No es que el grueso de la humanidad haya sido particularmente mejor en épocas previas, lo que sucede en el nuevo milenio es que su estupidez atávica queda mucho más en primer plano tanto gracias a las pavadas que los bípedos priorizan, la mayoría en contra de sus propios intereses en el plano más básico de la supervivencia, como debido al hecho en sí de que sitúan a la vida virtual por sobre la material prosaica y urgente, quizás la característica más graciosa de las patéticas sociedades contemporáneas ya que esta caterva mundial de lobotomizados por el mercado, las corporaciones y el marketing más hediondo y cutre del capitalismo realmente piensa que sus vidas y opiniones le importan a alguien en el reino de la egolatría y el cinismo. Desde ya que el esquema de los borregos, léase los imbéciles que postean detalles personales en redes sociales de manera religiosa y tomándoselo muy en serio, y sus amos, la oligarquía de parásitos empresarios de las mismas redes, los medios de comunicación, la publicidad y la política, asimismo incluye a una raza de intermediarios mierdosos que precisamente constituyen los “cuentapropistas” de la virtualidad del Siglo XXI, los llamados influencers, típica especie de hoy en día -especializada en nada o en la banalidad misma- surgida de la precarización laboral del neoliberalismo de los años 90 en adelante y orientada a arrear el ganado hacia determinados productos y servicios, los más mediocres y alienantes, que venden en régimen monopólico todos los gigantes de Internet.
Una buena parodia tácita de este estado de cosas, incompleta e imperfecta aunque siempre atractiva, es Influencer (2022), film dirigido por el canadiense Kurtis David Harder a partir de dinerillo hollywoodense de origen indie que consiguió distribución en yanquilandia mediante Shudder, el streaming cinematográfico por antonomasia volcado al thriller y el horror. El relato comienza centrándose en Madison (Emily Tennant), una influencer ultra tarada de California que vive de posteos de viajes y del anuncio de productos de belleza femenina, tiene un reglamentario amigo mariquita y negro, Jay (Justin Sams), y sobre todo se muestra muy feliz en sus vacaciones en una Tailandia de folleto paradisíaco, fachada que oculta una realidad risible porque la fémina no sale del complejo turístico de turno y se la pasa ingiriendo comida occidental y autovictimizándose porque su novio, el fotógrafo Ryan (Rory J. Saper), la dejó plantada a último momento en materia del periplo. Así las cosas una tal CW (Cassandra Naud), bella muchacha con un nevo bajo su ojo derecho, se acerca a Madison cuando estaba siendo abordada por un clásico ciudadano inglés grotesco, Rupert (Paul Spurrier), y se hace cuasi amiga con la idea de llevarla a una isla desierta en el medio de la nada y abandonarla allí para vaciarle la cuenta bancaria, suplantarla en redes sociales y simular un repliegue hacia el anonimato por parte de la víctima, la quinta en una serie de cuatro anteriores que murieron de hambre y sed en la mínima porción de tierra en cuestión.
Con una estructura narrativa calcada de Psicosis (Psycho, 1960), de Alfred Hitchcock, en lo que atañe a una protagonista apócrifa que deja paso a la verdadera estrella, el psicópata, y una idiosincrasia de manipulación, crimen y robo de identidad que le debe mucho al Tom Ripley de Patricia Highsmith de aquella novela fundacional, El Talentoso Sr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, 1955), a su vez adaptada a la gran pantalla en 1960 por René Clément con Alain Delon y en 1999 por Anthony Minghella con Matt Damon, Influencer ofrece muy buenas dosis de suspenso y nos invita a simpatizar con una villana tan mortal como misteriosa y adorable, esa CW que hace justicia pirateando las cuentas de estos payasos del marketing disfrazado de consejos y ostentación burguesa y que debe lidiar con dos “frentes de batalla” a posteriori del episodio inicial con Madison, hablamos primero de su nueva presa, Jessica (Sara Canning), una influencer veterana que reparte eslóganes de manual de autoayuda entre sus miles de seguidores, y segundo del mismo Ryan, otro idiota egoísta que se aparece de repente en Tailandia para tratar de enmendar la relación moribunda que tenía con Madison. La siempre engreída Jessica eventualmente le colma la paciencia a CW porque empieza a indagar sobre un robo que la víctima padeció después de conocer a la femme fatale, desde ya un suceso con su firma, por lo que golpea al personaje de Canning contra una pared de rocas y lo remata clavándole en el cuello el taco de un zapato aguja.
La película de Harder, hasta ahora un director bastante anodino como lo demuestran dos obras que no vio casi nadie, Cody Fitz (2011) y En Control (Incontrol, 2017), y una con algunas ideas potables desaprovechadas, Espiral (Spiral, 2019), no es perfecta ni mucho menos porque la actuación de Saper deja bastante que desear, de hecho ensuciando con amateurismo cada escena en la que interviene como el novio obsesionado con esa supuesta amada a la que solía ningunear y someter a un gaslighting bien grosero, y porque pasados el fallecimiento de Jessica y el enfrentamiento subsiguiente con Ryan, quien descubre la manipulación al hablar con Rupert y Jay y al percatarse de los videos falsificados en redes, este neo film noir maquillado de thriller de terror pierde algo de fuerza debido a que se vuelve un poco previsible, sin embargo el director y guionista -en este último apartado con la asistencia del ignoto Tesh Guttikonda- mantiene la tensión elevada durante gran parte del metraje y en especial nos regala un personaje central fascinante con una actriz de peso que nadie tuvo en cuenta hasta este momento, la también canadiense Naud, una treintañera deliciosa y con mucha actitud aguerrida que se abre camino como una revelación después de una larga seguidilla de videoclips, cortos y participaciones televisivas de distinta índole en las que definitivamente no pudo brillar como debía. La ideología de Influencer, como suele ocurrir en el cine de género más agitado y comprometido, se corresponde con la de la villana/ vengadora/ antiheroína, nuestra CW, la cual con su cruzada homicida y su odio hacia la virtualidad denuncia por lo bajo que todos estos ídolos de cartón pintado son tan intercambiables como una publicidad de jabón o comida chatarra porque su desaparición no genera consecuencias importantes entre sus miles de fanáticos ultra descerebrados, quienes lloriquean un poco en posteos melosos por tamaña “supresión existencial” del influencer de turno y luego pasan al siguiente cuentapropista lelo de Internet en busca de una moneda…
Influencer (Estados Unidos, 2022)
Dirección: Kurtis David Harder. Guión: Kurtis David Harder y Tesh Guttikonda. Elenco: Cassandra Naud, Emily Tennant, Rory J. Saper, Justin Sams, Paul Spurrier, Sara Canning. Producción: Kurtis David Harder, Tesh Guttikonda, Micah Henry, Brandon Christensen y Jack Campbell. Duración: 92 minutos.