Casi todos los que vimos El Anfitrión Perfecto (The Perfect Host, 2010), aquella simpática ópera prima en el campo del largometraje de Nicholas Tomnay, nos preguntamos en algún momento de estos casi tres lustros qué fue de la vida y/ o carrera del director y guionista norteamericano, no tanto porque la susodicha fuese una maravilla del séptimo arte sino más bien porque prometía por lo bajo una trayectoria futura interesante o por lo menos curiosa. El film, uno de los claros responsables en eso de poner de moda en el nuevo milenio un viejo motivo que en esencia patentó Wes Craven en su recordada La Gente Detrás de las Paredes (The People Under the Stairs, 1991), nos referimos al bello latiguillo del “criminal menor que ingresa en una casa y descubre que el propietario es bastante más peligroso que él mismo”, por un lado jugaba con la comedia negra, de hecho girando alrededor de un ladrón bancario traicionado por una femme fatale llamado John Taylor (Clayne Crawford) que tenía la mala suerte de presentarse en el hogar del oficial de policía psicópata Warwick Wilson (David Hyde Pierce), y por el otro lado era parte constituyente del grupito de opus del rubro conformado por El Juego del Terror (The Collector, 2009), de Marcus Dunstan, No Respires (Don’t Breathe, 2016), obra de Fede Álvarez, Latidos en la Oscuridad (Bad Samaritan, 2018), de Dean Devlin, Villanos (Villains, 2019), de Dan Berk y Robert Olsen, y la reciente Abigail (2024), de la dupla de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett alias Radio Silence, colectivo creativo que mutó en empresa y suele incluir al productor Chad Villella.
La espera en pos de alguna novedad llega a su fin con la también atractiva y muy mordaz Lo que Deseas (What You Wish For, 2023), otra faena indie con evidentes problemas de distribución que llega al público un año después de finalizada y luego de un recorrido más que importante en diversos festivales del globo orientados al cine de terror y de género en términos macros, realización que por cierto también responde a un esquema narrativo de larga data, ese canibalismo que reenvía a odiseas pioneras del rubro como Qué Sabroso era mi Francés (Como era Gostoso o meu Francês, 1971), joya de Nelson Pereira dos Santos, Cuando el Destino nos Alcance (Soylent Green, 1973), de Richard Fleischer, Frightmare (1974), de Pete Walker, y La Masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), de Tobe Hooper, entre muchas otras. La valentía de Tomnay pasa por un tratamiento más explícito del tópico si lo comparamos con las perspectivas asociadas aunque cuasi distantes de los trastornos alimenticios, la espantosa industria de la carne y toda ese fetichismo con la comida gourmet en tiempos de miseria/ crueldad social de films varios de los últimos años, en línea con Fresco (Fresh, 2022), de Mimi Cave, Cerdita (2022), de Carlota Pereda, El Prodigio (The Wonder, 2022), del chileno Sebastián Lelio, El Menú (The Menu, 2022), de Mark Mylod, y Hasta los Huesos (Bones and All, 2022), de Luca Guadagnino, propuestas que de modo siempre implícito pusieron el acento en el capitalismo como una degeneración voraz e individualista que también abarca el estómago e implica la cosificación de la vida.
