Las Tierras Occidentales, de William Burroughs

Peregrinaje a la inmortalidad

Por Martín Chiavarino

En su última novela, Las Tierras Occidentales (The Western Lands, 1987), William Burroughs, el célebre escritor venerado por la generación beatnik, cuyos principales autores, Jack Kerouac y Allen Ginsberg, lo consideraron una fuente de inspiración para toda su obra, concluye su camino de indagación en la conciencia humana a través de su desmembramiento y deconstrucción, culminación a su vez de la Trilogía de la Noche Roja, una epopeya comenzada con Ciudades de la Noche Roja (Cities of the Red Night, 1981) y continuada con El Lugar de los Caminos Muertos (The Place of Dead Roads, 1983) para llegar a un apoteósico final en una novela melancólica y autobiográfica sobre el anhelo de la inmortalidad.

 

Al igual que gran parte de su obra, Las Tierras Occidentales es una novela caótica basada en la técnica del pastiche, el collage y el cut up, con un estilo experimental y provocador que explora en la propia experiencia de Burroughs con las drogas y con la vida. Burroughs propone aquí la búsqueda de un lugar sagrado, de la última quimera humana, las Tierras Occidentales, un sitio donde la inmortalidad es posible. Inspirado por El Libro de los Muertos egipcio y por la novela histórica de Norman Mailer ambientada en el Antiguo Egipto, Noches de la Antigüedad (Ancient Evenings, 1983), el autor de El Almuerzo Desnudo (Naked Lunch, 1959) indaga en la teología egipcia para explorar el camino a esta tierra prometida, un lugar después de la muerte donde el tiempo y el espacio confluyen en paisajes alucinatorios que desafían a la realidad conservadora, una Interzona, un lugar de confluencia de cuerpos y mentes, de tráfico, un pasaje hacia otra instancia de la conciencia y la percepción de la vida.

 

En Las Tierras Occidentales los personajes de Burroughs persiguen un lugar indómito donde la libertad es posible, tal vez el único lugar donde lo es, un terreno escondido y borrado de todos los mapas por una vasta conspiración de empobrecimiento espiritual e intelectual que impide la superación de la instancia de sujeción. Aquí Burroughs encuentra forajidos que se dedican a violar las leyes naturales del universo sustituyéndolas por la sincronicidad, delincuentes del pasado extinguidos, grupos de presión, espías, oscuros proyectos de hibridación natural, ciudades que tiemblan por la fiebre del dinero, temibles ciempiés asesinos y aguerridos duelistas que se entrenan para cruzar las tierras llenas de peligros en la búsqueda de la inmortalidad.

 

La Trilogía de la Noche Roja y particularmente Las Tierras Occidentales es una obra de madurez literaria que no abandona ni reniega de la trama pulp, pero que combina una narrativa subversiva y grotesca con un estilo experimental concupiscente donde prima la creación de imágenes y la destrucción del relato lineal y tradicional, cuestión de gran importancia en la obra de William Burroughs. Para el autor de Yonqui (Junkie, 1953) el lenguaje es un virus parasitario cuyas reglas deben ser trascendidas para desembarazarse de este demonio que nos disminuye y controla. En su última novela esta guerra contra el lenguaje toma una senda encarnecida y furiosa en una trama que al igual que en casi todas sus obras, logra un torrente imparable de imágenes violentas donde el sufrimiento de la carne y las orgías se funden con la búsqueda de una entrada hacia tierras desconocidas por el hombre actual.

 

Corporaciones inescrupulosas que no dudan ante la posibilidad de convertir al mundo en un gran parque de diversiones destruyendo la naturaleza y los recursos naturales, prótesis artificiales, guerras biológicas, miembros fantasmas, agentes insensibles y brutales que cumplen con una misión cruel, la revolución biológica, la alteración de sistemas ecológicos, el homo sapiens como un callejón sin salida biológico, y un experimento fallido de la naturaleza destinado a la extinción son algunas de las instancias de una novela vertiginosa sobre la guerra entre el universo predecible y controlado contra el universo mágico, espontaneo e impredecible, dos instancias que se debaten en el vórtice entre la vida y la muerte para intentar controlar este lugar al que todos quieren llegar pero nadie tiene las agallas para encarar el viaje.

