La ya generosa carrera de George Clooney como director ha sido más desconcertante que decepcionante, a decir verdad, porque a posteriori de un excelente comienzo, aquel de Confesiones de una Mente Peligrosa (Confessions of a Dangerous Mind, 2002), una sátira mediática y política de dejo cuasi surrealista escrita por el extraordinario Charlie Kaufman, y Buenas Noches y Buena Suerte (Good Night and Good Luck, 2005), retrato del periodista radial y de TV Edward R. Murrow (David Strathairn) y su cruzada contra el excrementicio Joseph McCarthy y su caza de brujas anticomunista, el señor se apareció con una andanada de películas insólitas que en el fondo terminaron de demostrar cuáles eran sus verdaderas obsesiones temáticas, léase primero la existencia del estadounidense promedio de mediados del Siglo XX, algo que se vincula con su pasado familiar y la generación de sus padres, y segundo una militancia de izquierda solapada que le pega a los centros de poder, típica postura del sector progresista mayoritario de Hollywood. Si Secretos de Estado (The Ides of March, 2011) fue un interesante thriller político que aportaba seriedad donde Confesiones de una Mente Peligrosa ofrecía risas y múltiples delirios, Jugando Sucio (Leatherheads, 2008), Operación Monumento (The Monuments Men, 2014) y Suburbicon: Bienvenidos al Paraíso (Suburbicon, 2017) lo retrotrajeron a la centuria pasada de Buenas Noches y Buena Suerte desde un marco cualitativo mucho más desparejo, de hecho las dos primeras eran bastante flojas y por suerte la tercera, coescrita por nada menos que los hermanos Joel y Ethan Coen, fue un trabajo loable e injustamente ninguneado/ atacado por prensa y público.
Aparentemente Clooney se dio cuenta de que todos a su alrededor ya habían identificado cada uno de sus latiguillos como realizador y por ello en sus dos films posteriores decidió probar “otra cosa” y nos entregó una epopeya muy fallida, Cielo de Medianoche (The Midnight Sky, 2020), bodrio insoportable de ciencia ficción para Netflix, y otra más sencilla y por momentos hasta disfrutable en serio, El Bar de las Grandes Esperanzas (The Tender Bar, 2021), en esencia una historia melosa de aprendizaje o bildungsroman o coming-of-age para Prime Video. Hoy queda claro que el amigo George se sintió cómodo rodando el opus previo al punto de que en su flamante propuesta, otro coming-of-age intitulado Los Muchachos del Bote (The Boys in the Boat, 2023), reemplaza el período histórico de El Bar de las Grandes Esperanzas, las décadas del 70 y 80, por su etapa preferida en términos narrativos y culturales, una vez más la primera mitad y mediados del Siglo XX de Buenas Noches y Buena Suerte, Jugando Sucio, Operación Monumento y Suburbicon: Bienvenidos al Paraíso, e incluso se podría decir que en esta oportunidad sustituye el tono cómico y el fútbol americano de Jugando Sucio con un registro adusto semi testimonial y una variante del deporte del remo, el ocho con timonel, disciplina por entonces bastante popular que llevaría a Estados Unidos a ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, con el nazismo en lo alto del poder en Alemania, gracias a los esfuerzos de un equipo de remo juvenil entrenado por Al Ulbrickson, el mandamás del rubro en la Universidad de Washington, una institución de relativos pocos recursos para el promedio norteamericano.
Basado en un libro de no ficción de Daniel James Brown, Los Muchachos del Bote: Nueve Estadounidenses y su Épica Búsqueda del Oro en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 (The Boys in the Boat: Nine Americans and Their Epic Quest for Gold at the 1936 Berlin Olympics, 2013), el guión de Mark L. Smith, el mismo de Cielo de Medianoche y diversos trabajos para Nimród Antal, Joe Dante, Alejandro González Iñárritu, Julius Avery y Neil Burger, se centra en el personaje verídico más conocido de aquel equipo de remeros, Joe Rantz (Callum Turner), un joven menesteroso que en la Gran Depresión de los años 30 estudia ingeniería en la Universidad de Washington y allí mismo se hace amigo de Roger Morris (Sam Strike) y se enamora de una señorita que conocía desde la escuela primaria, Joyce Simdars (Hadley Robinson). Como su progenitor, Harry Rantz (Alec Newman), lo abandonó a los 14 años de edad por falta de trabajo, la presencia de otros purretes y el fallecimiento repentino de la madre tiempo atrás, Joe ha estado valiéndose solo y pagando la universidad con mucho esfuerzo por el desempleo posterior a la Crisis de 1929, así las cosas se postula para ingresar al equipo de remo local como una solución a sus urgencias económicas y Ulbrickson (Joel Edgerton) pronto lo selecciona entre los ocho afortunados. Mientras se hace amigo del encargado de la construcción de los botes, George Pocock (Peter Guinness), Rantz se deja conducir por Ulbrickson y juntos acumulan victorias hasta llegar a los Juegos Olímpicos, un periplo que requiere que junten cinco mil dólares en una semana porque no reciben financiamiento alguno de la universidad o el mismísimo Estado.
Entre el citado bildungsroman de crecimiento a escala psicológica/ identitaria, la odisea testimonial humanista sobre la miseria y la debacle económica por los ciclos especulativos de siempre del capitalismo y la típica película deportiva de época en torno al sacrificio, los desacuerdos y la necesaria sincronización en todas las disciplinas basadas en el esfuerzo colectivo, el film de Clooney no es mucho mejor que su otro exponente deportivo, Jugando Sucio, pero supera a Cielo de Medianoche y El Bar de las Grandes Esperanzas en cuanto a coherencia narrativa general e interés que despierta en función de las tribulaciones de estos obreros del agua, amén del hecho de que resulta muy loable la idea de defender un deporte ninguneado o prácticamente desconocido en el Siglo XXI y para colmo en una acepción desfinanciada/ pobretona mucho más cerca de la dignidad de la disciplina en sí que de esa gesta estándar del belicismo estadounidense. En este sentido el director evita transformar a la propuesta en una batalla con los nazis porque mantiene los pies sobre la tierra y subraya que lo importante de fondo son las desigualdades de todo tipo dentro de Estados Unidos, un país donde el privilegio, el favoritismo y la rauda corrupción vienen siempre de la mano del dinero de la alta burguesía y sus instituciones asociadas, educativas o no. A pesar de que abusa un poco demasiado de la nostalgia, se hace muy larga en sus 124 minutos de metraje y los diálogos y los “acentos melodramáticos” pueden cansar al igual que su previsibilidad clasicista, la propuesta está muy bien actuada, incluye excelentes escenas de competencia y nos regala a un Edgerton estupendo cual alter ego del propio Clooney en modalidad actor…
Los Muchachos del Bote (The Boys in the Boat, Estados Unidos, 2023)
Dirección: George Clooney. Guión: Mark L. Smith. Elenco: Joel Edgerton, Callum Turner, Peter Guinness, Sam Strike, Thomas Elms, Jack Mulhern, Luke Slattery, Bruce Herbelin-Earle, Alec Newman, Hadley Robinson. Producción: George Clooney y Grant Heslov. Duración: 124 minutos.