El Mal Menor, de C.E. Feiling

Pesadilla en lo profundo de San Telmo

Por Martín Chiavarino

Finalista del Premio Planeta Biblioteca del Sur, colección hoy desaparecida y atesorada de la filial argentina de la Editorial Planeta allá lejos y hace tiempo en los felices noventa, El Mal Menor (1996), de Charlie Feiling, se convirtió a lo largo de los años en una novela de culto a medida que desaparecía de los estantes de las librerías. La muerte del autor a causa de la leucemia un año después y la designación de la obra como mejor novela de terror argentina, sino la única que se adentró con éxito en el género, acrecentarían el mito, apoyado en una perfecta prosa de oraciones inesperadas de extraña cadencia porteña, marcadas por el dedicado trabajo de un estilista del lenguaje que ve en la oración un teorema y que crea con maestría párrafos que descolocan al lector y lo ponen en guardia ante una presencia literaria en ciernes que se hace fuerte en los pasajes de San Telmo.

 

Escritor, periodista cultural, traductor y crítico literario, C.E. Feiling, bautizado como Charles Edward Anthony Keith Feiling, anotado por las autoridades del Registro Civil como Carlos Eduardo Antonio Feiling y apodado por sus amigos como Charlie, frecuentó los círculos literarios vernáculos, donde se relacionó con María Moreno, Daniel Guebel, Sergio Bizzio, Sergio Chefjec, Alan Pauls, Luis Chitarroni, Guillermo Saavedra y Rodrigo Fresán, autores que compartieron con él las páginas de la Revista Babel, charlas de café, viajes, y en el caso de Daniel Guebel y Sergio Bizzio, hasta una novela de carácter biográfico en la que Feiling es uno de los tres protagonistas de una escapada a un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, El Día Feliz de Charlie Feiling (2006).

 

Durante la década del noventa Feiling publicó cuatro libros, El Agua Electrizada (1992), una novela policial, Un Poeta Nacional (1993), una novela de aventuras basada en una anécdota sobre Leopoldo Lugones, El Mal Menor (1996), considerada su mejor obra, y un extraordinario libro de poemas, Amor a Roma (1995), dejando inconclusa una novela fantástica, La Tierra Esmeralda, de la que escribió tres capítulos y tan solo se publicó el primero, el único corregido, en Los Cuatro Elementos (2007), un libro póstumo que compilaba las tres novelas publicadas ofreciendo como exquisito agregado ese capítulo dejado de lado al partir.

 

Con su obra prácticamente agotada, algunos ejemplares perdidos en alguna librería, y una sola reimpresión de El Mal Menor en la colección dirigida por Ricardo Piglia del Fondo de Cultura Económica, la producción artística de Feiling parecía un secreto bien guardado que de vez en cuando emergía del océano literario. El ojo atento podía sorprenderse así con la inesperada publicación de la maravillosa entrevista que la periodista y poeta Cynthia Sabat le había realizado veinte años antes. Toda una generación literaria había quedado encantada por su estilismo, una combinación de una prosa de cadencia anglosajona con un acento porteño muy marcado, la fermentación de una herencia inglesa con el roce del Río de la Plata, y el agregado de la fenomenal formación cultural de la carrera de Letras en la década del ochenta y de una licenciatura en lenguas clásicas en la Universidad de Londres.

 

Influenciado por obras de terror como El Otro (The Other, 1971), de Thomas Tryon, recientemente publicada en castellano por la editorial española Impedimenta, y la adaptación cinematográfica dirigida por Robert Mulligan, que Luis Chitarroni menciona en el prólogo, Feiling narra El Mal Menor en primera persona a modo de confesión o diario a través de su protagonista, Inés Gaos, la copropietaria de un restaurant de comida internacional llamado Picante en el barrio de San Telmo, que comienza a observar ciertas situaciones paranormales que asocia con un efecto indeseado y secundario de su furtivo consumo de cocaína apenas se muda a un departamento con vista al río cerca de su negocio.

 

A poco de mudarse, Inés, una mujer de poco más de treinta años, divorciada, bella y sin pelos en la lengua, se embarca en un viaje a Cuba con su novio, Leopoldo, un brillante abogado penalista con el que sale desde hace un tiempo en su primera verdadera convivencia. Ya en el aire comienzan a suceder cosas extrañas que en Cuba terminan en una tragedia mientras que en la Ciudad de Buenos Aires, la madre del tarotista Nelson Floreal, una anciana pero poderosa arconte, una guardiana del sueño, detecta los primeros indicios de una brecha abierta en El Cerco, el perímetro invisible que divide el mundo de la vigilia de Los Soñadores y el de los sueños. Así Feiling inicia el trazado de una dimensión escondida dentro del mundo que recorre todas las noches las calles en un entramado de sueños que cobran sustancia para ingresar en la realidad e iniciar el comienzo de un cambio radical, destruyendo el límite que divide los sueños de la vigilia.

