La Novata (The Novice)

Piernas, cuerpo, brazos

Por Emiliano Fernández

Ya era hora de que la genial Isabelle Fuhrman fuese fichada en un papel a la altura de sus gloriosas posibilidades luego de haber saltado a la fama con el siempre memorable rol de Esther -nombre real, Leena Klammer- en La Huérfana (Orphan, 2009), del catalán Jaume Collet-Serra, hablamos de aquella estonia de 33 años con hipopituitarismo que se hacía pasar por nena rusa de nueve años y ya llevaba un lindo tendal de cadáveres detrás, casi siempre obsesionada con seducir a los varones de las distintas familias que la adoptaban, antes de ingresar en la residencia de la pareja de Kate (Vera Farmiga) y John Coleman (Peter Sarsgaard), quienes venían de perder a su tercer vástago vía muerte fetal. Si bien la joven actriz luego participó en propuestas variopintas como por ejemplo Los Juegos del Hambre (The Hunger Games, 2012), de Gary Ross, Todo el Desierto (All the Wilderness, 2014), de Michael James Johnson, El Pulso (Cell, 2016), opus de Tod Williams, y Por un Pasillo Oscuro (Down a Dark Hall, 2018), de Rodrigo Cortés, lo cierto es que Fuhrman continuamente terminaba opacada por otro miembro del elenco en esencia debido a que la condenaban sin cesar a roles secundarios sin reconocer del todo su potencial o quizás por simple asociación comercial a la comarca del terror o a esas pocas scream queens con fama de victimarias más que de víctimas aburridas del montón, un rubro en el que el grueso de las mujeres históricamente fueron estereotipadas ya sea para el lado de lo pasivo/ indefenso, corriendo de aquí para allá delante de algún psicótico que pretende ensañarse con ellas, o en cambio para el costado de lo enérgico símil heroína automática, otra caricatura que suele derivarse del marketing bobo cercano a las feminazis odiadoras y necias de nuestros días.

 

La Novata (The Novice, 2021), debut como directora y guionista de Lauren Hadaway, llega para corregir este lamentable estado de cosas porque en términos prácticos es la primera película desde La Huérfana que permite -y hasta auspicia- el lucimiento sin tapujo alguno de Fuhrman, aquí componiendo a Alex Dall, una chica que comienza a cursar el primer año de universidad y de a poco pone en evidencia que la autoexigencia hiperactiva es su regla fundamental porque pretende ser la mejor en todos los rubros en los que se desempeña, ya sea las asignaturas del plan de estudios en sí o una actividad física que la enorme mayoría de los estudiantes se toma de manera bien relajada cual corolario jocoso de los esfuerzos intelectuales. Mientras que por un lado realiza varias veces los mismos exámenes con la meta de perfeccionar sus respuestas, velocidad o elecciones al momento de cumplimentar el cuestionario o los ejercicios, por el otro lado pretende aplicar el mismo criterio al equipo de remo al que se une y en el que desea destacarse como el mejor promedio, por ello entrena de modo compulsivo hasta lastimarse las manos, perder el conocimiento, orinarse encima o terminar profundamente adolorida al dedicarle al asunto incluso sus días de descanso y toda su concentración vía rutinas, récords y estratagemas técnicas que anota en un cuadernillo siguiendo las conversaciones entre las remeras veteranas y los entrenadores universitarios, Pete (Jonathan Cherry) y Edwards (Kate Drummond), quienes pasan de no prestarle nada de atención por su dejo adusto a primero elogiar su dedicación, eje de un respeto y de la preocupación de sus colegas de equipo, y a posteriori condenar de manera explícita o tácita su egoísmo, frialdad, ceguera y una ambición cada día más descontrolada y casi demencial.

 

Hadaway, por cierto una de las realizadoras más hermosas trabajando en el mainstream yanqui o el mismo ambiente cinematográfico mundial, aprovecha al máximo su pasado y su vasta experiencia como editora de sonidos y diálogos ya que consigue un balance supremo entre la música de Alex Weston, muy basada en cuerdas, y una serie de canciones vintage que suman intranquilidad y zozobra a lo que podría haber sido un drama común y corriente acerca del conflicto entre el espíritu de equipo y la sobreexigencia del eslabón individual para destacarse, a lo que se suma también el gran trabajo de Todd Martin en fotografía y de Nathan Nugent y la misma directora en materia del montaje, núcleos asimismo cruciales de una experiencia que es más visual/ anímica/ sonora/ visceral/ desenfrenada que narrativa tradicional dentro del marco de impronta hollywoodense. Hadaway, por lo menos en este primer opus, deja ver que su clara deficiencia pasa por el escueto guión y las pocas ideas novedosas que aporta en general, por ello el pretendido suspenso símil thriller psicológico se esfuma de a poco y lo que subsiste es la patología del deporte y la locura angustiosa de la competencia con el entorno y consigo misma de una Dall que funciona como una típica exponente de la meritocracia en el ecosistema burgués o empresario, donde literalmente los privilegiados avanzan más rápido en la pirámide plutocrática -o avanzan, a diferencia del resto- y por supuesto todo este esquema de estratificación e incentivos por calificaciones caprichosas termina provocando conductas parasitarias o predatorias entre adolescentes que se toman muy a pecho el sustrato caníbal de fondo de la educación y la sociedad y por ello se autoexplotan creyendo que así se están “realizando” como personas o como estudiantes.

 

De todos modos la cineasta juega con astucia con determinados motivos discursivos que nos dan pistas de un personaje que en términos generales nunca llegamos a conocer, esta Alex símil marimacho cuyo celular roto y cuya mano izquierda lastimada -junto con esos cangrejos hervidos con vida que ve por todos lados- constituyen indicios de un suicidio en cámara lenta en pos de un umbral de excelencia utópico que se puede alcanzar si uno se entrega a la manía perfeccionista aunque jamás mantener a lo largo del tiempo, por ello la meta de contentar al resto de los mortales a puro mimetismo light y la noción exactamente opuesta de fijarse un objetivo individualista pero bajo los mismos criterios nefastos resultan intercambiables a escala de la praxis, provocando la antipatía de una alumna y amiga que necesita sobresalir en el equipo de remo para obtener una beca, Jamie Brill (Amy Forsyth), y el cansancio de su pareja lésbica, Dani (Janiece Altagracia Dilone), una profesora que la tuvo como estudiante y después empezó una relación romántica con ella. La película de Hadaway es un muy buen retrato/ estudio -si bien en última instancia demasiado contenido, a nivel de la pirotecnia retórica morbosa, para su propio beneficio- de la costumbre de la autoflagelación por propósitos irreales, una compulsión, rivalidades, emboscadas, abusos de docentes, requisitos comunales repugnantes, una venganza en función de maltrato o la ilusión ingenua de que el esfuerzo por sí solo garantizará la promoción en el rubro de turno como si las injusticias sociales no existiesen o estuviesen anuladas mágicamente. El apego a rutinas huecas, simbolizadas en pantalla en ese eslogan de los entrenamientos de “piernas, cuerpo, brazos”, conforma otro horizonte de esta alienación masoquista deseosa del éxito…

 

La Novata (The Novice, Estados Unidos, 2021)

Dirección y Guión: Lauren Hadaway. Elenco: Isabelle Fuhrman, Amy Forsyth, Janiece Altagracia Dilone, Jonathan Cherry, Kate Drummond, Charlotte Ubben, Sage Irvine, Chantelle Bishop, Jeni Ross, Nikki Duval. Producción: Zack Zucker, Steven Sims, Kari Hollend y Ryan Hawkins. Duración: 97 minutos.

Puntaje: 7