La capital de Austria tiene una historia apasionante y está encadenada a la caída de Napoleón, la reorganización de las fronteras europeas durante el Congreso de Viena y el reinado de Francisco José, el último emperador de Austria, que gobernó desde su coronación a fines de 1848 hasta su muerte en 1916 durante la Primera Guerra Mundial.
Cuando alguien visita Viena es imposible sustraerse a la impronta musical de la ciudad, con su monumental casa de ópera, sus estatuas de Beethoven, Mozart, Johann Strauss y Schubert, que se suman a la historia de los secesionistas y a su arquitectura imperial que mezcla lo neoclásico con la impronta barroca, destacándose las propuestas culturales de la colosal capital de Austria.
El lugar más llamativo de Viena sin duda alguna es el palacio imperial de Schönbrunn, donde habitaron Francisco José y su esposa, la emperatriz Elizabeth, inmortalizada bajo su apodo, Sissi. Allí los visitantes pueden encontrarse con las espectaculares habitaciones, donde se pueden apreciar distintos objetos ornamentales, los estucados, y las pinturas de gran valor. El palacio que hoy conocemos y es una atracción turística considerada Patrimonio de la Humanidad fue la casa de verano de los Habsburgo durante el reinado de María Teresa de Austria, la única mujer que gobernó sobre los dominios de la familia real en el Siglo XVIII. Bajo su reinado el palacio sería ampliado, se construiría la conocida y admirada glorieta y el zoológico más antiguo del mundo, conocido en esa época como la casa de fieras imperial. Considerado un modelo de zoológico para todo el mundo el Tiergarten Schönbrunn impuso un cambio substancial en su recorrido cuando decidió que los amplios espacios destinados a paseo humano sean convertidos en los lugares de residencia de los animales, y viceversa, transformando toda la lógica del zoológico. Allí se pueden apreciar en la actualidad distintas especies de animales exóticos, desde osos panda y polares, hasta pingüinos, suricatas, rinocerontes, jirafas, leones, etc. Por sus ornamentados parques y habitaciones se pasean los turistas de todo el mundo en la mayor atracción de Viena, ideal para los amantes de los grandes palacios.
Pero más allá de su palacio, Viena contiene una serie de museos que tienen algunas de las obras más importantes de fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, donde se destacan cuadros de Egon Schiele, Gustav Klimt y los pintores impresionistas Monet, Manet, Signac. De entre todos los museos que Viena posee, el Belvedere, el Leopold y el Albertina, son los que tienen una mayor cantidad de cuadros de estos pintores secesionistas y vanguardistas, ya sea impresionistas como expresionistas, surrealistas y cubistas. Mientras que el Belvedere se lleva todas las miradas por poseer el famoso cuadro de Gustavo Klimt, el Beso, además de muchas otras obras excepcionales del pintor, el Leopold tiene una de las colecciones más envidiables de cuadros y obras de los artistas de Viena de principios del Siglo XX al igual que el Albertina, que tiene obras que van desde el puntillismo de Paul Signac hasta el cubismo y la época azul de Pablo Picasso.
El palacio Belvedere, antes residencia de verano del príncipe Eugenio Francisco de Saboya en el Siglo XVIII, fue adquirido tras la muerte de éste por la casa de los Habsburgo y se convirtió en museo recién en 1903. Hoy es el museo de arte más importante de Viena, con tres edificios, dos de los cuales están conectados por un parque. Allí se encuentran algunas de las mejores obras de Gustav Klimt y Egon Schiele, Oskar Kokoschka, Richard Gerstl, antes un desconocido y hoy considerado uno de los pilares angulares de la vanguardia secesionista vienesa, y piezas de Ernst Ludwig Kirchner y Claude Monet, recorriendo ochocientos años de historia que van desde la Edad Media y el Renacimiento hasta las vanguardias de los años sesenta y setenta, pasando por el barroco, el neoclasicismo, la Viena del 1900 y las vanguardias de principios del Siglo XX, entre sus tres sedes, Upper Belvedere, Lower Belvedere, y Belvedere 21, siendo este último el más contemporáneo. El Belvedere realizó en los últimos años una gran transformación de sus salas para destacar los colores de los cuadros expuestos ya sea a través de la disposición de los mismos, de cambios en la iluminación o del color de las salas.