 

Un prófugo de los sueños de Inés se infiltra en la realidad creando escenas aterradoras en el departamento de la mujer, en su vuelo a Cuba y en un hospital de La Habana, desatando la preocupación de los doce arcontes repartidos por el mundo, que son a su vez perseguidos y asesinados por la pesadilla pionera de Inés, que ha cobrado conciencia de sí y planea desbaratar la frágil ficción de los soñadores destruyendo El Cerco.

 

Situada en 1993, la novela recorre la Ciudad de Buenos Aires, el centro de La Habana y Londres en periplos vívidos que remiten a escenas cotidianas de la década del noventa y retrotraen al lector a las imágenes y las calles de esos años. Feiling también recupera la tradición jasídica y gnóstica a través de los arcontes, una sociedad secreta milenaria de protectores de El Cerco, barrera que divide el mundo de la vigilia del de los sueños, partición que ha permitido a la humanidad separarse de sus sueños para construir el mundo civilizado en la vigilia, lejos de sus pesadillas. El autor de Un Poeta Nacional construye aquí una poderosa novela de escenas de terror muy logradas, que apela al imaginario del género con varias citas de películas para adentrarse en la personalidad de los protagonistas con gran detalle, creando una identidad porteña muy palpable, plena en texturas y registros de nuestras inmensas contradicciones.

 

Entre recursos literarios clásicos del terror y modismos porteños, Feiling desarrolla reflexiones perfectas de gran profundidad sobre la enfermedad, las peleas conyugales, las relaciones familiares, el sexo y la amistad como distintas instancias de la vida de la protagonista que la llevan hacia unos acontecimientos que la dejan tan sorprendida y aturdida como al lector. Feiling conduce la narración desde los elementos de la cotidianeidad hacia el terror fantástico más alucinante y asombroso hasta llegar a un final que descoloca completamente y otorga una nueva dimensión a toda la obra.

 

Ya sea a través del género policial en El Agua Electrizada, la novela de aventuras en Un Poeta Nacional o aquí el terror de El Mal Menor, C.E. Feiling ingresa en las tramas populares para rodear el verdadero núcleo de sus historias y dotarlo de sentido al ocultar la imposibilidad de los argentinos de relacionarnos, de aceptar al otro, de convivir, para evitar mirar a la cara a la ficción del sentimiento nacional y los rebuscados símbolos artificiales de esa emoción que siempre remiten a un pasado traumático en vías de transformación.

 

La historia de El Mal Menor también simboliza el ocultamiento de los desaparecidos durante la última Dictadura Cívico Militar, que aquí surgen como visitantes en medio de la noche, pesadillas de los soñadores que solo los arcontes que no duermen pueden intuir. Las intenciones del prófugo de usar los propios sueños en contra de los soñadores es una gran metáfora sobre la falsa estabilidad económica de principios de la década del noventa que se tambalearía con las réplicas sísmicas de la devaluación del peso mexicano en 1994, que anunciaba una tormenta por venir, y con una clase media que creía asomarse después de tanta oscuridad para acercarse una vez más al derrumbe económico y social en carne propia. Los sueños de estabilidad chocarían con la realidad de un país endeudado que había vaciado y privatizado sus empresas públicas y dejado en coma su industria nacional para soñar con un país integrado al mundo mientras los empresarios saqueaban cada rincón gracias a la apatía consumista general. Lo que no se podía narrar, el terror, se volvía así una aparición literaria, una forma indirecta de reencontrarnos con nuestro pasado a pesar nuestro, una encarnación que nos interpelaba en nuestro fallido intento de olvidar el trauma de la Dictadura. Así Feiling lograba escribir su propia historia argentina en una novela popular de terror desvelando el cerco de la ficción neoliberal que nos separaba del pasado y de la realidad.

 

El Mal Menor, de C.E. Feiling, obra legendaria de terror en el imaginario literario nacional, fue publicada nuevamente por la editorial La Bestia Equilátera con un prólogo, a modo de introducción de la novela y semblanza de Feiling, de Luis Chitarroni, amigo y colega del autor de El Agua Electrizada, novela también recientemente reeditada por La Parte Maldita al igual que Un Poeta Nacional, editada por Alto Pogo el año pasado. Sin duda alguna, la última novela de C.E. Feiling es la culminación de un talento que se apagó demasiado pronto, que aún tenía mucho por ofrecer pero que brilló con gran luminosidad sobre la literatura argentina.

 

A la par de la reedición de la novela, recientemente se ha estrenado El Prófugo (2021), film de Natalia Meta inspirado en El Mal Menor y protagonizado por Érica Rivas. La tapa de la reedición de La Bestia Equilátera toma precisamente una escena del film para ofrecer nuevamente al lector argentino una novela nacional que nunca debería dejar de ser leída.

 

El Mal Menor, de C.E. Feiling, La Bestia Equilátera, 2021.