1BR

Lunáticos del condicionamiento

Por Emiliano Fernández

1BR (2019) es una de las mejores películas -y una de las más coherentes- sobre cultos de los últimos años y bien podría decirse que logra una pequeña proeza retórica dentro de este apartado ya que consigue unificar en términos conceptuales por un lado la vertiente agreste y más conocida del rubro, fundamentalmente centrada en el fetiche de la secta de turno con las utopías ingenuas de paz comunal autoimpuesta y con dar una imagen de “perfección” hacia el exterior símil El Hombre de Mimbre (The Wicker Man, 1973), Apóstol (Apostle, 2018) y Midsommar (2019), entre muchas otras, y por el otro lado la faceta más urbana correspondiente a los engranajes del dominio, la manipulación y una uniformidad de cadencia por demás maquiavélica, esquema que a su vez nos reenvía a Las Esposas de Stepford (The Stepford Wives, 1975) y a la misma Trilogía de los Departamentos de Roman Polanski, hablamos de Repulsión (Repulsion, 1965), El Bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968) y El Inquilino (Le Locataire, 1976). Esta ópera prima del director y guionista David Marmor incluso incorpora detalles relacionados con la mentada “desprogramación” de la víctima que no suelen aparecer en pantalla y que tienen que ver con la excelente y muy poco difundida Split Image (1982), clásico eterno de Ted Kotcheff sobre el proceso de recuperar al ser querido de las manos del líder carismático en cuestión y su falaz panacea.

 

Aquí la protagonista es Sarah (buen desempeño de Nicole Brydon Bloom), una joven que se muda a Los Ángeles para alejarse de su padre Gus (Alan Blumenfeld), con el que tiene una relación bastante tensa desde que lo encontró engañando a su madre justo antes de que ella falleciera de una enfermedad terminal, y para estudiar diseño de indumentaria con el objetivo de eventualmente ingresar en el mundo de la moda, por más que hoy deba sobrevivir con un trabajo temporal en un bufete de abogados. Pretendiendo salir del hotel donde se hospeda, la muchacha concurre a lo que los yanquis llaman una “casa abierta” en el complejo de departamentos Asilo del Mar, donde todos los interesados en ocupar la unidad disponible la ven y dejan sus datos al administrador, Jerry (Taylor Nichols) en este caso, para que después haya una selección y surja un “ganador” que podrá mudarse al lugar. La chica es de hecho la elegida y desde el primer momento traba amistad con una anciana algo senil, la ex actriz Edie Stanhope (Susan Davis), y se muestra muy interesada románticamente en un vecino en apariencia amigable llamado Brian (Giles Matthey), en franca oposición con respecto a otro vecino muy tenebroso, el tuerto Lester (Clayton Hoff), quien la mira a la distancia con insistencia y le ofrece un misterioso libro llamado El Poder de la Comunidad, de un tal Charles D. Ellerby (Curtis Webster) que lleva 30 años muerto.

 

Sin duda lo mejor del guión de Marmor es que no abusa de los latiguillos habituales porque lo importante en esta oportunidad es la estructura narrativa general y no los clichés al paso interminables o esos jump scares cronometrados de siempre: a partir de la mudanza la historia pasa por una mínima fase de acoso (sonidos extraños por las noches que no la dejan dormir y una intimidación escrita contra la presencia del gato de la mujer, Giles, dentro de un complejo libre de humo y mascotas) para a posteriori entrar con todo en la pesadilla reglamentaria, cuando Sarah descubre al minino asado en el horno y se abre una etapa de martirios a cargo de Jerry y el otrora simpático Brian, quienes la obligan a poner sus manos en una pared en lo que denominan una “posición de estrés” y hasta recurren a clavos para dejar en claro el mensaje de que la cosa va en serio y lo único valioso es esa secta de fondo a la que todos los habitantes de Asilo del Mar pertenecen. Efectivamente sorprenden los cambios retóricos de 1BR en una época como la nuestra en la que el tono monocorde suele predominar en el mainstream y el indie, detalle que le agrega una saludable ambición a un film que comienza como aquella Trilogía de los Departamentos de Polanski, continúa símil porno de torturas con el supuesto descondicionamiento y reacondicionamiento del culto y finaliza -ahí sí- como película de sectas aunque en versión bien posmoderna, con mucha vigilancia, encierro y represión para destruir los hábitos de antaño y suplantarlos mediante el miedo con otros nuevos bajo el “amparo” de cuatro lúgubres pilares, léase la abnegación, la apertura, la aceptación y la seguridad, planteo que en la praxis significa el monitoreo con cámaras, no poder salir del complejo, la amenaza con armas de fuego, los castigos brutales en caso de desobediencia y la destrucción de la voluntad individual y cualquier privacidad.

 

Si pensamos a la propuesta dentro de los términos de otras faenas recientes semejantes está claro que mientras que The Other Lamb (2019) utiliza a los clanes del espanto para examinar la emancipación femenina y la citada Midsommar se sirve de ellos dentro del marco de la venganza burguesa y un animismo sutil y algo estrafalario por parte de los miembros del culto, 1BR en cambio juega con la dialéctica del control más pedestre correspondiente a los grandes centros urbanos, donde la mayoría de los bípedos hoy dicen una cosa y mañana otra diferente de la misma manera en que los residentes de Asilo del Mar pretenden eliminar cual pizarrón lo escrito en el pasado por la sociedad y reescribir sus postulados igual de caprichosos y huecos, reduccionismo en el que vuelve a operar una violencia enorme porque en ese proceso el sujeto de turno no aprendió nada por cuenta propia y sólo se dio un recambio en cuanto a los amos que hegemonizan su vida (si antes eran papi/ el mercado/ el jefe/ las ilusiones mentirosas del capitalismo/ lo que sea, luego tenemos a la organización semi religiosa en cuestión y sus disposiciones sobre la existencia de los súbditos). Más allá de su eficacia en tanto película de género, siempre a la par en los terrenos del horror y el thriller psicológico, en este último caso gracias a la presencia disruptiva de una compañera de trabajo de Sarah, Lisa (Celeste Sully), quien por cierto la desprograma incentivándola a tomar posesión de su vida, el opus de Marmor además evita reducir todo a Jerry como si éste fuese el único verdadero lunático del lugar y todos los demás ovejas, subrayando el carácter peligroso de cada miembro y expandiendo el asunto en general a una iglesia mafiosa, organizada y de impronta fascista que no tiene nada que envidiarle a los católicos, a los judíos o a la cientología del chiflado L. Ron Hubbard…

 

1BR (Estados Unidos, 2019)

Dirección y Guión: David Marmor. Elenco: Nicole Brydon Bloom, Taylor Nichols, Giles Matthey, Celeste Sully, Susan Davis, Alan Blumenfeld, Naomi Grossman, Clayton Hoff, Hailey Giles, Curtis Webster. Producción: Shane Vorster, Austin Thomas, Samuel Sandweiss, Jarrod Murray, Alok Mishra, Nic Izzi, Allard Cantor y Jake Alden-Falconer. Duración: 90 minutos.

Puntaje: 7