Zona Prohibida (Forbidden Zone)

Los sodomitas de la Sexta Dimensión

Por Emiliano Fernández

El periplo alrededor de Zona Prohibida (Forbidden Zone, 1980), debut como director y guionista del tremendo Richard Elfman, es de lo más bizarro: la película, sin duda uno de los musicales underground más imaginativos y fascinantes de toda la historia del cine, nació bajo el título de La Familia Hércules (The Hercules Family) y tuvo un rodaje y una postproducción que abarcaron la friolera de tres años seguidos entre 1977 y 1979 tanto por la clara inexperiencia de Elfman y el cambio de formato, al inicio un blanco y negro en 16 milímetros que creció en ambición hasta un 35 milímetros, como por el presupuesto hiper reducido con el que contaba, aportado por amigos y colegas como Gene Cunningham y Carl Borack aunque también por la estrategia del realizador y su por entonces esposa, la hermosa actriz y diseñadora de producción Marie-Pascale Elfman, de comprar, renovar y revender casas, lo que de todos modos no impidió que se quedase eventualmente sin dinero y que tuviese que pedir la quiebra y ceder los derechos del film a diversos inversores para poder completarlo, recuperándolos en 2015. La propuesta tuvo su premiere en 1980 en un festival de cine hoy ya desaparecido, Filmex o Exposición Internacional de Cine de Los Ángeles, y un estreno comercial tardío y limitado en 1982 como “película de medianoche” gracias a The Samuel Goldwyn Company, sin embargo a posteriori la obra desapareció del mercado por más de dos décadas en las que circuló pirateada en VHS y se convirtió en una epopeya de culto en la tradición del kitsch iconoclasta y bien nostálgico del díptico de Jim Sharman y Richard O’Brien, léase The Rocky Horror Picture Show (1975) y Tratamiento de Choque (Shock Treatment, 1981). Recién en el 2004 Zona Prohibida volvió a estar a disposición del público mediante su llegada oficial al mercado del video hogareño y para 2008 apareció la primera versión coloreada con la bendición y el aporte creativo de Elfman, un simpático delirante que allá en los 70 quería hacer entintar a mano en China el metraje en blanco y negro, una idea atractiva pero imposible por los magros recursos disponibles.

 

Para comprender el sustrato caótico y absurdo de la película, aunque asimismo ambicioso y detallista ultra maniático, es necesario tener presente que fue el producto del hippismo de los 60 reconvertido en colectivos nihilistas y terroristas durante aquellos 70, en pantalla Los Caballeros Místicos del Oingo Boingo (The Mystic Knights of the Oingo Boingo), una compañía teatral semi improvisada símil commedia dell’arte pero orientada al surrealismo cabaretero y el vodevil en general que estaba liderada, precisamente, por Richard desde su nacimiento como troupe formal en 1972 siguiendo los pasos de otra agrupación teatral de alcance avant-garde, The Cockettes (1969-1972), aunque ésta más cercana a la psicodelia hippona estándar del período previo. Para fines de los años 70, durante la producción de Zona Prohibida, Elfman había perdido el interés en el teatro y deseaba consagrarse al cine y por ello abandona Los Caballeros Místicos del Oingo Boingo después de finalizada la postproducción y le deja el liderazgo a su hermano menor aquí debutante, el célebre Danny Elfman, quien tendría una larguísima carrera como musicalizador en Hollywood y sería el “compositor fetiche” de Tim Burton desde La Gran Aventura de Pee-wee (Pee-wee’s Big Adventure, 1985) y Beetlejuice (1988) en adelante, amén de que tampoco estaba muy interesado que digamos en el ensamble cabaretero de muchos actores y por ello se queda con los músicos de la compañía y en 1979 acorta el título a Oingo Boingo para ya formar una banda de rock basada en la new wave y el ska más popero, con la cual tendría algunos hits como Weird Science, Dead Man’s Party y Only a Lad y editaría ocho álbumes hasta su separación definitiva en 1995. Zona Prohibida es un testimonio tanto de este paso de lo puramente teatral a la obsesión con el cine y la música de los hermanos Elfman como de la estructura habitual de los shows de Los Caballeros Místicos del Oingo Boingo, hablamos de una serie de sketchs con un mínimo hilo argumental de fondo que recuperaba clásicos vintage de los 20, 30 y 40 para intercalarlos con diferentes canciones originales de Danny.

