El Reino Animal (Le Règne Animal)

Los salvajes inconformistas versus la lacra fascista

Por Emiliano Fernández

Desde hace un tiempo el cine chatarra hollywoodense de superhéroes, ese que por suerte por fin entró en una fase de remisión en la tercera década del Siglo XXI luego de cansar hasta a los descerebrados de mierda que decían ser fanáticos acérrimos, generó una batería de anticuerpos dentro de la industria cultural planetaria que abarcó desde sátiras loables, en sintonía con Hombres Misteriosos (Mystery Men, 1999), de Kinka Usher, Defendor (2009), de Peter Stebbings, y Kick-Ass (2010), de Matthew Vaughn, hasta propuestas más adustas o serias, pensemos para el caso en Lo Llamaban Jeeg Robot (Lo Chiamavano Jeeg Robot, 2015), de Gabriele Mainetti, Freaks (2018), de Zach Lipovsky y Adam B. Stein, y Código 8 (Code 8, 2019), de Jeff Chan, amén de algún que otro convite híbrido como Los Nuevos Mutantes (The New Mutants, 2020), obra un tanto fallida de Josh Boone que por lo menos se propuso algo relativamente original como unificar el terror con la parafernalia de la saga comenzada con X-Men (2000) y X-Men 2 (2003), ambas del malogrado Bryan Singer. El Reino Animal (Le Règne Animal, 2023), segundo largometraje del francés Thomas Cailley después de la mediocre Amor a Primera Vista (Les Combattants, 2014), no agrega nada particularmente novedoso a lo ya visto pero consigue aprovechar con astucia el latiguillo conceptual promedio alrededor de los mutantes, el de la marginación y la incomprensión porque la tercerización de la culpa social es moneda corriente entre los idiotas de derecha.

 

En sí el trabajo de Cailley, asimismo conocido en su país por la miniserie Ad Vitam (2018), propone una amalgama curiosa porque al acervo de las metamorfosis de los X-Men, aquí vinculadas a los diversos animales de la naturaleza, se suman ingredientes varios de rubros como el relato de aprendizaje o bildungsroman, el drama de duelo por la desaparición del ser querido, la aventura familiar estrambótica modelo años 80, la alegoría política sobre los Estados policiales del nuevo milenio, la consabida denuncia acerca de la explotación o la cosificación de la fauna y la flora y por último -aunque no menos importante- el cine de horror especializado en licántropos, esquema retórico que El Reino Animal retoma haciendo énfasis en la versión adolescente femenina pero para cambiar el sexo de base, algo que nos reenvía a Cuando Despierta la Bestia (Når Dyrene Drømmer, 2014), opus del danés Jonas Alexander Arnby, y Criaturas Nocturnas (Wildling, 2018), del alemán Fritz Böhm, a su vez films que le deben mucho a las más “livianas” o tradicionales Ginger Snaps (2000), de John Fawcett, y La Marca de la Bestia (Cursed, 2005), de Wes Craven. El guión del director y Pauline Munier, a partir de una idea original de esta última, explora desde la fantasía los ribetes más tristes de una sociedad segregada en la que los diferentes, léase estos mutantes homologados a menesterosos o enfermos o refugiados o inmigrantes, no sólo padecen el acoso estatal sino que son estigmatizados por el vulgo desde su típica ignorancia/ necedad.

 

François Marindaze (Romain Duris) es un cocinero de París que tiene a su cargo a un hijo de 16 años, Émile (Paul Kircher), y a una esposa que se está convirtiendo de a poco en un perezoso, Lana (Florence Deretz), parte de una epidemia/ padecimiento desconocido que transforma a gran parte de la humanidad en animales con un instinto incontrolable a flor de piel. Decidido a mudarse al sur de Francia para estar cerca de un centro de detención que se abrirá dentro de poco tiempo, donde de hecho el gobierno seguirá experimentando con los sujetos que captura a través de drogas y “cirugías correctivas” que pretenden evitar o quizás retrasar los cambios físicos y psicológicos, François no pudo hacer nada cuando las fuerzas de represión -junto con la lacra médica- se llevaron a su pareja luego de un ataque a Émile, quien eventualmente acepta el proyecto de mudanza para poder visitar con frecuencia a su madre y por ello con su progenitor se traslada a una localidad bucólica en la que concurre a un nuevo colegio y conoce a una muchacha de su edad con TDA/ Trastorno por Déficit de Atención, Nina Moktari (Billie Blain). El cocinero consigue trabajo en un restaurant de un centro turístico de la región y pronto su mundo se tambalea cuando se produce un accidente por una tormenta y Lana, a la par de otros mutantes, escapa de un vehículo carcelario, para colmo Émile comienza a transformarse en un lobo y se hace amigo de un joven con brazos alados que sobrevive en el bosque y fue sometido a espantosas cirugías, Fix (Tom Mercier).

 

Cailley rellena con astucia todos los casilleros de esta clase de películas de “pueblo chico, infierno grande” y segregación tácita por obra y gracia de la basura fascista neoliberal en el poder, esa que hace del experimento social su bandera, por ello no faltan el compañero de colegio abusón, Víctor (Gabriel Caballero), el jefe de François de impronta oportunista que condena a los excluidos, Jacques (Xavier Aubert), la cuasi novia gendarme de Marindaze en pos de dejar en claro que no todos los esbirros de la ley son excremento, Julia Izquierdo (Adèle Exarchopoulos), la compañera de trabajo piadosa de este padre de familia, Naïma (Saadia Bentaïeb), la burguesita paranoica por los mutantes, Maëlle (Iliana Khelifa), y el woke ricachón que aboga por la convivencia y el cese del hostigamiento militar contra los parias, Jordan (Paul Muguruza). Como decíamos con anterioridad, la película no posee ni un gramo de originalidad e incluso es demasiado extensa y las dos relaciones románticas se sienten forzadas, la de Émile y Nina por un lado y la de François y Julia por el otro, no obstante la combinación de géneros y recursos heterogéneos funciona en armonía durante buena parte del metraje, la dinámica entre padre e hijo está bien trabajada -al igual que la amistad entre Émile y Fix- y la realización en general ofrece CGIs admirables y actuaciones estupendas porque logra transmitir su mensaje de trasfondo humanista aguerrido, aquello de que los salvajes inconformistas deben mancomunarse para resistir los embates represivos…

 

El Reino Animal (Le Règne Animal, Francia/ Bélgica, 2023)

Dirección: Thomas Cailley. Guión: Thomas Cailley y Pauline Munier. Elenco: Paul Kircher, Romain Duris, Adèle Exarchopoulos, Tom Mercier, Billie Blain, Xavier Aubert, Saadia Bentaïeb, Gabriel Caballero, Paul Muguruza, Florence Deretz. Producción: Pierre Guyard. Duración: 127 minutos.

Puntaje: 7