Nos encantaría decir que hubo algún cambio significativo o novedad desde fines del Siglo XX hasta nuestro presente en los rituales de apareamiento adolescente, los mecanismos que los púberes utilizan para rebelarse y/ o lo que entienden por diversión en soledad, léase sin la supervisión de sus padres o tutores o adultos circunstanciales del montón, no obstante el panorama actitudinal en el nuevo milenio sigue siendo prácticamente el mismo de los años 80 y 90 en materia de la torpeza sexual de siempre (por supuesto que el volumen de información disponible al respecto es mucho mayor aunque la falta de experiencia es la misma), las movidas de autonomía según el género (las mujeres se rebelan siendo putas y los hombres poniéndose violentos, amén de un dejo caprichoso que resulta universal) y las fiestas bajo un marco descontrolado (triste rutina en espiral de alcohol, baile y nocturnidad que pretende sensualidad pero siempre termina llevando al sujeto en cuestión al inodoro y los vómitos). El sustrato patético del asunto no pasa tanto precisamente por el automatismo generacional de fondo, en suma cierto atavismo que se viene reproduciendo desde que se diera por sentado el quiebre de la mojigatería social castradora durante las décadas del 60 y 70, sino por el hecho de que todos estos subversivos sociales en potencia ya ni siquiera lo son de izquierda sino de derecha como lo demuestra el comportamiento electoral mundial de los jóvenes, por ello el hedonismo adolescente está cada vez más vinculado a planteos conservadores y regresivos basados en la ignorancia e influencia fascistoide mediática, esa típica amnesia vía lo digital efímero idiotizante que condiciona a casi todos en el día a día.
Cómo Tener Sexo (How to Have Sex, 2023), la interesante ópera prima de la directora y guionista británica Molly Manning Walker, trabaja de hecho esta temática de manera muy naturalista y con colores furiosos mediante la historia de Tara (Mia McKenna-Bruce), una chica inglesa de 16 años que llega al pueblo costero de Malia, en la Isla de Creta, para pasar unos días de vacaciones con sus mejores amigas, Em (Enva Lewis) y Skye (Lara Peake), lugar paradisíaco en el que pronto conocen a un trío de vecinos de casi la misma edad que se alojan en el mismo complejo turístico de ensueño, Badger (Shaun Thomas), Paddy (Samuel Bottomley) y Paige (Laura Ambler). Eventualmente las dos lesbianas de ambos grupos comienzan a acercarse ya que no tienen mucho de donde elegir pareja, Em y Paige, pero en el segmento heterosexual las cosas no son tan sinceras o “limpias” porque Tara, la única virgen, se siente atraída a Badger y por ello comienza a recibir sucesivos ataques por parte de Skye, quien también está interesada en el muchacho pero sin decírselo a su amiga, así anuncia a los cuatro vientos que Tara no cuenta con experiencia sexual para humillarla, la incita a acostarse con el otro macho, Paddy, e incluso se burla del hecho de que falló en exámenes cruciales para ingresar a la universidad, algo que Skye ya tiene garantizado. El asunto empeora cuando Tara ve a Badger recibir sexo oral de unas mujeres desconocidas, en una “competencia” arriba del escenario de una fiesta, y después se marcha a una playa cercana con Paddy, un tarado pancista que le insiste con el coito aunque al día siguiente se muestra distante, aumentando la depresión por todas sus ilusiones femeninas deshechas.
La realizadora, una lesbiana que acumulaba un enorme bagaje profesional como directora de fotografía en cortos, videoclips, programas televisivos y un único largometraje, Scrapper (2023), de Charlotte Regan, adopta la crónica de aprendizaje o bildungsroman o coming-of-age y analiza muy bien por un lado la angustia de la protagonista, una chica menudita que contrasta con la generosa altura de Skye y la tez negra de Em, y por el otro lado la doble idea del entorno pesadillesco entre amigos y el sustrato liberador entre desconocidos, una de las principales paradojas sociales que Cómo Tener Sexo explora especialmente en las escenas posteriores al lastimoso debut carnal de Tara en la arena, en este sentido pensemos que inmediatamente después de ser abandonada por Paddy se topa en un club nocturno con un puñado de jóvenes encabezados por la muy afable Fi (Eilidh Loan), quien sin siquiera conocerla la invita a su casona con pileta, y más adelante el personaje de Bottomley vuelve a insistir con su libido efervescente y por cierto roza la violación mientras ella está acostada durmiendo en el cuarto que comparte con su comitiva, una situación interrumpida por otros púberes de este colectivo improvisado asfixiante en el que la vergüenza por las malas primeras experiencias sólo recibe un intento de palabras comprensivas de parte de la púber negra, en esencia tan inmadura y tan estúpida como el resto pero un poco más empática que Skye, esta última toda una psicópata que no para de desdeñar a la petisa únicamente porque había conseguido construir un cariño recíproco en ciernes con Badger, el cual a su vez no avanza demasiado en la relación de turno por el carácter dominante y jactancioso de Paddy.
Muy lejos de ser perfecta, la propuesta cuenta con muchos baches narrativos en los que Walker se engolosina con el sufrimiento silente de Tara y/ o alarga más de lo debido los momentos de reviente nocturno sin culpa, sin embargo estos mismos defectos ayudan en conjunto a subrayar la tristeza y aislamiento de la criatura de la perfecta McKenna-Bruce y el trasfondo esencialmente aburrido de la rutina de salidas nocturnas y el fetiche de base con el alcohol o las drogas, asimismo remarcando que la distancia entre la realidad y la quimera naif de “las mejores vacaciones de nuestras vidas” es gigantesca porque la resaca del día siguiente les embarra el malestar a todos y les recuerda su fragilidad y lo fugaz de esa alegría química que tanto anhelan. Más allá de la ambición del film, como decíamos analizando tópicos varios como la curiosidad, la libertad, el consentimiento, la decepción, el egoísmo, la solidaridad, la idiotez, la incomunicación, la banalidad, el ocio, las máscaras coyunturales, la cobardía, el sadismo, la envidia, el masoquismo, la evasión, la amistad, la bohemia y el oportunismo, lo verdaderamente importante de la película se condice con su obsesión en torno a la presión social, por ello en el relato se cuela cierta interpretación clasista de las conductas del trío femenino principal -típicamente británica, desde ya- que vincula a la egolatría de Skye con la clase alta, los intentos piadosos vanos de Em con una clase media en extinción y la sensibilidad a flor de piel de una Tara abúlica/ adormecida con las masas populares que no saben cómo defenderse ante el ataque parasitario demencial de la alta burguesía, todo con el sexo como cuadrilátero de esta lucha cultural desoladora…
Cómo Tener Sexo (How to Have Sex, Reino Unido/ Grecia, 2023)
Dirección y Guión: Molly Manning Walker. Elenco: Mia McKenna-Bruce, Lara Peake, Enva Lewis, Shaun Thomas, Samuel Bottomley, Laura Ambler, Eilidh Loan, Finlay Vane Last, Eleni Sachini, Daisy Jelley. Producción: Ivana MacKinnon, Emily Leo y Konstantinos Kontovrakis. Duración: 91 minutos.