Euthanizer (Armomurhaaja, 2017, de Teemu Nikki, Nocturna), por Emiliano Fernández
Esta obra del finlandés Teemu Nikki es uno de los alegatos más contundentes en favor del respeto y la valoración urgente de la naturaleza, la cual desde ya se ubica en un estrato infinitamente superior con respecto a la execrable humanidad y su tendencia a destruirlo todo en nombre de sus delirios egocéntricos: utilizando la arquitectura del thriller minimalista, el realizador y guionista enfatiza que hay pocas cosas más satisfactorias que reventar a fascistas y devolverles el dolor que causan a su alrededor, ajusticiándolos como corresponde. La historia de Euthanizer (Armomurhaaja, 2017) se centra en Veijo Haukka (Matti Onnismaa), un hombre que posee un taller mecánico y como segundo trabajo se dedica a matar a animales de compañía que están en la fase terminal de sus vidas, cuyos dueños por lo general no pueden -o no quieren- pagar los más que onerosos servicios de la veterinaria del pueblito rural donde transcurre todo. A la par que comienza una relación romántica con una enfermera, Lotta (Hannamaija Nikander), quien asimismo cuida de su padre enfermo, el señor decide no matar al perro de un tal Petri (Jari Virman), el cual se lo quiere sacar de encima sólo para “hacerse el macho” con el objetivo de impresionar a su grupo de seudoamigos, nada menos que un colectivo de supremacistas blancos. Nikki trabaja muy bien el costado morboso -y hasta cómico- de las distintas subtramas: Lotta le gusta ser asfixiada por Veijo durante el coito, un señor que por cierto se la pasa torturando psicológicamente a su padre vía un secreto compartido del pasado, y finalmente Petri es un ser de lo más patético que resiente la mediocridad de su familia (mujer y dos hijos) y roba en su trabajo para sus cofrades racistas, homofóbicos, xenófobos, misóginos, etc. (los susodichos para colmo se burlan continuamente de él y nunca lo terminan de aceptar como un miembro más, tratándolo como un payaso del cual mofarse). El tono general es crudo pero respetuoso para con los animales sin mostrar nada de violencia, lo que por supuesto no puede extenderse a los humanos, sin distinción de género: la veterinaria del lugar es -como casi todos los veterinarios, dicho sea de paso- una usurera de la vida y muerte de las mascotas, a lo que se suma algún que otro cazador que pide a gritos que se lo ajusticie y la burguesita boba infaltable que le pregunta a Veijo si el gato que trajo para matar sufrirá cuando ella toda la vida lo condenó a un departamento/ prisión sin que le importase en nada las necesidades reales del animal en libertad. El desempeño del elenco es excelente y calza perfecto con una película que sabe lo que quiere y sabe cómo transmitirlo, en consonancia con ese equilibrio del martirio al que nos referíamos más arriba y con una defensa igual de potente en torno a la eutanasia responsable, léase como recurso definitivo y para ahorrarle al paciente ese dolor innecesario al que son adeptos los horrendos médicos de nuestros días.
From Where We’ve Fallen (2017, de Wang Feifei, Competencia Oficial Internacional), por Martín Chiavarino
Gritos ahogados
La ópera prima del realizador chino Wang Feifei es una combinación de drama y thriller psicológico de gran complejidad entre personajes interrelacionados cuyos gritos ahogados intentan buscar una salida hacia un exterior del que parecen alejarse cada vez más.
El suicidio de un empresario enfermo terminal de cáncer desata una trama de engaños cruzados que devienen venganzas y mentiras reveladas que incluyen videos sexuales y amores no correspondidos por parte de una serie de personajes cuyas intenciones no son declaradas hasta el final. Mediante simbolismos, perversiones y búsquedas personales los protagonistas emprenden pequeñas quimeras personales para encontrar algo en el otro destinado a defraudarlos, para comprender que el problema es la búsqueda misma. Así un vecino del difunto empresario se hace pasar por un socio para vengarse de un amigo y socio del empresario que tenía relaciones sexuales con su esposa en una isla cerca del mar de Japón, mientras que un profesor escapa junto a una de sus alumnas de la organización de su propio casamiento con otra profesora. Reunidos por placer o negocios todos tienen una historia y una herida que los carcome y los llevará a perderse en su propia obsesión.
El film de Wang Feifei retrotrae la historia una y otra vez para exponer las intenciones de los personajes, sus miserias y sus anhelos, en un relato donde el mar y el cielo se funden con las perlas y los cristales en una China de contradicciones cada vez más acuciantes. From Where We’ve Fallen (2017) es así una película contemplativa, musicalizada con las pesadas notas de melancólicos bandoneones, pero también es una obra visceral en la que la templanza es la antesala de un estallido que se parece más a la locura que a la pasión coronada con una canción clásica china que simboliza todos los acontecimientos de la pieza del director y de un país de múltiples caras con sus propias reglas.
Boom for Real: The Late Teenage Years of Jean-Michel Basquiat (2017, de Sara Driver, Artistas en Acción), por Martín Chiavarino
De la calle al museo
El regreso de Sara Driver como realizadora cinematográfica tras su último film, When Pigs Fly (1993), es un documental sobre una generación extraordinaria que desarrolló su arte alrededor de las contradicciones de la ciudad de Nueva York en Estados Unidos a finales de la década del setenta, transformando una ciudad al borde de la quiebra, con índices delictivos enormes en una zona de arte donde se desenvolvió la música rap, la cultura hip hop, el arte callejero y el graffiti, expresiones en las que se destacó el artista Jean-Michel Basquiat, tal vez el artista más famoso de esa explosión cultural que mezcló cultura popular, plasticidad gráfica y estética abstracta de carácter poético, filosófico y satírico.
Sara Driver es conocida por su participación, ya sea como productora o actriz secundaria, en algunas películas de Jim Jarmusch, su pareja, quien también aparece en el film hablando de Basquiat, personaje que ambos conocieron en su adolescencia como artista vagabundo que desarrollaba y experimentaba con distintos géneros, formas, texturas y soportes para encontrar la estética lo que finalmente lo convertiría en un artista consagrado, influyente y representativo de toda la cultura neoexpresionista influenciada por el arte callejero urbano.
La realizadora, gran protagonista junto a su pareja de toda la escena neoyorkina de la época, entrevista aquí a numerosos artistas, músicos, curadores y personajes que conocieron y convivieron con Basquiat para encontrar las influencias artísticas y los estímulos que transformaron al adolescente en un joven artista de trascendencia mundial. Boom for Real: The Late Teenage Years of Jean-Michel Basquiat (2017) es una gran entrada al arte de Basquiat, al nacimiento del arte callejero, el hip hop, el graffiti y la cultura popular norteamericana de esa época a través de sus creadores y mejores exponentes, aún activos, que todavía siguen redefiniendo los alcances de la contracultura a nivel mundial.