The Public Image Is Rotten

Mi propia creación

Por Emiliano Fernández

Antes de hacerse famoso con los Sex Pistols y su único álbum, el mítico Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols (1977), escandalizar a la hiper conservadora sociedad británica de la década del 70 y luego abandonar el grupo y entrar en una batalla legal con su manager Malcolm McLaren por regalías no abonadas, incumplimiento de contrato y sobre todo utilización indebida de su seudónimo escénico Johnny Rotten, el señor nacido en 1956 como John Joseph Lydon sufrió de niño las distintas consecuencias de padecer meningitis, como por ejemplo pasar un año entero internado en un hospital, ser sometido regularmente a drenajes en su espina dorsal con una aguja quirúrgica, entrar en coma durante un período de tres meses y a posteriori perder la memoria de repente, lo que derivaría en un extenso proceso de recuperación de sus recuerdos que abarcaría cuatro años, pesadilla que marcó su vida y lo llevaría a afirmar que las cosas que realmente le interesan son aquellas que lo mantienen despierto y evitan que caiga en el sueño de no saber quién es, que le permiten escapar del trasfondo onírico del borramiento de la identidad, excelente metáfora sobre su eterna rebeldía contextual y su tendencia a pararse en la vereda de enfrente con respecto al conformismo decrépito de muchos sectores de la sociedad, los cuales son manipulados una y otra vez por el statu quo. Tres son las autobiografías que el músico londinense escribió a lo largo de los años y cubriendo distintos tópicos y fases de su trayectoria, Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs (1993), Anger Is an Energy: My Life Uncensored (2014) e I Could Be Wrong, I Could Be Right (2020), y era cantado que eventualmente le iba a dar el sello de aprobación a algún cineasta para que encarase un documental sobre su periplo y su grupo semi solista de siempre, el genial Public Image Ltd. o PIL, cuyo nombre remite a la novela homónima de 1968 de Muriel Spark acerca del costado destructor del aparato mediático y de la industria cultural, así hoy nos topamos con la maravillosa The Public Image Is Rotten (2017), escrita y dirigida por Tabbert Fiiller, en esencia un músico y director de fotografía que aquí debuta como realizador gracias a su más que evidente buena relación con Lydon.

 

El film, precisamente, comienza con la separación de los Sex Pistols, pega un salto hacia la traumática infancia del protagonista y regresa a finales de los 70 para retratar el puntapié inicial de Public Image Ltd., léase un viaje a Jamaica junto al cabecilla de Virgin Records, Richard Branson, para buscar músicos emergentes de reggae en función de la condición de experto de John en el asunto, asimismo un gran fanático del dub y el ska que aprovechó la aventura para desintoxicarse del ámbito británico en materia de la prensa sensacionalista y el juicio con McLaren. Con Jah Wobble en bajo, Keith Levene en guitarra y Jim Walker en batería, la banda grabó su primer disco, First Issue (1978), un trabajo fundamental del post punk más ominoso que tendría una suerte de secuela en ocasión del mucho más ambicioso, hipnótico y cercano al dub Metal Box (1979), obra maestra ya con Walker afuera de la banda y siendo reemplazado por tres nuevos bateristas vía un casting en el estudio, David Humphrey, Richard Dudanski y Martin Atkins. Este último en especial tocó en Bad Baby y pasaría a ocupar de modo oficial el rol a partir de Paris au Printemps (1980), primer álbum en vivo, y a dominar a pleno el sonido de la tercera joya de estudio al hilo, The Flowers of Romance (1981), una placa aún más vanguardista que las anteriores porque Wobble ya había dejado la banda y jamás fue reemplazado, por lo que la ausencia de bajo se hizo notar de la misma forma que la falta de guitarra debido a que Levene la había abandonado en pos de abrazar los sintetizadores. Es el heroinómano Levene quien termina siendo expulsado del colectivo cuando surge la posibilidad de una gira muy bien paga por Japón, país del que podrían expulsarlos si los encontraban con drogas, lo que genera por un lado la edición del segundo disco en vivo con una banda asalariada, Live in Tokyo (1983), y por el otro lado que Levene robe los masters del cuarto álbum de estudio -en esta ocasión con Pete Jones en bajo- y lo edite bajo el título de Commercial Zone (1984), algo así como los demos muy en crudo de lo que después se convertiría en This Is What You Want… This Is What You Get (1984), trabajo de transición entre el post punk experimental de los inicios y la new wave.