Todo comienza cuando Ryan (Nick Stahl), un chef anodino de un hotel de Dallas, decide visitar a un amigo en un pueblito ignoto de Colombia al que no ve desde hace doce años, cuando ambos compartieron un instituto educativo culinario, un tal Jack (Brian Groh) que trabaja para una agencia eslovena misteriosa que organiza cenas por demás exclusivas, en sí un viaje que atesora un motivo oculto porque Ryan necesita salir con urgencia de Estados Unidos porque es un ludópata y efectivamente le debe una voluminosa suma de dinero a tiburones en las sombras que no paran de mandarle mensajes muy amenazantes. Luego de conocer a una estadounidense que tiene sexo con Jack y pronto regresa a su hotel, la linda Alice (Penelope Mitchell), el protagonista encuentra ahorcado a su anfitrión en la lujosa casa que ocupaba justo en los momentos previos a una velada que debería estar encabezada por su destreza en la cocina, así las cosas el huésped opta por hacerse pasar por el finado para reemplazarlo ya que el pago por apenas una cena de cuatro platos trepa a la friolera de 300 mil dólares, de los que pide un adelanto de 50 mil para tranquilizar al acreedor, quien a su vez prometía cargarse a la madre de Ryan si no transfería algo de dinero cuanto antes. El grueso del relato transcurre durante la velada de turno, caracterizada por cinco oligarcas inmundos que pagaron un millón y medio de dólares cada uno para poder asistir, por un “ingrediente estrella” que se llama José (Felipe Solano), un pobre mecánico colombiano, y por la pesquisa tenaz del tío del anterior, el Detective Ruiz (un excelente Randy Vásquez).
A pesar de que Tomnay en su película, cuyo título alude al proverbio “ten cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir”, en relación a la envidia de Ryan para con la generosa cuenta bancaria de Jack, no ofrece nada particularmente novedoso dentro de las comarcas hermanadas del horror, el thriller y la comedia negra, resultan muy loables su manejo de los tiempos retóricos y la facilidad con la que va metamorfoseando el asunto porque empieza en el marco de A Pleno Sol (Plein Soleil, 1960), de René Clément, y El Talentoso Sr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, 1999), de Anthony Minghella, ambas adaptaciones de la célebre novela de 1955 de Patricia Highsmith sobre la sustitución de identidad, luego salta hacia el terreno del suspenso de entorno cerrado símil La Soga (Rope, 1948), aquella fiesta culinaria con cadáver incluido del genial Alfred Hitchcock, y finalmente la trama desemboca en las ironías de la propia El Anfitrión Perfecto, en esta oportunidad de la mano de una situación que va incrementando exponencialmente su nivel de locura debido a que incluye al chef, hoy con unos problemas de conciencia que se van despejando a medida que avanza nuestra historia, más la participación del esbirro policial, Ruiz, su ayudante tácito, el Oficial Gallo (Ariel Sierra), una Alice que llega de improviso, los cinco magnates morbosos -entre los que se destaca Akira Nishiharta (David Tominaga)- y por supuesto un par de representantes de temer de la agencia en cuestión, Imogene (Tamsin Topolski), la encargada del “evento”, y Maurice (Juan Carlos Messier), el verdugo que revienta a los bípedos elegidos en la calle para que hagan de carne en la mesa. La epopeya supera el comentario social/ ideológico obvio, nuevamente sobre la plutocracia caníbal del Siglo XXI en sintonía con un trasfondo ya trabajado en Fresco y El Menú, por ejemplo, y va un paso más allá porque subraya la complicidad de la burguesía profesional que pone al dinero por encima de cualquier planteo ético o moral, por ello mismo el “más obrero” Jack se suicida pero Ryan termina aceptando su flamante puesto vía una cuasi herencia, en este sentido el director recibe una ayuda inmaculada de parte de Stahl, aquel purrete talentoso de El Hombre sin Rostro (The Man Without a Face, 1993), el debut de Mel Gibson como realizador, que después tuvo papeles importantes en las bien variopintas Bully (2001), de Larry Clark, En el Dormitorio (In the Bedroom, 2001), de Todd Field, Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003), de Jonathan Mostow, Sin City (2005), de Robert Rodríguez y Frank Miller, y Carnivàle (2003-2005), la maravillosa serie de Daniel Knauf para HBO…
Lo que Deseas (What You Wish For, Estados Unidos, 2023)
Dirección y Guión: Nicholas Tomnay. Elenco: Nick Stahl, Tamsin Topolski, Randy Vásquez, Penelope Mitchell, Juan Carlos Messier, Brian Groh, Ariel Sierra, Felipe Solano, David Tominaga, Norma Nivia. Producción: Nicholas Tomnay, Francesca Silvestri y Kevin Chinoy. Duración: 102 minutos.