El Museo Leopold se encuentra en el barrio de los museos de Viena, el MuseumsQuartier, una zona céntrica donde tiendas, cafés y talleres comparten espacio con museos como el MUMOK, donde se encuentran obras provocativas del accionismo vienés, y el museo de arte contemporáneo, Kunsthalle, que se levantan alrededor del gran patio jardín donde los vieneses y los turistas pasean o se juntan a charlar. El Leopold, fue fundado en la década del noventa del Siglo XX para albergar la espectacular colección de más de cinco mil obras del coleccionista de arte austríaco Rudolph Leopold, de la que se destacan los mencionados Gustav Klimt y Egon Schiele, pero también hay obras importantes de Oskar Kokoschka y Richard Gerstl al igual que en el Upper Belvedere. El museo hoy cuenta con más de ocho mil obras, con exposiciones permanentes expresionistas, impresionistas y objetivistas vieneses de artístas de la talla de Carl Schuch, Albin Egger-Lienz, Anton Kolig, Alfred Kubin, Kolo Moser, Herbert Boeckl, Anton Faistauer, Ferdinand Georg Waldmüller, Anton Romako, Josef Hoffmann, Robert Hammerstiel, con salas que narran la construcción de la mirada artística en Viena a fines del Siglo XIX y principios del XX. También hay una sala donde hay objetos de diseño de la Viena del 1900, desde carteles de exposiciones de los secesionistas hasta objetos de diseño industrial y libros.
El Museo Albertina nació como una colección de arte creada por Alberto Casimir, Duque de Teschen, y el conde Giacommo Durazzo, embajador austriaco en Venecia en el Siglo XVIII. Después de la abolición de la monarquía tras la Primera Guerra Mundial el palacio fue confiscado por el gobierno austríaco junto a toda la obra sin compensación alguna. Así nació el museo que hoy conocemos renombrado como Albertina, que contiene obras de Pieter Bruegel el viejo, Albrecht Dürer, Leonardo da Vinci, Jakob Alt, Jean-Honoré Fragonard, y una colección increíble de cuadros impresionistas, que se suman a los cuadros modernistas de Anselm Kiefer, Henri de Toulouse-Lautrec, los sufridos Egon Schiele y los dorados y luminosos Gustav Klimt. En la actualidad se puede visitar una exposición muy importante de cuadros del artista pop neoyorkino Roy Lichtenstein con muchas de sus obras más icónicas.
Visitar estos museos, el Belvedere, el Leopold y el Albertina es adentrarse en las distintas dimensiones de Viena que emergieron mientras el imperio entraba en su ocaso. Allí se exponen la delicuescencia concupiscente de Schiele, la belleza exuberante de Klimt, la alegre inocencia de Gerstl, la intensidad expresionista de Kokoschka, el arte prohibido por el nazismo, las coloridas impresiones de Monet y Manet, como si la historia del arte se encontrara en un vórtice alrededor de la Viena de 1900 como su centro neurálgico. Los tres museos tienen una gran curaduría centrada en el arte alrededor de las vanguardias y de la Viena del 1900 y el secesionismo y visitarlos es una cita obligatoria para los amantes del arte.
Además de visitar estos imperdibles museos mencionados, y de pasear por los parques y visitar los cafés de la capital de Austria, el MAK (Museum of Applied Arts) es una parada obligatoria para todos los amantes del arte. No solo porque posee un mural espectacular que ocupa toda una pared de Gustav Klimt, sino porque principalmente recrea la historia de las artes aplicadas, la arquitectura, el diseño gráfico y el diseño industrial desde sus comienzos hasta la actualidad, con recorridos interactivos, guías experimentados (incluso fanáticos de la literatura argentina) predispuestos a ayudar a utilizar los instrumentos y recomendar salas de acuerdo con los intereses de los visitantes, así como instalaciones curadas por artistas de renombre internacional. La sala MAK Design Lab cuenta con muchos proyectos de diseño industrial donde distintos artistas imaginan soluciones para problemáticas de la sociedad actual, proyectos audiovisuales de distinta índole y también propuestas más interactivas.
Dado que Viena es una gran ciudad, los turistas pueden movilizarse a cada uno de estos lugares en tranvía o en los famosos transportes de Hop On Hop Off, a través del Viena Pass, que ofrecen casi todas las capitales del mundo, dirigiéndose directamente a los sitios de interés y ofreciendo guías de los lugares a recorrer en el camino. Para los que no se atreven a adentrarse solos en las ciudades o temen perderse el Hop On Hop Off es la opción más adecuada mientras que para los que desean vivir una experiencia más cercana a la de la población vienesa o tienen un presupuesto más acotado, el transporte público es una buena opción, confiable y puntual.