Ti West ha tenido una carrera de lo más heterogénea, por lo menos hasta su cúspide en lo que a calidad se refiere de la mano de la Trilogía X, esa conformada por X (2022), Pearl (2022) y MaXXXine (2024), porque trabajos muy interesantes como The House of the Devil (2009), The Sacrament (2013) e In a Valley of Violence (2016) convivieron con productos mediocres símil The Roost (2005) y Trigger Man (2007), la decididamente fallida pero aún enigmática The Innkeepers (2011) y ese film por encargo que nunca puede faltar en toda trayectoria ecléctica de un cineasta indie que se precie de tal, Cabin Fever 2: Spring Fever (2009), continuación del bodrio de 2002 de Eli Roth que fue motivo de una batalla con los productores de turno. Es precisamente X la que se puede considerar la gran obra maestra del norteamericano por su astucia conceptual y técnica, en suma una propuesta que ironizaba sobre la Nouvelle Vague de los 50 y 60, el Nuevo Hollywood de los años 70 y la Edad de Oro del Porno o Porno Chic (1969-1984) desde la arquitectura dramática de Psycho (1960), de Alfred Hitchcock, y The Texas Chain Saw Massacre (1974), joya de Tobe Hooper, y en especial desde el latiguillo del sexo en la vejez como tabú social, por cierto contrapuesto tanto a la promiscuidad hedonista post hippismo como a la censura cristiana y fascistoide del neo conservadurismo que nace con la presidencia de Richard Nixon (1969-1974). Pearl, una precuela centrada en la homicida estrella de X, cayó apenas por debajo de la anterior y en esencia sustituyó al hagsploitation modelo la Trilogía de la Locura de Robert Aldrich, la de What Ever Happened to Baby Jane? (1962), Hush Hush, Sweet Charlotte (1964) y What Ever Happened to Aunt Alice? (1969), con el thriller de sadismo, colapso mental y cárcel bucólica más alusiones varias a Eaten Alive (1976), también de Hooper, y una dialéctica de insatisfacción rosa que mutaba en linda histeria asesina a lo Homicidal (1961), de William Castle, y Repulsion (1965), de Roman Polanski, sin olvidarnos por supuesto del objetivo de fondo de seguir pinchando en la manía estadounidense con la celebridad a cualquier precio.
Así como X se metía con el surgimiento del acervo independiente moderno en su vertiente pornográfica y Pearl hacía lo propio en materia del séptimo arte ya de corte tradicional, de hecho optando por burlarse largo y tendido del Hollywood Clásico, los musicales y todos los productos en general de la Walt Disney Pictures, MaXXXine nos regresa al punto de llegada de X y desde allí construye una secuela directa de aquella que nuevamente incluye lo narrativo prosaico y lo idiosincrásico más abstracto, en este sentido -y en lo que respecta a este último apartado- la propuesta que nos ocupa explora el reinado del video hogareño vía el VHS y cómo el formato en cuestión terminó siendo igual o mucho más importante en términos comerciales que los antiguos dividendos de la taquilla de las salas de exhibición masiva estándar. Lejos en simultáneo del cinismo de Quentin Tarantino, Robert Rodríguez, Matthew Vaughn y Guy Ritchie, hoy completamente rancio o demodé, y del formalismo ampuloso y surrealista del Panos Cosmatos de Beyond the Black Rainbow (2010) y Mandy (2018) y del Nicolas Winding Refn de Drive (2011), Only God Forgives (2013) y The Neon Demon (2016) o sus igualmente magistrales series, léase Too Old to Die Young (2019) y Copenhagen Cowboy (2022-2023), aunque retomando algo de esa fascinación con el neón, la elegancia kitsch y los colores saturados nocturnos, West en MaXXXine traslada la acción a 1985, seis años luego del presente ficcional de X y uno a posteriori del fin del Porno Chic, con vistas a retratar el raudo estancamiento de la industria de las películas para adultos y los intentos de reconversión de algunas de sus estrellas hacia el cine hogareño de género, por ello el film elige como ejemplo a la Marilyn Chambers que pasó de Behind the Green Door (1972), de los hermanos Artie y Jim Mitchell, a Rabid (1977), de David Cronenberg, no obstante el director y guionista decide obviar el slasher quemado de los 80 y retrotraernos a su antepasado inmediato, el bello giallo de misterio de Mario Bava, Dario Argento y Sergio Martino, además de esperables coqueteos con el neo noir y con el suspenso hitchcockiano.
