Those are pearls that were his eyes
¿Qué ves ahora, Jokanáan?
Tú, hermoso mío, caminaste en los desiertos
Te bañaste en los ríos sagrados
Contemplaste los tres rostros de Dios
¿Qué ves ahora?
Decías conocer al Hijo del Hombre
Y haber ungido su carne
Acaso vislumbraste el fulgor que lo encumbraba
Y acaso era ese el fulgor de tus ojos
Pero tu Dios no acude
¿Lo veías, acaso, al descender a la cisterna?
¿Lo veías en el rostro del verdugo?
¿Lo ves ahora?
Tus ojos son negros como el pozo que habitaste
Tus párpados, pesados como su cubierta
Aquí, hermoso mío, no hay más fulgor
Que el del metal en que descansas
Aquí solo de sangre nos ungimos
Aquí, asceta riguroso,
Eres mi dios gentil
De plata engalanado
Yo,
Virgen de Babilonia,
Soy tu sacerdotisa
A ti ofrendo mi baile como un rezo
¿Lo ves ahora?
Mi carne, horadada por filos de varón,
Gira en torno a ti
(Y tú, deidad pagana, giras conmigo)
Tras mis velos
Se bate el Ángel de la muerte
(Y ante ti, profeta, sobrevuela también)
¿Qué diría tu Dios
De esta danza espiralada?
¿Por qué el Hijo del Hombre no acude
A iluminar la negrura
A devolver el rayo de tu voz a tu garganta?
Solo yo, hija de Babilonia,
Ante ti me prosterno
Y te ofrendo mis llagas
¿Me ves ahora, Jokanáan?
¿Qué ves ahora?