 

Justo después de un texto inicial en el que se nos informa que Huckleberry P. Jones, un proxeneta local, narcotraficante y jefe del cinturón marginal de Venecia, en Los Ángeles, descubrió una puerta misteriosa en el sótano de una casa abandonada que da a una comarca excéntrica llamada Sexta Dimensión, el relato en sí comienza con la llegada de los nuevos propietarios, esa parentela Hércules compuesta por un padre que trabaja en una fábrica montada en unos pozos de alquitrán (Cunningham), una madre que se acuesta con un negro que en verdad es un blanco en blackface (Virginia Rose), una francesa tontuela que acaba de arribar a yanquilandia, Susan B. alias Frenchy (Marie-Pascale), un hermano malhablado y sexópata, Flash (Phil Gordon), y un abuelo judío al que suelen atar porque es un violador compulsivo de machos y hembras (Hyman Diamond). Por un tiroteo en la escuela entre un mafioso negro y la profesora, la Señorita Feldman (Kedric Wolfe), Frenchy llega temprano a casa y atraviesa la mentada puerta del sótano, esa que la lleva a los dominios surrealistas de un rey enano y voyeurista, Fausto (Hervé Villechaize), que tiene un harén de concubinas en la Celda 63 y está casado con la sádica Doris (Susan Tyrrell), la cual a su vez sedujo a la reina anterior (Janet Susan Mary Hoffmann alias Viva, una Warhol superstar) para robarle el trono y posee de sirviente a un sapo antropomorfizado y con traje de etiqueta, Bust Rod (Jan Stuart Schwartz), que gusta de sodomizar a una princesa siempre en topless (Gisele Lindley). Fausto se enamora de Frenchy y así despierta los celos de Doris, quien por cierto tiene a un montón de turcos en una jaula que adoran violar en grupo a cualquiera, panorama que lleva a un intento de rescate del nono y Flash que luego incluye a Squeezit (el inquieto Matthew Bright, ahora firmando el guión con el director y los editores Martin Nicholson y Nicholas James), un misofílico que se cree una gallina cuyo hermano gemelo, el travesti René, es una de las concubinas de Fausto, dúo con baja autoestima porque sus padres son golpeadores crónicos, la putona Ruth (Tyrrell de nuevo) y un marinero ebrio (Joe Spinell).

 