 

En algunos pasajes de Las Tierras Occidentales la novela parece una reversión desbocada y alucinatoria, distópica y futurista, de El Corazón de las Tinieblas (The Heart of Darkness, 1899, de Joseph Conrad, una obra que también se adentró en la oscuridad del alma humana para encontrar algunos de sus secretos más convulsos. En Las Tierras Occidentales escenas sexuales desbocadas y falos de distinta índole se mezclan con excrecencias de todo tipo en un desmesurado carnaval cárnico, voluptuoso e incontenible que se adentra en revulsivas ciénagas e impenetrables selvas para desembocar en decadentes urbes donde los médicos son perseguidos y la persecución de la utopía mortuoria es la única senda de sujetos impensables que luchan por abrirse camino hacia las tierras occidentales.

 

Con numerosos guiños al cine, Las Tierras Occidentales construye algunos pasajes de sus diez capítulos en base a tramas cinematográficas de films de aventuras, de guerra y de espionaje, pero también películas pornográficas, para construir una mitología entre el pasado, el presente y el futuro basada en los mitos del Valle de los Reyes al oeste del Nilo, un lugar de pasaje entre la vida y la muerte, un vórtice perdido en las arenas del tiempo hacia la inmortalidad. En este camino los personajes se encuentran con violentas rebeliones contra los médicos y la medicina occidental, experimentos insólitos, asesinatos, conspiraciones, investigaciones y destrucción de los sueños de las culturas en un tratado sobre la decadencia de Occidente y sus vicios, corrupciones de la mente combatidas sin cuartel por los antihéroes de esta novela, personajes que se disuelven en la narración para resurgir y volver a perderse en los caminos muertos que no conducen a ningún lugar.

 

Así como la crudeza de la literatura de Burroughs ha influenciado a escritores como James Ballard, novelista también obsesionado con las consecuencias de los desastres atómicos, el cuerpo protésico y la ecología en mundos distópicos, el autor de Nova Express (1964) también ha tomado ideas de la poesía de T.S. Eliot, La Tierra Baldía (The Waste Land, 1922), de la obra de Franz Kafka y hasta de películas como Videodrome (1983), de David Cronenberg, en estos capítulos que se conectan con los temores del inconsciente para adentrarse en lugares misteriosos y hasta místicos, donde la superstición es una opción y el ocultismo una forma de acceder a una realidad vedada.

 

Nieto del inventor de la máquina de sumar, William Seward Burroughs ha sido un escritor que puso como eje central de su obra el efecto de las drogas, la homosexualidad y la relación del ser humano con las máquinas. Los instrumentos y herramientas se convierten en su literatura en extensiones del cuerpo humano, representaciones de las necesidades humanas de toda índole. Sus escenas surrealistas han conseguido lograr imágenes únicas, vividas y perturbadoras de un mundo signado por los valores posmodernos y la emergencia de la contracultura, manifestaciones culturales y artísticas con las que Burroughs nunca se sintió cómodo pero con las que aceptó dialogar como un viajero que encuentra costumbres extrañas en su camino hacia la transformación de la conciencia y la mente.

 

Las Tierras Occidentales, de William Burroughs, fue publicada por la editorial independiente El Cuenco de Plata con una traducción de José Manuel Álvarez Flórez en su colección Extraterritorial que anteriormente editó Ciudades de la Noche Roja (Cities of the Red Night, 1981) y El Lugar de los Caminos Muertos (The Place of Dead Roads, 1983), la primera y segunda parte de la Trilogía de la Noche Roja que completa Las Tierras Occidentales, y también Los Chicos Salvajes (The Wild Boys, 1971), otra de sus mejores novelas, y La Tarea (The Job: Interviews with William Burroughs, 1969), una serie de conversaciones realizadas por Daniel Odier en las que habla sobre su obra, su relación con la cultura beatnik y sus ideas sobre el lenguaje.

 

Las Tierras Occidentales, de William Burroughs, El Cuenco de Plata, 2020.