 

A pesar del inesperado éxito masivo de This Is Not a Love Song, una canción que parodiaba a los singles comerciales/ radiales/ videocliperos del momento, Atkins abandona la banda y así en términos prácticos Public Image Ltd. muta en un proyecto solista de Lydon, quien graba en 1984 la composición World Destruction junto al productor y bajista Bill Laswell y la banda Time Zone del norteamericano Afrika Bambaataa, luego reuniéndose con Laswell para el estupendo Album (1986), un ejemplo del hard rock ochentoso plagado de sesionistas de primer nivel como el guitarrista Steve Vai, el bajista Jonas Hellborg, los bateristas Tony Williams y Ginger Baker -este último otrora miembro de Cream, el grupo de Eric Clapton y Jack Bruce- y el japonés Ryuichi Sakamoto en sintetizadores. A partir de las presentaciones en vivo de Album se forma un esquema más o menos estable/ fijo que marcaría al resto de la primera etapa de PIL, lineup compuesto por el guitarrista John McGeoch, célebre por Siouxsie and the Banshees, el también violero Lu Edmunds, ex miembro de The Damned, el bajista Allan Dias y el baterista Bruce Smith, con quienes Lydon registra una trilogía de discos que va de mayor a menor en términos cualitativos, cada vez más volcados al pop irónico, el dance y el rock alternativo de la época, hablamos del correcto Happy? (1987), el pobre 9 (1989) y el ya muy flojo en serio That What Is Not (1992). Edmunds, aquejado por tinnitus, deja el grupo en 1988, Smith en 1990 y Dias en 1992, provocando una separación que a su vez desemboca en un disco solista por parte del cantante y letrista, el olvidable Psycho’s Path (1997), en la publicación de sus memorias y en un insólito vuelco a una vida doméstica con su compañera y esposa de siempre, la alemana Nora Forster, movida en buena medida cortesía de las locuras de la hija de la mujer, Ariane Daniele Forster alias Ari Up, la vocalista de The Slits, famoso colectivo femenino de cadencia post punk, quien alrededor del 2000 se desembarazó de sus gemelos adolescentes y se los dejó al matrimonio Lydon, el cual también terminó adoptando al tercer vástago de Ariane luego de su trágica muerte en 2010 de cáncer de mama a posteriori de haberse negado a recibir quimioterapia.

 

Fiiller reconstruye esta ensalada histórica de manera magistral a través de una entrevista fundamental al propio John dentro de la intimidad de su hogar y siempre preservando la privacidad de su familia, planteo retórico que se complementa con testimonios a cámara de prácticamente todos los involucrados -una odisea increíble, a decir verdad, ya que varias de las peleas de turno intra banda jamás se resolvieron del todo- más opiniones coyunturales sobre la influencia de PIL, cada uno de sus discos y el derrotero de los shows en directo de parte de gente como Richard Melville Hall alias Moby, Thurston Moore de Sonic Youth, Adam Horovitz de los Beastie Boys y Michael Peter Balzary alias Flea de los Red Hot Chili Peppers. Julien Temple, director tanto del falso documental de impronta farsesca The Great Rock ‘n’ Roll Swindle (1980) como del neoclásico The Filth and the Fury (2000), ambos alrededor de la carrera y el ideario antiinstitucional de los Sex Pistols, el primero desde el punto de vista del maquiavélico McLaren y el segundo desde la perspectiva de la agrupación en sí, asimismo dice presente en un opus que analiza el sustrato vanguardista y convulsionado de una banda en eterna metamorfosis debido a búsquedas estéticas, luchas de egos, adicciones, recitales caóticos, tendencias suicidas, muchos tours, muy poco dinero, desconfianza mutua, hermosos delirios artísticos y hasta un público punk trasnochado que seguía escupiendo a Lydon y los suyos cual ritual muy fuera de lugar. Como siempre en el caso de John, la película exuda sinceridad y trabaja una de las obsesiones temáticas del músico, la traición, aquí representada no sólo en el episodio de Levene y su Commercial Zone sino además en otro previo y mucho menos conocido, el protagonizado por un Jah Wobble que también robó los masters de un álbum de Public Image Ltd. para sacarles rédito personal/ egoísta, los de algunos temas de Metal Box cuyas bases rítmicas fueron a parar al debut solista del bajista, el hoy completamente olvidado The Legend Lives On… Jah Wobble in “Betrayal” (1980), perfidia que fue tomada como un puñal clavado en la espalda por Lydon y que eventualmente conduciría a la salida de Wobble de PIL en 1980.

 

