Borrega, de Paula Daverio

Poesía luminosa

Por Sofía Gómez Pisa

Borrega (Modesto Rimba, 2017) es el primer libro de poesía de Paula Daverio y es también el retrato de una femineidad que corre para encontrarse, buscando el espejo de sí misma en los escombros de las calles marginales de la Ciudad de Buenos Aires, en los ojos de los animales desamparados, en las frases que le devuelven: su madre, sus hermanas, su padre y sus amigas.

 

Este retrato no es para nada sutil, nos habla de una voz que impulsa su verdad a tientas pero vociferando verdades ajenas, de ella, de otros. Una voz que recorrió lugares sin luz y que, como propone Bea Lunazzi en el prólogo del libro, utiliza la “luz violeta” de la poesía para transmutar, quizás como algún animal que reencarna en un ser vivo y da sus primeros pasos en el mundo.

 

Como una borrega, Daverio se deja llevar por el recorrido que le ofrecen sus ojos, siempre visual, siempre honesto, tratando de encontrar belleza en los escombros, en las desdichas de la vida. Utiliza para lograrlo la repetición como en La Trampa:

 

Me adentro en el mar/ esporas atraviesan las posibles branquias/ ¿Acaso respiro?/ Las piedras se deshacen/ las luces se refractan/ las olas me empujan al aire/ huyen de una guerra/ un vórtice me hipnotiza/ ¿Acaso respiro?/ El sismo se bifurca con el canto de gigantes/ me entrego a la certeza de su violencia/ la luz no amansa el ímpetu de estas profundidades.

 

Sin embargo debajo de esta observación primera, la de los animales pequeños y la naturaleza impiadosa, la voz de Borrega conoce los tiempos que corren y se adapta a ellos con soltura como en Coyuntura:

 

La calma ocupa una parte mínima en mi vida/ mientras la preocupación hace bandera/ y si miro fijamente un colibrí/ es posible que lo mate de franqueza.

 

Es notable la utilización de un lenguaje fresco, de quien observa el mundo como si fuera la primera vez. En el libro pueden encontrarse poesías cortas, pero también algunas que parecen relatos y que confieren a la voz de Daverio una tonalidad despreocupada, que no exaspera, sino que aliviana la lectura y la hace divertida.

 

Dividido en pequeños capítulos cortados por frases, se puede encontrar la guía, ese hilo conector tan delicioso que nos dice:

 

La luz no amansa el ímpetu de estas profundidades rebeldes.

 

Se es borrega porque se aprende despacio, como quien guarda un secreto inconmensurable en la raíz de los caprichos. Un secreto que sólo se anuncia en los mundos limpios y claros del juego eterno.

 

Borrega, de Paula Daverio, Modesto Rimba, 2017.