16° Festival de Cine Alemán

Tercera Parte

Por Martín Chiavarino

Coconut Hero (2015, de Florian Cossen)

 

Suspendido

 

El segundo largometraje del director Florian Cossen es una comedia dramática situada en un pequeño pueblo de Canadá sobre un adolescente de dieciséis años que anhela morir. Mike Tyson (Alex Ozerov) es un joven sin amigos, con una madre resentida por el abandono del padre del chico, que no tiene demasiados intereses y solo busca quitarse la vida. Tras un intento fallido de suicidio, va a parar al hospital donde conoce a un sacerdote que lo inicia en el cristianismo, lo que conduce a una serie de cómicas malinterpretaciones sobre la muerte y resurrección de Jesús, el libre albedrío y otras cuestiones religiosas sobre las que Mike reflexiona para conseguir perecer.

 

La comedia, escrita por Elena von Saucken, se centra en un adolescente antisocial carente de una figura paterna para construir una hipérbole sobre los problemas de los jóvenes que no encajan en los parámetros de la normalidad en sociedades que hipócritamente rehúyen al conflicto por no estar preparadas ni tener el conocimiento para lidiar con sus consecuencias.

 

Por un aviso de los periódicos en el que Mike se despide de la vida, su padre -que vive a unos pocos kilómetros del hospital- se entera y va a visitarlo después de quince años de ausencia. Asimismo su intento de suicidio causa que los servicios sociales lo obliguen a ir a terapia, donde se enamora de su profesora de baile un poco mayor que él, Miranda (Bea Santos). Para que la hipérbole sea completa, tras un estudio el doctor que lo atiende descubre que el adolescente tiene un tumor en el cerebro y le recomienda que se opere lo más rápido posible, pero Mike ni siquiera les cuenta esta noticia a sus padres.

 

Cossen juega con muchos de los dispositivos y la estética de Wes Anderson con buen resultado, aunque menos recargados y más realistas que los del director norteamericano. Una narración bien estructurada, una gran utilización de todos los recursos y muy buenas actuaciones logran enterrar el único pequeño problema de Coconut Hero (2015), la falta de una razón real para la pulsión de muerte. Más que angustia existencial, asistimos al espectáculo de una familia normal -incluso cómica- y unas relaciones interpersonales que desde ningún punto de vista generan un desasosiego insoportable como el que describen.

 

Por momentos incisiva y por instantes inocente, Coconut Hero es una comedia sobre el descubrimiento del lugar que la vida le depara a cada uno con una crítica interesante, profunda y muy bien articulada sobre los discursos ideológicos actuales que insisten en la búsqueda del camino propio, cuando en realidad preparan la senda de la repetición de paradigmas de comportamientos vetustos y generan el efecto contrario que supuestamente pretenden.

 

 

Yo y Kaminski (Ich und Kaminski, 2015, de Wolfgang Becker)

 

De las vanguardias al infinito

 

La esperada nueva película del realizador alemán Wolfgang Becker (Good Bye Lenin!, 2003) es el relato de la construcción de la biografía de un famoso pintor ciego de nacionalidad polaca que tuvo gran notoriedad en la época de entreguerras y en los sesenta, a través del sistema de reconocimiento del arte pop por su originalidad vanguardista y conceptual.

 

Esta adaptación cinematográfica de la popular novela del escritor austro alemán Daniel Kehlmann de 2003, Ich und Kaminski, narra con un humor sardónico y cáustico la falta de ética del periodismo, la destrucción de los artistas por parte del sistema regulatorio del arte, la desaparición de un público cultivado y la capacidad transformadora del verdadero arte vanguardista y transgresor como generador de valores y visiones revolucionarios.

 

Sebastian Zöllner (Daniel Brühl), un periodista calculador y megalómano obsesionado con el éxito editorial, desarrolla una fascinación por el excéntrico anciano Manuel Kaminski (Jesper Christensen), un pintor -elogiado en su época por Picasso, Matisse y otros vanguardistas- que llegó a una fama inusitada a través de la difusión de su condición de pintor ciego en la década del sesenta.

 

El escritor, que espera encontrar a un anciano decadente al borde de la muerte manipulado por su entorno de aduladores, se desengaña de todos sus prejuicios y primeras impresiones al secuestrar a Kaminski junto a algunas de sus obras inéditas en una acción absolutamente irracional para poder conocer mejor al pintor y completar así su biografía.

 

Todo lo que Zöllner creía comienza a derrumbarse y los presupuestos de los que partía su obra cambian completamente al conocer mejor al excéntrico pintor ciego. Los entresijos de la biografía se mezclan con una producción estéticamente muy ágil en la que se destaca especialmente la exquisita dirección artística. Ya sea en la introducción con una extraordinaria ensoñación del periodista sobre la salida de su libro tras la muerte de Kaminski o en el comienzo de los ocho capítulos que componen el film, la pintura y la animación juegan un papel clave al crear y transformar las obras pictóricas.

 

Las discusiones sobre las especificidades del arte y su función son algunas de las interesantes características de este anhelado regreso de Wolfgang Becker al formato largometraje. El director convierte de esta forma el proceso de redacción de una biografía en una comedia absurda con una moraleja alegórica sobre las potencialidades del arte en nuestra época. Adiós Lenin, bienvenido Kaminski…