Regalo Maldito (Vicious)

Sufrir para no sufrir

Por Emiliano Fernández

Bryan Bertino ha construido una carrera con una personalidad muy propia alrededor del horror social/ familiar centrado en la atmósfera, la ambigüedad, una noche de espanto y esa amenaza externa impiadosa que nunca falta y suele atacar el ámbito privado de sus víctimas para hacerse fuerte y expandirse. Desde su ópera prima y film más famoso, Los Extraños (The Strangers, 2008), un estudio minimalista sobre la violencia sin sentido de la actualidad disfrazado de intento de renovación/ aggiornamiento del slasher, el cineasta estadounidense estrenó cuatro películas más que lo posicionaron como una de las voces centrales del indie del hemisferio norte, hablamos de Perseguidos por la Muerte (Mockingbird, 2014), El Monstruo (The Monster, 2016), Demoníaca (The Dark and the Wicked, 2020) y la flamante Regalo Maldito (Vicious, 2025), un trabajo no tan atractivo como los previos aunque aún atendible bajo su lógica. En esta ocasión la protagonista es Polly (Dakota Fanning), una treintañera que no puede conservar trabajo alguno por más de cuatro meses, está dudando de retomar sus estudios y depende mucho de su familia, a escala emocional de su madre (Mary McCormack) y en lo que atañe a la vivienda de su hermana mayor, Lainie (Rachel Blanchard), quien le alquila barato un caserón porque se mudó a otro lugar pero con jardín grande con su esposo y su hija de cinco años, Aly (Emily Mitchell), esa adorada sobrina. Una noche a la vuelta del trabajo toca la puerta una anciana misteriosa (Kathryn Hunter), quien pronto le informa que durante las próximas horas la joven morirá y de inmediato le deja una caja con un reloj de arena, el cual a través de una linda parafernalia sobrenatural le comunica que para sobrevivir debe colocar dentro algo que odie, algo que necesite y algo que ame, con la arena corriendo ante cada nueva prueba para espabilar o apurar la decisión.

 

Así las cosas Polly pretende solicitarle ayuda a una vecina (Klea Scott), mujer que termina poseída y se clava sucesivamente un cuchillo, y por ello empieza entregando una cadena con crucifijo vinculada a la muerte de su padre, el objeto odiado porque Jesucristo lo dejó fallecer, y luego opta por cortarse el meñique del pie derecho pero la caja se lo rechaza ya que adora engañarla, pidiéndole en cambio el índice de la mano izquierda, de hecho algo que necesite, algo fundamental, suerte de preámbulo para a posteriori cargar sobre Aly, lo que ama. Aquí tenemos la paciencia narrativa de siempre de Bertino y un buen manejo del suspenso que se combina con dos vertientes interconectadas del horror, aquella modalidad centrada en objetos y su prima hermana vinculada a las maldiciones, en este sentido la gesta indaga con soltura en tres “fantasmas” contextuales de la actualidad, léase la vigilancia, el robo de información y cierta idea de un exterior plural e invasivo que no sólo no respeta la dimensión íntima sino que se propone sabotearla/ destruirla desde adentro y también desde afuera. La grandecita Fanning viene reperfilándose como una scream queen, como ya lo demostrase en Brimstone (2016), western shockeante de Martin Koolhoven, y Observados (The Watchers, 2024), aquel experimento bucólico de Ishana Night Shyamalan, porque con talento y oficio sostiene este unipersonal apenas maquillado, alegoría sobre la necesidad de sincerarse en nuestra vida so pena de padecer un martirio bizarro sobrenatural obsesionado con el odio, las compulsiones y el cariño como estados cruciales del sujeto. En el relato el miedo a fallecer por un lado alimenta el frenesí asesino de la caja, una fuerza en apariencia todopoderosa que incluye muchas variantes, y por el otro lado lleva a hacer barbaridades en nombre de la autopreservacion, en lugar de aceptar el destino final de todos los mortales.

