Poema

Salomé

Por Emilia Carabajal

Those are pearls that were his eyes

 

¿Qué ves ahora, Jokanáan?

 

Tú, hermoso mío, caminaste en los desiertos

Te bañaste en los ríos sagrados

Contemplaste los tres rostros de Dios

 

¿Qué ves ahora?

 

Decías conocer al Hijo del Hombre

Y haber ungido su carne

 

Acaso vislumbraste el fulgor que lo encumbraba

Y acaso era ese el fulgor de tus ojos

 

Pero tu Dios no acude

 

¿Lo veías, acaso, al descender a la cisterna?

¿Lo veías en el rostro del verdugo?

 

¿Lo ves ahora?

 

Tus ojos son negros como el pozo que habitaste

Tus párpados, pesados como su cubierta

 

Aquí, hermoso mío, no hay más fulgor

Que el del metal en que descansas

Aquí solo de sangre nos ungimos

 

Aquí, asceta riguroso,

Eres mi dios gentil

De plata engalanado

 

Yo,

Virgen de Babilonia,

Soy tu sacerdotisa

 

A ti ofrendo mi baile como un rezo

 

¿Lo ves ahora?

 

Mi carne, horadada por filos de varón,

Gira en torno a ti

 

(Y tú, deidad pagana, giras conmigo)

 

Tras mis velos

Se bate el Ángel de la muerte

 

(Y ante ti, profeta, sobrevuela también)

 

¿Qué diría tu Dios

De esta danza espiralada?

 

¿Por qué el Hijo del Hombre no acude

A iluminar la negrura

A devolver el rayo de tu voz a tu garganta?

 

Solo yo, hija de Babilonia,

Ante ti me prosterno

Y te ofrendo mis llagas

 

¿Me ves ahora, Jokanáan?

 

¿Qué ves ahora?