Con cameos muy hilarantes de parte de los dos Elfman, Richard como un masajista hebreo que termina asesinado por la reina con su pistola de rayos y Danny como un Satanás que hace un trato con Squeezit para salvar a René y Frenchy a cambio de la deliciosa princesa aunque después le corta la mollera al adepto a la mugre, las vejaciones y los escupitajos, provocando de sopetón que le crezcan alas a la cabeza y que ande volando libre por ahí en nuestra apabullante Sexta Dimensión mientras el abuelo y su nieto no paran de sodomizar a los juguetes sexuales/ esclavas gordinflonas de Fausto, Zona Prohibida emparda en locura al acervo de Sharman y O’Brien porque incorpora muchos ingredientes del cine de John Waters, Ed Wood, aquel primer Roger Corman, Rainer Werner Fassbinder, Russ Meyer, Alejandro Jodorowsky, Herschell Gordon Lewis, Mel Brooks, Pier Paolo Pasolini e incluso Georges Méliès, algo evidente en las estupendas secuencias animadas de un ignoto John Muto que retoma lo hecho por Fleischer Studios, René Laloux y ese Terry Gilliam de los Monty Python, además de influencias más colaterales como el Hollywood Clásico de los monstruos de Universal Pictures y El Mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939), de Victor Fleming, el dejo mordaz de Frank Zappa, el slapstick del cine mudo, la experimentación de la TV y los happenings de los años 50 y 60, el blaxploitation setentoso radical, aquel trash modelo Andy Warhol, las vanguardias de principios del Siglo XX como el futurismo y el expresionismo -muy evidentes en los diseños precarios pero siempre eficaces de sets de la esposa del director- y desde ya el teatro del absurdo de Samuel Beckett y los implicancias lisérgicas de aquella Alicia de 1865 de Lewis Carroll. Entre la parodia de Walt Disney y el influjo conceptual de la ópera rock más heterodoxa, el film sería el único trabajo interesante de un Richard que luego caería en las fallidas Venganza Vudú (Shrunken Heads, 1994) y Vampiros Modernos (Modern Vampires, 1998), ambas también escritas por el caricaturesco Bright, aquí componiendo a los gemelos Squeezit y René Henderson y más adelante un realizador él mismo, responsable de la excelente Sin Salida (Freeway, 1996), reformulación de Caperucita Roja, y de las muy problemáticas Sin Salida II (Freeway II: Confessions of a Trickbaby, 1999), Ted Bundy (2002) y De Puntillas (Tiptoes, 2002). Gran parte del encanto de la película reside en la crucial participación de Villechaize, famoso por su Nick Nack de El Hombre del Revólver de Oro (The Man with the Golden Gun, 1974), de Guy Hamilton, y aquel Tattoo de La Isla de la Fantasía (Fantasy Island, 1977-1984), la serie de Gene Levitt para la ABC, y de la querida Tyrrell, hoy sobrelookeada y con unos cuantos kilos de más, unas tetas que se le escapan del vestido y esa gloriosa voz de alcohólica perpetua, en sí una ex pareja de Villechaize y la encarnación por antonomasia del grotesco en la cultura yanqui que fue a parar a films como Ciudad Dorada (Fat City, 1972), de John Huston, La Esposa Comprada (Zandy’s Bride, 1974), de Jan Troell, Bad (1977), de Jed Johnson, Otro Hombre, Otra Mujer (Un Autre Homme, une Autre Chance, 1977), opus de Claude Lelouch, Nunca te Prometí un Jardín de Rosas (I Never Promised You a Rose Garden, 1977), de Anthony Page, Amenaza en la Noche (Night Warning, 1981), bizarreada de William Asher, Historias de Locura Ordinaria (Storie di Ordinaria Follia, 1981), de Marco Ferreri, Ángel (1983), de Robert Vincent O’Neil, Conquista Sangrienta (Flesh+Blood, 1985), de Paul Verhoeven, Pueblo Satánico (From a Whisper to a Scream, 1987), de Jeff Burr, Cry-Baby (1990), de Waters, y Pura Energía (Powder, 1995), de Victor Salva. Honestamente las canciones de Danny Elfman no son gran cosa pero exudan jovialidad y desenfado y los inserts de temas antiguos, en línea con Bim Bam Boom, Pico and Sepulveda, Minnie the Moocher y Yiddishe Charleston, cuadran a la perfección con el planteo disparatado y extremadamente sardónico de Zona Prohibida, digno de una época en ebullición muy parecida a la nuestra aunque con una capacidad creativa y discursiva muchísimo más valiosa, valiente, aguda y refulgente…

 

Zona Prohibida (Forbidden Zone, Estados Unidos, 1980)

Dirección: Richard Elfman. Guión: Richard Elfman, Matthew Bright, Martin Nicholson y Nicholas James. Elenco: Susan Tyrrell, Hervé Villechaize, Gene Cunningham, Marie-Pascale Elfman, Virginia Rose, Phil Gordon, Hyman Diamond, Jan Stuart Schwartz, Gisele Lindley, Matthew Bright. Producción: Richard Elfman y Marie-Pascale Elfman. Duración: 74 minutos.

Puntaje: 9