 

Lamentablemente la faena abusa un poco de latiguillos del terror de manipulación como el encierro, el control maniático, la posesión, los doppelgängers o duplicados maléficos, las figuras espectrales en general, las visiones/ alucinaciones y la angustia in crescendo a raíz del desconcierto en lo que respecta a qué hacer a continuación para evitar la hecatombe. Regalo Maldito, estrenada en Paramount+ sin pasar por las salas de exhibición, sigue la estela de los pies femeninos mancillados de La Hermanastra Fea (Den Stygge Stesøsteren, 2025), de Emilie Blichfeldt, aquí complementando el asunto con una mano malograda y asimismo enmarcándolo todo en esas exageraciones ochentosas de pura cepa en materia de las truculencias y el enfoque pirotécnico del dolor, incluso se podría decir que la odisea que nos ocupa se asemeja a La Pata del Mono (The Monkey’s Paw, 1902), el cuento de W.W. Jacobs, pero en vez de deseos hoy son imposiciones, además la propuesta tiene mucho de la obra de cabecera de Bertino, Los Extraños, y del surrealismo entre sensible y cuasi kitsch de los trabajos posteriores, todos centrados en tópicos como el acto de espiar, la familia herida, la presencia difusa acechante y/ o los traumas psicológicos. La idea de jugar con la percepción trastocada está muy quemada en el acervo audiovisual contemporáneo, tanto en la vertiente mainstream como en la indie, aunque en parte el asunto se compensa con el interesante latiguillo retórico del sufrimiento para no sufrir, paradoja que viene rubricada por el ente sádico esquizofrénico que la acosa, la aísla y la lleva al masoquismo cual castigo contra una mujer algo infantiloide y autoindulgente que representa al promedio humano de este nuevo milenio, en constante crisis existencial/ identitaria/ ontológica y sin saber cómo reaccionar frente a ello para dejar de ser un irresponsable apático o con exceso de ansiedad.

 

Como acontecía en el horror de antaño, aquel obsesionado con dejar abierto el final para prolongar la vida útil del psicópata o el implemento homicida en cuestión, el último acto de Regalo Maldito pone el acento en reproducir el ciclo del acoso y el óbito sin la mentalidad de esas franquicias continuistas y ultra literales del presente, siempre preocupadas más por conservar los mismos personajes bobos que por ofrecer un engranaje discursivo aceitado que permita escenas atrapantes a futuro repitiendo el esquema asesino. La edición de Tad Dennis y en especial la música de Tom Schraeder están bastante bien, moviéndose entre lo lúgubre y lo etéreo, más dos canciones perfectas que se cuelan en el metraje y le agregan una pátina de ironía al combo, hablamos de Christmas (Baby Please Come Home) (1963), de Darlene Love, y Dedicated to the One I Love (1967), de The Mamas & the Papas. El trabajo en última instancia resulta algo mucho decepcionante viniendo de un veterano como Bertino que estaba para más y para colmo no es muy prolífico que digamos, alguien que parece nunca alcanzar del todo su potencial a medida que pasan los años y las dificultades para mantener su independencia se acrecientan debido a la triste presión de un ecosistema hollywoodense volcado en su mayoría a trabajos por encargo de toda clase, basta con tener presente que el amigo Bryan jamás intervino en serie televisiva alguna y apenas si cobró el cheque a la distancia de la primera secuela de su hit, Los Extraños: Cacería Nocturna (The Strangers: Prey at Night, 2018), opus heterodoxo de Johannes Roberts. En suma estamos ante un film correcto que podría haber sido mucho mejor con un desarrollo más profundo de la protagonista, los otros personajes y las consecuencias de las reglas de la maldición de turno, esas que en pantalla quedan flotando en la nebulosa del capricho o lo insustancial…

 

Regalo Maldito (Vicious, Estados Unidos/ Canadá, 2025)

Dirección y Guión: Bryan Bertino. Elenco: Dakota Fanning, Kathryn Hunter, Mary McCormack, Rachel Blanchard, Klea Scott, Emily Mitchell, Devyn Nekoda, Bauston Camilleri, Drew Moore, Michael Abbott Jr. Producción: Bryan Bertino y Richard Suckle. Duración: 104 minutos.

Puntaje: 5