Resulta francamente innegable que en el caso de Demente (Raising Cain, 1992) estamos ante un Brian De Palma algo mucho devaluado que se debate entre dejarse llevar por el apego al automatismo impersonal del Hollywood posmoderno, ese que pasó a dominar el ecosistema cultural desde los años 90 en adelante, o retomar el ciclo hitchcockiano de los 70 y 80 conformado por Hermanas Diabólicas (Sisters, 1973), Obsesión (Obsession, 1976), Vestida para Matar (Dressed to Kill, 1980), El Sonido de la Muerte (Blow Out, 1981) y Doble de Cuerpo (Body Double, 1984), planteo que nos deja con un trabajo errático aunque interesante que puede definirse como el último producto “cien por ciento De Palma” ya que a posteriori privilegiaría más el dinero que la integridad artística, entraría en una meseta cualitativa preocupante y ya no sabría cómo manejarse no sólo en el marco productivo de Estados Unidos sino global, uno siempre tendiente a la estupidez, la repetición de fórmulas y el control permanente sobre los creadores. Después del éxito de Los Intocables (The Untouchables, 1987) el señor encaró dos films que lo representan de pies a cabeza, primero Pecados de Guerra (Casualties of War, 1989), una obra narrativamente un tanto burda pero poderosa en su alegato antibelicista y antinorteamericano sirviéndose del Incidente de la Colina 192 de 1966, léase el secuestro, la violación en grupo y el homicidio de la joven Phan Thi Mao durante la Guerra de Vietnam, y segundo La Hoguera de las Vanidades (The Bonfire of the Vanities, 1990), otra de esas comedias fallidas aunque fascinantes de su cosecha -en línea con Películas Caseras (Home Movies, 1979) y Dos Tipos Geniales (Wise Guys, 1986)- que no supo aprovechar la riqueza de la novela original homónima de 1987 de Tom Wolfe, por ello de manera retrospectiva Demente todavía se siente como un regreso bastante digno a un terreno conocido ya que lo que vino después deja mucho que desear al punto de languidecer incluso comparándolo con estos últimos retazos de talento verdadero.
En términos concretos el espectro de las obras futuras es muy variado y va desde lo amable de Carlito’s Way (1993) y Mujer Fatal (Femme Fatale, 2002), pasa por propuestas muy desparejas como Misión Imposible (Mission Impossible, 1996), Ojos de Serpiente (Snake Eyes, 1998), Samarra (Redacted, 2007) y Pasión (Passion, 2012), y por supuesto termina en bodrios hechos y derechos en sintonía con las insufribles Misión a Marte (Mission to Mars, 2000), La Dalia Negra (The Black Dahlia, 2006) y Dominó (2019), esta última sin duda la peor odisea de su carrera por más que desde los 90 haya puesto excusas vinculadas a la presión de los productores y/ o distribuidores o las malas condiciones de filmación o los guiones de mierda con los que tuvo que trabajar, lo que desde ya debe ser así pero ello no quita que también se note en toda esta etapa una constante indecisión artística en materia de secuencias que cambian de lugar en la arquitectura dramática, otras que se vuelcan innecesariamente hacia la hipérbole o lo meloso, momentos de suspenso o de tensión que terminan desperdiciados y torpezas/ desprolijidades/ delirios varios a la hora de redondear los últimos actos de cada faena, algo que tiene que ver más con las propias inconsistencias del De Palma veterano que con problemas presupuestarios, el ego inflado de las estrellas de turno, la coyuntura caótica de todos los rodajes o los conflictos con los financistas y demás oligofrénicos del Siglo XXI. Demente, como decíamos antes su primer exponente en el campo del thriller desde la lejana Doble de Cuerpo, según el cineasta estuvo motivada por la necesidad de rodar una película sencilla cerca de su casa de Woodside, en el Estado de California, porque su esposa, Gale Anne Hurd, célebre productora que a su vez estuvo casada en el segundo lustro de la década del 80 con James Cameron, estaba embarazada y no quería viajar demasiado, no obstante el encanto del reencuentro con lo macabro aparece en primer plano después del turismo por el film noir, el cine bélico y las comedias ácidas.
