarnada en la que el humor negro encuentra recovecos para desarrollarse en un drama angustiante sobre el empleo estatal y la burocracia.

 

El cinismo de ciertos políticos se mezcla aquí con la falta de conciencia de clase en una obra sobre el trabajo y la cultura emprendedora, las contradicciones y los problemas de ambas cuestiones alrededor del Estado. Planta Permanente logra así cuestionar el rol de la administración pública a partir de la propia dinámica con la que las instituciones plantean el trabajo, la relación de la dirigencia con los trabajadores y la conciencia trabajadora minada por la publicitada cultura emprendedora, cuestiones que los discursos políticos de la última década pusieron nuevamente en discusión.

 

Planta Permanente (Argentina/ Uruguay, 2019)

Dirección: Ezequiel Radusky. Guión: Ezequiel Radusky y Diego Lerman. Elenco: Liliana Juárez, Rosario Bléfari, Verónica Perrotta, Nina Suárez, Horacio Camandule, Sol Camila Lugo, Gustavo Portela. Producción: Diego Lerman y Nicolás Avruj. Duración: 78 minutos.

Puntaje: 7