Poesía

Siete poemas antieclesiásticos para pasar las pascuas

Por Gabriela Palacios (compiladora)

La poesía escrita por autores conscientes de su tiempo y de las vicisitudes de la política sabe ser, cuando lo requiere, fuertemente anticlerical y antinormativa. En esta selección para pasar el fin de semana largo algunos autores argentinos nos comparten poemas que harían sonrojar al Papa…

 

 

Amén

 

En Cali

conocí a una mujer

que tenía la habilidad de rezar

con una sola mano.

 

Para sentirse más cerca de Dios

le bastaba con hundir sus dedos

bien profundo debajo de su falda.

 

Rezaba de día

rezaba de noche,

en el nombre del padre

del hijo y del espíritu santo.

 

Amén.

 

Luciana Reif, Entrada en Calor, El Ojo del Mármol, 2016.

 

 

El infierno no es para mí

 

“Pensé muy seriamente en dejar todo e ir a trabajar

con los pobres al África. Al final no fui por el calor.

Yo sufro mucho el calor…”

Amalia Lacroze de Fortabat.

 

No tengo intenciones de irme al infierno

pretendo obrar bien

soy capaz de perdonar

las más grandes ofensas

y también pretendo

-seamos sinceros-

ser perdonado,

sobre todo

ser perdonado .

 

No tengo intenciones de irme al infierno

pero tampoco le temo tanto

si Dios hizo al hombre

a su imagen y semejanza,

seguiré confiando en el precioso metal

en el papel que me salve

a las puertas del cielo.

 

Porque no

no pretendo terminar con los demonios

ni quiero estar rodeado

de humanos execrables,

amorales, hechiceros

sodomitas, embriagados

maldicientes.

 

No quiero,

no podría

no soportaría el calor

de todas esas almas encendidas.

 

Juan Francisco Andreani, Inédito, 2018.

 

 

Avanzás como un chico obediente

 

Avanzás como un chico obediente

desde mi boca

hacia abajo.

 

Fosforescés el territorio

te apropiás

de a poco.

 

Decís que te gusta mi piel,

que soy hermosa.

 

Bajás con ansiedad

como si te esperara

algún tesoro.

 

Te dejo hacerte regalo,

la vibración perfecta

de un gemido.

 

Creés que esto es sagrado,

que conmovemos la historia.

 

Dios se aburre infinitamente.

 

Natalia Leiderman, Animales Dorándose al Sol, El Ojo del Mármol, 2016.

 

 

Ella, la muerte o Dios

 

Ayer fue el entierro de mi tía abuela.

El párroco que no sabía su nombre

repetía constantemente : Elvira, Elvira, Elvira

como si conociéramos a quien se refería.

Luego notó su error

leyendo el ataúd y dijo :

“bueno, Emma, pero

de segundo nombre Elvira.”

Y siguió diciéndole así.

Habló de Dios, Jesús y los pecados

y después , la cremaron

otros dos tipos que tampoco

sabían cómo se llamaba,

ni les importaban

Ella, la muerte, o Dios.

 

Sofía Gómez Pisa, Ella, la Muerte o Dios, El Ojo del Mármol, 2016.

 

 

Involución

 

Ahora que tu torpeza

ha disparado hijos

en útero joven

del rencor de la primigesta, cuidate

rogá que en cloacas se pierda

el nonato en alta noche.

 

Si no hay con qué y prende

-pues toda carne tiende a la vida-

cuando crezca y abunde

en gestos estúpidos que festejarás

llegado un día negarás tu prole

y otras vaginas correrás a buscar

no flojas ni anchas de parto.

 

Con el tiempo te derramás

en obvias honduras nuevas.

Cada espasmo seminal tuyo

nos acerca un paso al mono.

 

Griselda García, Ahora, Ediciones del Dock, 2016.

 

 

Jesús me pide drogas

 

“Vienen bajando los de la federal…”

Los Rusos HDP, 2015.

 

Ni bien enrolo

y me dispongo a engullirme

un porro

ahí lo veo.

 

Con sus ojitos

de perrito tuerto

bien pegado a mí

Jesús, implora una seca.

 

Una vez me pidió

que le armara un porro

todo para él.

 

Incluso lo he visto llegar

con la mitad del ladrillo

y el transa.

 

La otra vez vino

con su hijo idiota

Dios

cuando regaba

mi jardín del Edén.

 

Este poema será mal traducido

y la marihuana tendrá

tantos nombres

locales y universales

que parecerá

que hablamos de una droga divina

bajada de una nave.

 

¡Oh, lira de la justicia!

Por qué no haces que Jesús se vuelva

al Más Allá

al cálculo renal del Infierno que mejor le quepa

y se lleve encima a su hijo down

Dios

¿en serio te vas a clavar una pepa

sin darme un mísero cuartito?

dice Jesús y se pasa.

 

Preferiría

que fuese una alucinación

para darme aire místico

pero no, es él, con su ropaje de indio.

 

Su aparición sería más útil

en forma de esténcil

en algún corte vacuno

en la cara del portero robot

incluso

en forma de aplicación para el celu.

 

¿Para qué tanta transparencia? le digo,

su hijo idiota muerto Dios lo mira

con la sinestesia de su rostro

y Jesús,

engullendo pastas del botiquín

abre la boca y suelta silencio.

 

El cuerpo está ensangrentado

el gesto en la mano está ensangrentado,

cien granjas y mil panaderías

me sacan a Jesús de encima.

 

Mi chica es una computadora

dice

la naturaleza es mi perra

ladra

y me retiro

porque la confianza de su risa

me quema.

 

La otra vez

en medio del pasillo

hacía ademanes con las dos manos

invitándome a la droga

de nuevo y le digo

tengo que estudiar

el mapa catastral de mi desastre.

 

Verraco me dice,

verraco y tira

sal en el desierto.

 

¿A dónde iremos

Jesús

con tu insistencia?

¿Lo del Monte Hermón

no te bastó?

¿Lo del cuerpo glorificado

no te bastó?

¿Lo de ser un líder

que multiplica los drones

no te bastó?

 

Sigo traumado por los latigazos

dice

y mira sus zapatos italianos.

 

Y

mira la hora

vacía

y mira la copa

vacía

y sin remedio

marcha.

 

Yo

rolo mi porro sin atender

tales cancionetas y escucho

una mano aporreando un redoblante

mientras que

las ventanas cruzadas por el viento

dejan pasar

voces

inauditas.

 

Walter Godoy, Luchemos por la Ida, Milena Caserola, 2016.

 

 

V

 

En el traspaso desde la Edad Antigua

a la Edad Media,

Doods nos cuenta

que pasamos de una cultura de vergüenza

a una cultura de culpa.

De la vergüenza de algunas pitonisas

por escuchar a las voces internas,

entenderlas

trasmitirlas

a un Dios que les da el paraíso a aquellos santos

que viven su vida

en la culpa del pecado original.

 

¿Y si ya está la culpa?

 

Ya pasó de moda,

ahora somos una sociedad de obsesión

en donde ser la mejor

es lo que debo lograr.

Y… ¿si dejamos la culpa

de haber nacido?

Agradecerle a la naturaleza

a la biología

de dejarme ser todo esto que soy

de tener la oportunidad de pensar

de escribir

de trasmitir

de comunicar

de ser un mundo

de que seas un mundo

 

que quiero conquistar.

 

Catalina Ledezma, Inédito, 2018.