House (Hausu)

Pop psicodélico, kung fu y terror japonés

Por Martín Chiavarino

House (Hausu, 1977) es tal vez una de las películas más extravagantes y raras del cine japonés. Hoy considerado un film de culto por los fanáticos del cine bizarro que encumbró a películas tan disímiles como The Rocky Picture Horror Show (1975), Pink Flamingos (1972) y Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust, 1980), la propuesta surgió como una idea de la distribuidora Toho de crear un éxito de terror semejante a Tiburón (Jaws, 1975), el clásico de Steven Spielberg.

 

Oshare (Kimiko Ikegami), la hija preadolescente de un célebre compositor de bandas sonoras para películas, viaja al campo para visitar a su tía solterona junto a seis amigas del colegio durante las vacaciones con el objetivo de alejarse de su padre que le acaba de presentar a su nueva pareja. La visita a la tía, que se ha quedado sola tras la muerte de la madre hace diez años y de su prometido durante la Segunda Guerra Mundial, se convierte en una pesadilla cuando las chicas empiezan a desaparecer misteriosamente.

 

Con una estética pop, escenas psicodélicas y un infaltable toque de kung fu, el realizador japonés Nobuhiko Ôbayashi compone una de sus más originales y disparatadas obras, plena de rock, efectos especiales y juegos de cámara en una película que parece más un conjunto de videoclips que un largometraje. En este sentido, la magia, los sucesos sobrenaturales y los acontecimientos extraños -e incluso ridículos- son la base de House, una odisea sobre una casa encantada por el espíritu atribulado de la tía de la protagonista, esa profesora de piano fallecida hace muchos años en la soledad de la residencia que junto a su nívea gata, Snowflake, se devoran a las mujeres solteras que acuden de visita. Pianos que comen personas, sábanas asesinas, candelabros que se encienden solos y atacan a las personas, un simpático gatito endemoniado y personas que desaparecen sin explicación alguna, son algunas de las locuras del guión de Chiho Katsura en base a las ideas propuestas por la hija del director, Chigumi Ôbayashi, un planteo que trabaja desde el terror juvenil las fantasías eróticas adolescentes y la imposibilidad de aceptar los traumas del pasado, ya sea la pérdida de la madre, la derrota bélica o las consecuencias de las bombas atómicas.

 

Con una gran composición musical de Asei Kobayashi y Mickie Yoshino y ampulosas y exageradas actuaciones de intérpretes adolescentes amateur, House acude a la cultura rock de la época pero sin abandonar la idiosincrasia clásica japonesa en una combinación de géneros que roza el pastiche de imágenes y escenas inconexas que sorprenden y generan risas con secuencias tan absurdas como imaginativas e imposibles.

 

Tan criticada como alabada, comparada favorablemente y negativamente con los primeros films de Sam Reimi y Peter Jackson, House es una comedia salvaje que combina terror y risas para poner en escena los miedos de las preadolescentes japonesas y así combinarlos con las pesadillas de la guerra y la posguerra que habían quedado grabadas en la memoria del país, ofreciendo una alucinación psicodélica capaz de recurrir a cualquier artilugio, incluso la animación, para dejar en claro que cuando de locuras se trata, los nipones siempre están dispuestos a abandonar la ortodoxia e ir un paso más lejos.

 

House (Hausu, Japón, 1977)

Dirección: Nobuhiko Ôbayashi. Guión: Chiho Katsura. Elenco: Kimiko Ikegami, Miki Jinbo, Kumiko Ohba, Ai Matsubara, Mieko Satô, Eriko Tanaka, Masayo Miyako, Kiyohiko Ozaki, Saho Sasazawa, Asei Kobayashi. Producción: Nobuhiko Ôbayashi, Yorihiko Yamada y Tomoyuki Tanaka. Duración: 88 minutos.

Puntaje: 7