Desenterrando Sad Hill

Peregrinación al cementerio

Por Martín Chiavarino

Al igual que todas las ramas del arte, el cine ha evolucionado desde sus comienzos, tanto en su producción y distribución como en su recepción por parte del público. El magnífico cine de Sergio Leone es uno de los mejores ejemplos de esta transformación. Los spaghetti westerns del director de El Bueno, el Mano y el Feo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo, 1966) crearon una nueva visión del Lejano Oeste, transfigurando el mito alrededor de la expansión del modelo de organización social europeo hacia las fértiles tierras del oeste norteamericano. El spaghetti western reformulaba desde Italia la visión mitificada del oeste que Estados Unidos había buscado construir desde Hollywood a partir de películas que se habían convertido en íconos del cine, donde se destacaban los films dirigidos por John Ford protagonizados por John Wayne, como La Diligencia (Stagecoach, 1939), Fuerte Apache (Fort Apache, 1948) o Más Corazón que Odio (The Searchers, 1956), tanto como los de Howard Hawks, también protagonizados por Wayne, Río Bravo (1959) y Río Rojo (Red River, 1948), o A la Hora Señalada (High Noon, 1952), de Fred Zinnemann, protagonizado por Cary Grant y Grace Kelly. En estas películas estadounidenses la ley tenía un lugar muy importante y el héroe poseía siempre un código de honor. Claramente, el cine de Leone ofrecía otra cara de esta realidad, con más violencia, más primeros planos, más humor, personajes más crueles y patéticos. En fin, un realismo más crudo. Los antihéroes eran sus protagonistas, hombres convertidos en bestias salvajes, terroristas, mercenarios, bandidos, revolucionarios, atrapados en situaciones tragicómicas, atravesados por una música insoslayable de contrapuntos de Ennio Morricone, que utilizaba sonidos reales e instrumentos atípicos para crear sus extraordinarias composiciones. Denostadas por la crítica, estas películas se convirtieron en un nuevo canon para las generaciones posteriores, que vieron en Django (1966), de Sergio Corbucci, o en Por un Puñado de Dólares (Per un Pugno di Dollari, 1964), una reconfiguración de todos los estereotipos del western clásico, el duelo, el héroe y el sentido de comunidad, entre otros.

 

Desenterrando Sad Hill (2017) es una muestra de hasta dónde llega el fanatismo por una película, en este caso en relación a El Bueno, el Malo y el Feo. En su primer largometraje el realizador español Guillermo de Oliveira sigue el derrotero de cuatro coetáneos, Joseba, Sergio, Diego y David, que se proponen encontrar, desenterrar y recuperar el cementerio creado por el equipo de producción del film de Leone de mitad de los años sesenta a modo de homenaje a cincuenta años de la obra magna del spaghetti western. Para ello el realizador acompaña en su periplo a estos entusiastas hacia las afueras de Burgos, donde se filmó gran parte de la película, siguiendo las pistas cinematográficas de los planos de Leone y su director de fotografía, Tonino Delli Colli, en una búsqueda por el estepario paisaje del valle de Burgos, en Castilla y León.

 

Pero no todo queda en esa apasionada búsqueda y en la reconstrucción del cementerio, una verdadera odisea para cuatro hombres que despiertan el fervor de fanáticos de El Bueno, el Malo y el Feo alrededor del planeta, sino que Oliveira se propone a su vez su propio camino, una indagación sobre la creación del cementerio de Sad Hill por parte de la producción de la obra junto con la colaboración del ejército español del régimen franquista, transformando su documental en un verdadero testimonio sobre la época. Así la peregrinación de gente de distintos lugares del mundo para ayudar en la reconstrucción del cementerio a estos cuatro españoles, que narran sus vicisitudes, se le suma el testimonio de varios soldados del ejército local apostados en Burgos que participaron como extras en El Bueno, el Malo y el Feo.

 

En base a entrevistas a ex conscriptos del período, el realizador español recrea el aporte del ejército a la película otorgándole recursos y extras, construyendo, volando y reconstruyendo puentes para volarlos en pedazos nuevamente. De esta manera los propios protagonistas narran su participación a partir de sus recuerdos y de fotografías tomadas durante el rodaje junto a los actores y el equipo de producción. Oliveira agrega así una capa más al interés de los italianos por filmar sus películas sobre el Lejano Oeste en España, no solo por el parecido de su árido paisaje con el desierto norteamericano, y por sus beneficios impositivos, sino que incluso hubo una puesta a disposición de los recursos humanos y militares por parte de la dictadura de Francisco Franco para que películas como El Bueno, el Malo y el Feo pudieran llegar a cabo sus titánicas producciones, lo cual ayudaba al régimen franquista a lavar su imagen ante el mundo.

 

A este homenaje a una de las mejores películas del cine se suman los testimonios de varios integrantes del equipo de producción de El Bueno, el Malo y el Feo como Carlo Leva, el diseñador de la escenografía, el editor Eugenio Alabiso, que estuvo presente durante la filmación, y el asistente de cámara Sergio Salvati, que narran anécdotas sobre todo el proceso de producción del emblemático film de Sergio Leone. Por supuesto también está presente la palabra de Ennio Morricone con detalles sobre la composición de la banda sonora, una entrevista con Clint Eastwood en diferido para los cincuenta años y la palabra del propio Leone a través de registros varios. A todo esto se suman los comentarios sobre la obra de Leone y del proyecto de recuperación del cementerio del director español Álex de la Iglesia, que ya había homenajeado al spaghetti western con 800 Balas (2002), película filmada en Almería, el prominente escritor y crítico cultural británico Christopher Frayling, el escritor estadounidense de ciencia ficción y literatura fantástica Stephen Leigh, el director Joe Dante y hasta una entrevista con James Hetfield, el guitarrista y cantante de Metallica, que dice presente en la celebración de los cincuenta años de la obra de Leone como fanático, ya que ha utilizado una composición de Morricone, El Éxtasis del Oro (L’Estasi dell’Oro, 1966), que suena en una de las escenas del final de la película en el cementerio con Eli Wallach corriendo, para abrir los conciertos de la banda.

 

El documental de Oliveira ofrece un interesante retrato del proceso de creación del opus de Leone y del desentierro del cementerio creado para el film, incluyendo un análisis sobre el impacto de El Bueno, el Malo y el Feo y el cine del director de Por unos Dólares Más (Per Qualche Dollaro in Più, 1965) en la cultura popular, el imaginario colectivo cinematográfico y la industria cultural, ofreciendo distintas aristas para abordar la aventura de los cuatro fanáticos de la película y la peregrinación que muchos más inician para ayudarlos y participar en la fiesta por los cincuenta años del film.

 

Desenterrando Sad Hill es la crónica de una epopeya que habla sobre las nuevas formas de consumo a partir del fanatismo y la adoración, el derrotero de los hitos contraculturales transformados en nuevos clásicos y la industria cultural como canalización semi sacra ante el retroceso de las ideologías y las religiones, dejando en claro que el ser humano siempre necesita de alguna obra o idea, física o metafísica, sobre la cual sublimar sus carencias, obteniendo así el combustible que necesita para emprender una iniciativa, aunque sea como farsa.

 

Desenterrando Sad Hill (España, 2017)

Dirección y Guión: Guillermo de Oliveira. Elenco: Clint Eastwood, Ennio Morricone, Joe Dante, Álex de la Iglesia, James Hetfield, Sergio Salvati, Joseba del Valle, David Alba Romero, Diego Montero, Sergio García Hernández. Producción: Guillermo de Oliveira y Luisa Cowell. Duración: 83 minutos.

Puntaje: 8