En consonancia con todas estas paradojas que atraviesan la última fase de la trayectoria del mítico director y guionista, el corte más popular en el nuevo milenio de Demente no es el original de De Palma sino uno muy superior realizado por un fan en 2012, el holandés Peet Gelderblom, admirador que se enteró de su arrepentimiento en lo referido al orden de las escenas introductorias y reeditó el convite a partir de una copia del guión, dejando para más adelante la presentación del asesino y empezando el asunto a lo Hermanas Diabólicas y Vestida para Matar con una trama secundaria, específicamente la de su esposa, así las cosas De Palma vio la nueva versión y quedó maravillado al extremo de que convenció a Shout! Factory para incluirla en el blu-ray editado en 2016 bajo el rótulo del “corte del director”. Jenny O’Keefe Nix (Lolita Davidovich) es una bella médica que está casada con un psicólogo infantil, Carter Nix (John Lithgow), que no está trabajando porque pasa todo el día con la hija de ambos, la pequeña Amy (Amanda Pombo), lo que genera la idea en la mujer de que el hombre estudia a la nena de una manera semejante a su padre, el Dr. Nix (Lithgow de nuevo), un noruego que se fugó de yanquilandia después de que se descubriese que había comprado cinco bebés para someterlos a experimentos psicológicos vía traumas fabricados. Jenny está protagonizando un affaire con Jack Dante (Steven Bauer), el viudo de la que fuese una paciente oncológica suya, Emma (Kathleen Callan), infidelidad que dispara la reaparición de una personalidad criminal del trastornado Carter, Caín, que a su vez inculpa al amante a ojos de la policía de una serie de asesinatos de madres y niñeras e intenta asfixiar a Jenny con una almohada y arrojar su cadáver en un lago dentro de un auto. Mientras aparece una colega y ex socia del Dr. Nix, Lyn Waldheim (Frances Sternhagen), para aclararnos que Carter es el producto de los abusos sistemáticos de su progenitor, éste se esconde en un hotel y colecciona mocosos para estudiarlos con la complicidad de Caín.
La película es un refrito disfrutable de ingredientes ya probados como la mente desdoblada de Hermanas Diabólicas y Vestida para Matar, la fascinación con el travestismo de la segunda y con los doppelgängers de la primera, Obsesión y Doble de Cuerpo, las distintas perspectivas sobre el mismo hecho símil Rashômon (1950), de Akira Kurosawa, el motivo estándar de “sujeto con problemas mentales que se abalanza contra la supuesta protagonista en el primer acto” de Psicosis (Psycho, 1960), de Alfred Hitchcock, y el sadismo más que pronunciado al que fue sometido por parte de su padre el personaje central de Peeping Tom (1960), de Michael Powell, hablamos del recordado Mark Lewis (Karlheinz Böhm), otra víctima de una presunta eminencia del ámbito científico que desnuda la falta de ética de la razón instrumental, la medicina moderna y el capitalismo cientificista en general, ese de una fetichización civilizatoria que siempre es plutocrática, deshumanizada y salvaje. En la propuesta conviven la excelente música de Pino Donaggio, esas tomas secuencias marca registrada de la acepción más fluida y elegante de De Palma, personajes algo estereotipados aunque eficaces, una serie de flashbacks cruzados basados en los coloridos desequilibrios de Carter que en su momento confundieron a la crítica y el público por igual, un popurrí de latiguillos hitchcockianos -el falso culpable, la pérdida de la inocencia y la parodia tácita del conformismo y el hedonismo de la burguesía- y finalmente diversas ridiculeces como el disparo salvador del final, la presencia en la misma escena de Jack, el escape del lago de Jenny, las intervenciones muy acartonadas de Waldheim y la hilarante vuelta de la médica al parque de los crímenes durante el epílogo. En parte autoparodia y en parte Clase B con un buen dinerillo detrás, Demente es un thriller tan desquiciado como entretenido que nos regala una de las mejores actuaciones del querido Lithgow, aquí componiendo no sólo a los “hermanos” y al padre sino también a un purrete de siete años, Josh, y una niñera, Margo…
Demente (Raising Cain, Estados Unidos, 1992)
Dirección y Guión: Brian De Palma. Elenco: John Lithgow, Lolita Davidovich, Steven Bauer, Frances Sternhagen, Gregg Henry, Tom Bower, Mel Harris, Teri Austin, Gabrielle Carteris, Amanda Pombo. Producción: Gale Anne Hurd. Duración: 92 minutos.