West baja mucho la carga mordaz del convite en su conjunto porque la humanización de la fauna del porno de X y su homóloga de la psicópata campestre de Pearl ahora le entrega la posta del relato a un enigma de muy fácil resolución para el público avezado -como lo era el grueso de los arcanos del giallo, dicho sea de paso- ya que la película arranca diciéndolo casi todo a través de una filmación vintage circa 1959 de Maxine Miller (Charley Rowan McCain en su acepción infantil) bailando para su padre, el televangelista Ernest (Simon Prast), y repitiendo el adagio de cabecera de la familia, “no voy a aceptar una vida que no merezco”, algo que el veterano pretendía que la niña aplique a un derrotero en el circuito del fraude religioso/ luterano de yanquilandia pero que la joven trasladó a su trayectoria en la industria Triple X, esa misma que siendo adulta (Lucifer bendiga a Mia Goth) la lleva a tener que defenderse en la Texas rural de 1979 de una anciana muy cachonda, Pearl (Goth de nuevo), y su marido, Howard (Stephen Ure). Maxine, como decíamos antes ahora en la ciudad de Los Ángeles de 1985, desea progresar más allá del coito para las cámaras y así consigue el papel estelar en The Puritan II, secuela de un film de horror de la realizadora Elizabeth Bender (Elizabeth Debicki) que fue un hit en el mercado hogareño, sin embargo dos policías, Williams (Michelle Monaghan) y Torres (Bobby Cannavale), comienzan a acosarla porque cuatro allegados suyos terminan muertos o desaparecidos, hablamos de las actrices porno Amber (Chloe Farnworth) y Tabby (Ashley Nicolette Frangipane o Halsey), su amigo León (Moses Sumney), dueño de un videoclub, y la colega Molly Bennett (Lily Collins), protagonista de The Puritan que regresa vía un cameo. Con el contexto adicional de las violaciones, torturas y homicidios de Richard Ramírez alias El Acosador Nocturno, asesino en serie verídico que desató la paranoia mediática entre 1984 y 1985, Maxine para colmo es chantajeada por un detective privado, John Labat (Kevin Bacon), que trabaja para un tercero misterioso que tiene en su poder una copia de aquel film porno rodado en Texas.
Metiendo en la licuadora del arte convulso del Siglo XXI la amargura grotesca, demente y metadiscursiva de Sunset Boulevard (1950), de Billy Wilder, y Mulholland Drive (2001), de David Lynch, y un remate que desde la sátira tácita de izquierda invierte el espanto ante la pornografía de Hardcore (1979), de Paul Schrader, y 8MM (1999), de Joel Schumacher, la epopeya asimismo se hace un festín por un lado con las referencias a pivotes cruciales del giallo como Blood and Black Lace (Sei Donne per l’Assassino, 1964), de Bava, y The Bird with the Crystal Plumage (L’Uccello dalle Piume di Cristallo, 1970), mega clásico de Argento, pensemos en los guantes, la ropa y la máscara negra de papi reventando a León, y por el otro lado con el andamiaje de ese exploitation de vigilantes/ venganzas rosas que va desde Coffy (1973), opus de Jack Hill, y Thriller: A Cruel Picture (Thriller: En Grym Film, 1973), de Bo Arne Vibenius, hasta Ms .45 (1981), de Abel Ferrara, y Revenge (2017), de Coralie Fargeat, enorme panorama que en pantalla abarca tanto la soledad de Maxine, léase la escena en la que le pisa los testículos a un tarado disfrazado de Buster Keaton (Zachary Mooren), como la ayudita que recibe de su agente/ representante, Teddy Night (Giancarlo Esposito), quien junto a un guardaespaldas, Shepard Turei (Uli Latukefu), compactan en un depósito de basura a Labat dentro de su propio coche. West nos regala diálogos excelentes, un muy buen desarrollo dramático, personajes siempre memorables y un desempeño genial de todo el elenco que va en consonancia con la desromantización de lo femenino, del porno y de la ilusión estúpida que suele crear el mainstream norteamericano, a su vez indagando en la retroalimentación entre la víctima y el victimario, el ascenso social empardado sólo al dinero, el amarillismo de los mass media, el sexo banalizado y mercantilizado, la frontera entre la realidad y la ficción, el puritanismo oscurantista reaganiano, la cultura asociada del egoísmo darwinista, el cine como pantomima fascinante y desde ya los sueños de estrellato que derivan en la nada misma o la fama efímera de la industria cultural contemporánea…
MaXXXine (Estados Unidos/ Reino Unido/ Nueva Zelanda, 2024)
Dirección y Guión: Ti West. Elenco: Mia Goth, Giancarlo Esposito, Kevin Bacon, Moses Sumney, Elizabeth Debicki, Michelle Monaghan, Bobby Cannavale, Simon Prast, Chloe Farnworth, Zachary Mooren. Producción: Ti West, Mia Goth, Kevin Turen, Harrison Kreiss y Jacob Jaffke. Duración: 104 minutos.