Quizás lo más revelador del documental sean los momentos en los que el retratado nos relata qué fue de su vida en todos estos años desde el fin de PIL hasta su resurgimiento en 2009, más allá de la mentada reunión de los Sex Pistols del Filthy Lucre Tour de 1996 y el disco en vivo reglamentario, el muy bueno Filthy Lucre Live (1996), y es allí donde surge su faceta familiar y su condición de “tesoro nacional británico” no sólo por la fama punk de los 70 -y décadas posteriores- y su inigualable idiosincrasia obrera marginal sino también por el generoso volumen de participaciones televisivas en reality shows y el hilarante corto publicitario que hizo para una compañía que fabrica manteca bajo la marca Country Life, dinero que utilizó para financiar el regreso independiente de PIL -sin la sujeción a ninguna compañía discográfica- y para la grabación de dos nuevas placas de estudio, los muy dignos This Is PiL (2012) y What the World Needs Now… (2015), suerte de vuelta aggiornada a aquellos años post punk de First Issue, Metal Box y The Flowers of Romance, ahora con un lineup que consiste en viejos conocidos de la talla de Bruce Smith y Lu Edmonds más el multiinstrumentista Scott Firth, todos partiendo de gira alrededor del mundo para apoyar el lanzamiento de los álbumes. Una de las joyas del anecdotario es el legendario concierto de mayo de 1981 en un teatro neoyorquino, el Ritz, en el que la banda quiso tocar detrás de una pantalla cinematográfica cual performance artística y para colmo con un percusionista de 60 años que jamás había escuchado al grupo, Sam Ulano, episodio muy gracioso que derivó en ataques comprensibles del público y en la destrucción del lugar y que es narrado por Thurston Moore, fan histórico de la banda y testigo de los hechos, amén de las reyertas en participaciones bien ásperas en televisión como la de 1980 de Lydon y Levene contra el petulante conductor Tom Snyder en The Tomorrow Show, con quien el cantante volvería a encontrarse en 1997 aunque ya en términos más pacíficos. En The Public Image Is Rotten también nos encontramos con la exégesis de clásicos concretos como Annalisa del First Issue, la historia de una chica alemana de 14 años cuyos padres estaban convencidos de que estaba poseída por demonios, así la terminaron matando al sofocarla en un exorcismo con sacerdote y todo, Poptones del Metal Box, acerca de una joven que es violada luego de subirse al auto japonés de un extraño y ser llevada a un bosque, por la angustia y el trauma sólo recordando después la música que sonaba en el estéreo del vehículo, el hitazo Rise de Album, exploración en torno a las técnicas de tortura de los gobiernos sudafricano y de Irlanda del Norte -especialmente la picana eléctrica empleada contra disidentes políticos- y la inutilidad de la violencia en general para modificar la conciencia masiva o castigar al pueblo, y Disappointed del 9, otra maravilla que en este caso nos regresa al tópico de las traiciones, la amistad deshecha y la decepción como corolarios indefectibles cuando uno no juzga del todo bien a los amigos, cofrades, colegas o asociados del rubro que sea, sustrato conceptual del que John puede dar cátedra por los traspiés con McLaren, Wobble y Levene. Retomando los últimos versos de la canción del disco debut que le da el nombre a la banda, aquello de “la imagen pública me pertenece/ es mi entrada, mi propia creación/ mi gran final, mi adiós”, Lydon consideró a la agrupación desde el principio como un barco amorfo capitaneado por un espíritu inquieto y efervescente de autoafirmación anárquica que exige permanente movimiento o por el contrario, la desaparición de la escena musical, algo que chocaba no sólo con la ortodoxia punk sino con el típico modelo de banda de rock que busca alternativas estilísticas hasta que halla su nicho y se queda feliz allí a pura repetición, precisamente por ello el frontman inglés tomó ingredientes varios del mundo corporativo como la impersonalidad controlada, la sustitución de integrantes, la capacidad de adaptarse a las coyunturas y el mismo sustrato sardónico en torno a la estrategia de despreocuparse de la percepción mediática o popular -esa que tantas veces crucificaba a PIL y a Lydon sobre todo- y al mismo tiempo bautizar a la banda con semejante concepto del acervo capitalista. Fiiller en suma logra retratar todas las facetas del protagonista y se da el lujo de incluir canciones de todos los discos de estudio de Public Image Ltd., siempre remarcando que el señor logró en los últimos años una especie de nirvana profesional con la nueva formación y el management de John “Rambo” Stevens, un amigo de la infancia y guardaespaldas devenido representante y organizador general (John Waters, el gran padre del trash yanqui, incluso los interroga sobre su amistad en un genial insert durante los créditos finales). Si bien Lydon fue volcándose a una derecha moderada ante el marco cada vez más grotesco de la política europea y mundial y tuvo que replegarse a lo hogareño con vistas a cuidar de su esposa, enferma de Alzheimer, su legado musical es inmenso y por fin es condensado como es debido en una película a la altura del señor y su fascinante derrotero por la tierra, inventando el punk, el post punk y hasta buena parte de la new wave satírica subsiguiente.

 

The Public Image Is Rotten (Estados Unidos, 2017)

Dirección y Guión: Tabbert Fiiller. Elenco: John Lydon, Martin Atkins, Lu Edmonds, Keith Levene, Thurston Moore, Ginger Baker, Adam Horovitz, Julien Temple, Richard Melville Hall, Allan Dias. Producción: Tabbert Fiiller, Tyler Brodie, Hunter Gray y Phaedon A. Papadopoulos. Duración: 105 minutos.