Drácula: Mar de Sangre (The Last Voyage of the Demeter)

Se come de noche

Por Emiliano Fernández

A pesar de que resulta más que evidente que Drácula: Mar de Sangre (The Last Voyage of the Demeter, 2023), la última película del realizador noruego trabajando en Hollywood André Øvredal, supera el tristísimo nivel de calidad promedio del cine mainstream del Siglo XXI, de todas formas no se puede obviar el hecho de que la experiencia en sí no es precisamente enriquecedora y pasa directo al olvido del espectador dentro de su grupo muy específico, ese de las películas con una “cocina” larguísima y/ o una premisa que prometía algo relativamente nuevo que en última instancia terminan defraudando por la recurrencia de los mismos latiguillos dramáticos de siempre, un metraje demasiado excesivo y este paradigmático reciclaje de recursos puntuales de obras pasadas y mucho mejores, hoy para colmo refregadas en la cara del público desde el primer minuto de la propuesta. Se supone que el guionista Bragi F. Schut, responsable de bodrios como Cacería de Brujas (Season of the Witch, 2011), de Dominic Sena, Escape Room: Sin Salida (Escape Room, 2019), de Adam Robitel, y Némesis (Samaritan, 2022), de Julius Avery, escribió la trama de turno después del estreno de Drácula (1992), la joya de Francis Ford Coppola, y en los primeros años del nuevo milenio la faena vio pasar una colección de directores europeos que incluyó a Robert Schwentke, Marcus Nispel, Stefan Ruzowitzky, David Slade y Neil Marshall, todos eventualmente abandonando el proyecto por diversas razones que no vienen al caso.

 

Øvredal efectivamente se hizo cargo del film pero invirtiendo la friolera de cuatro años que pasaron a sumarse a las dos décadas y pico anteriores, lo que inevitablemente despertó las expectativas de los fanáticos del terror porque de hecho se sabía que todo se trataba de una cruza poco sutil entre la estructura narrativa de Alien (1979), el mega clásico de Ridley Scott, y ese capítulo de Drácula (1897), la archiconocida novela del irlandés Bram Stoker, que adopta la apariencia de una bitácora del capitán de un navío y que retrata el viaje del querido conde del título desde la ciudad portuaria de Varna, en Bulgaria, hacia su homóloga de Whitby, en Inglaterra, un planteo que desde ya implica que aquel carguero espacial de Alien, el Nostromo, ahora muta en un barco bautizado Demeter cuya tripulación padece el apetito de Drácula en su simpático periplo desde Transilvania, región de Rumania rodeada por los Montes Cárpatos, hasta su destino último cual flamante coto de caza, Londres. La historia, sometida a muchísimas revisiones con el transcurso de los años y finalmente acreditada a Schut y un tal Zak Olkewicz que viene de entregar la trama de la insoportable Tren Bala (Bullet Train, 2022), de David Leitch, expande y aggiorna significativamente la masacre del papel, en concreto parte constituyente del capítulo número siete del libro de Stoker, con vistas a asignarle personalidades a los marineros intercambiables del Demeter, cuya única función real en el relato literario es morir para alimentar al conde con su sangre.

 

Mientras que el Capitán Eliot (Liam Cunningham) y el Primer Oficial Wojchek (David Dastmalchian) son tripulantes más que experimentados y funcionan como el “núcleo duro” de nuestro éxodo y de los profesionales del Demeter, el primero en su último viaje antes de la jubilación y el segundo sin mucha tolerancia ante los debiluchos y destinado a heredar el mando del barco en cuestión, el bando de los personajes blandengues está conformado por el Señor Clemens (Corey Hawkins), un médico negro que viene padeciendo el racismo de la época a la hora de ejercer, Toby (Woody Norman), nieto jovial del capitán y principal encargado de cuidar a las cabras, los cerdos y las gallinas que viajan con los humanos, y Anna (Aisling Franciosi), una bella señorita que oficia de entremés -justo antes de degustar a la fauna masculina- porque fue subida a bordo por Drácula (Javier Botet) para alimentarse durante los primeros días del viaje hacia el Reino Unido, etapa que por supuesto da paso a una carnicería en la que el vampiro drenará la hemoglobina de cada uno de los marineros una vez que estén lo suficientemente lejos de toda costa símil prisión acuática. Si bien es cierto que el modelo ineludible es el opus de Scott de fines de la década del 70, el asunto también incluye pinceladas de Depredador (Predator, 1987), de John McTiernan, e incluso de Aliens (1986), de James Cameron, nos referimos a los personajes de la ninfa y el purrete, respectivamente, ambos sacados de aquellos clásicos del cine masivo y vibrante de los 80.

 

A los puntos en contra de la propuesta, como por ejemplo la música estridente de Bear McCreary, unos diálogos sobreexplicativos, esa duración demasiado inflada, la mojigatería en materia del gore y una típica presencia femenina gratuita que ni siquiera aparecía en la novela, se contraponen los elementos a favor en línea con un buen desarrollo de personajes, la paciencia retórica de fondo, una interesante dosis de suspenso, un gran diseño en lo que respecta al look amenazante/ animalizado/ grotesco de Drácula, la exploración de todas las opciones posibles del peligro -clichés del rubro pero bien administrados- y la inusitada presencia de alguna que otra “toma artística”, casi siempre correspondiente a las muertes de los personajes, amén de cierta intención de pensar a la Época Victoriana desde la religión, los prejuicios y el naturalismo científico. El director continúa muy lejos del excelente nivel de las dos obras con las que se hizo famoso en el circuito del cine de género, Trollhunter (Trolljegeren, 2010) y La Morgue (The Autopsy of Jane Doe, 2016), sin embargo para valorar correctamente a Drácula: Mar de Sangre hay que compararla con sus dos faenas posteriores, en este sentido la presente encarnación del conde noctámbulo más célebre del mundo supera a la decepcionante Mortal (Torden, 2020), su intento de regreso parcial a Noruega con una odisea fantástica, y cae por debajo de Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad (Scary Stories to Tell in the Dark, 2019), aquel dúo con Guillermo del Toro…

 

Drácula: Mar de Sangre (The Last Voyage of the Demeter, Estados Unidos/ Reino Unido/ Italia/ Alemania/ Malta, 2023)

Dirección: André Øvredal. Guión: Bragi F. Schut y Zak Olkewicz. Elenco: Javier Botet, Corey Hawkins, Aisling Franciosi, Liam Cunningham, David Dastmalchian, Chris Walley, Jon Jon Briones, Stefan Kapicic, Martin Furulund, Woody Norman. Producción: Arnold Messer, Mike Medavoy y Bradley J. Fischer. Duración: 119 minutos.

Puntaje: 5