Descansar en Paz

Morosos incobrables

Por Emiliano Fernández

Dentro del film noir, el suspenso y el thriller de acción existe un latiguillo paraguas que abarca el desfasaje identitario y sus minucias, sobre todo los secretos o cuasi amnesia de un personaje en apariencia gris que está escondido a la vista de todos con el claro objetivo de mantenerse al acecho o simplemente pasar desapercibido por traumas o tropelías de diversa índole y envergadura, un esquema retórico que va desde La Sombra de una Duda (Shadow of a Doubt, 1943), opus de Alfred Hitchcock, y Retorno al Pasado (Out of the Past, 1947), de Jacques Tourneur, pasa por una infinidad de obras similares de las décadas posteriores, y llega hasta este Siglo XXI de Una Historia de Violencia (A History of Violence, 2005), de David Cronenberg, John Wick (2014), de Chad Stahelski, y Nadie (Nobody, 2021), de Ilya Naishuller, entre otras. La recurrencia del formato y su sobreutilización en el neo noir desde los años 60 y 70, con distintas variantes a cargo de los maravillosos Jean-Pierre Melville, John Boorman y Michael Mann a la cabeza, han generado un desgaste más que importante que se siente fuerte cada vez que alguna película pretende retomarlo y no sube la intensidad dramática o no agrega alguna novedad significativa a la mixtura de siempre, así las cosas el déjà vu paradigmático del cine contemporáneo vuelve a transformarse en un peligro que se siente próximo y aburre/ arruina toda experiencia artística inmersiva que se precie de tal.

 

Descansar en Paz (2024), película del argentino Sebastián Borensztein para Netflix a partir de la novela homónima de 2018 de Martín Baintrub, precisamente se propone refritar la premisa señalada desde un andamiaje bastante clasicista, arraigado en el policial negro de base moral de antaño: en la Argentina de la convertibilidad de “un peso, un dólar” de 1994 Sergio Dayan (Joaquín Furriel) lleva una vida de alta burguesía cuando en realidad su fábrica está al borde de la quiebra porque la apertura indiscriminada de importaciones está destruyendo la industria local, justo como ocurre hoy en día con el gobierno del psicópata hijo de puta de Javier Milei, por ello cuando termina herido en la voladura de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) aprovecha un dinerillo que llevaba a un tiburón financiero, Hugo Brenner (Gabriel Goity), para simular su muerte, hacer que su esposa cobre el seguro de vida, la odontóloga Estela (Griselda Siciliani), y de inmediato escapar al Paraguay con la esperanza de dejar atrás los inconvenientes económicos, país en el que vive durante 15 largos años y termina en pareja con Ilu (Lali González), la dueña de una tienda de electrodomésticos desde que enviudó de repente en una fiesta, no obstante el exiliado, que responde al seudónimo de Nicolás Nieto, siente curiosidad sobre el destino de sus dos hijos y decide volver a la Argentina, donde pronto descubre que Estela se casó con Brenner.

 

A esta altura podemos confirmar que a Borensztein, hijo del gran comediante especializado en humor político Tato Bores, no le va muy bien que digamos cuando intenta volcarse a las propuestas serias ya que lo mejor de su producción ficcional para el séptimo arte pasa por las comedias, pensemos en las recordadas La Suerte Está Echada (2005), Un Cuento Chino (2011) y La Odisea de los Giles (2019), una trilogía de películas loables que analizaban el ADN cultural paradójico argentino, volcado en igual medida a la solidaridad y el egoísmo autodestructivo, desde una farsa modelo ochentosa que en sí celebra tanto el cine de género como la vertiente que nos ocupa de la trayectoria del director y guionista, la adusta cercana al film noir de “pasado sucio” en línea con Sin Memoria (2010), Kóblic (2016) y la presente Descansar en Paz, dejándonos con un convite a mitad de camino a nivel cualitativo entre la interesante Kóblic y la directamente fallida Sin Memoria. Borensztein, un realizador muy prolijo y típicamente posmoderno en su apego ortodoxo para con ese armazón narrativo hollywoodense/ globalizado, le impone su profesionalidad a la faena y consigue tanto muy buenas actuaciones de todos los involucrados, aquí con Furriel por momentos copiando a Joaquin Phoenix en su modalidad más masoquista o quizás introvertida, como una impronta detallista clásica de su cine, de hecho escapándole a la triste chatarra promedio de Netflix.

 

Sin embargo Descansar en Paz también arrastra problemas y en esencia tienen que ver con la redundancia del relato, con el extenso camino que la propuesta opta transitar para llegar a un destino que se vislumbra kilómetros a la distancia, con el eje melodramático burdo del triángulo amoroso entre el protagonista, su ex esposa y el mafioso en la piel del querido Goity, con el carácter asimismo indistinto de los dos vástagos de Sergio, una mocosa que muta en arquitecta y un joven que se transforma en discípulo del usurero, Florencia (María Zoe Kunischi Segovia y Macarena Suárez) y Matías (Nicolás Jurberg y Juan Cottet), y con el ardid excesivamente pomposo de “matar” a Dayan mediante el atentado a la AMIA del 18 de julio de 1994, ridiculez que se siente forzada y es moneda corriente en un mainstream que desde los años 80 y 90 parece no poder contentarse con algún homicidio o accidente vulgar de vieja cepa para las tragedias personales y semejantes. Otro problema muy serio de la epopeya se condice con el engolosinamiento con las escenas elementales, como esa de Sergio descubriendo en Facebook un video de su hija hablando de él, y el poco contrapunto o cambio identitario verdadero entre los personajes de 1994 y sus homólogos de 2009, por ello la película parece más un drama anodino de manual que un thriller sobre los morosos incobrables del capitalismo y las idas y vueltas de la existencia hipócrita en las ciudades…

 

Descansar en Paz (Argentina, 2024)

Dirección: Sebastián Borensztein. Guión: Sebastián Borensztein y Marcos Osorio Vidal. Elenco: Joaquín Furriel, Griselda Siciliani, Gabriel Goity, Lali González, María Zoe Kunischi Segovia, Macarena Suárez, Nicolás Jurberg, Juan Cottet, Alicia Guerra, Martín Gallo. Producción: Federico Posternak, Ricardo Darín, Ezequiel Crupnicoff y Chino Darín. Duración: 107 minutos.

Puntaje: 5