El Libro de Piedra

Un amigo como Hugo

Por Emiliano Fernández

Otra Vuelta de Tuerca (The Turn of the Screw, 1898), la afamada novela de fantasmas del norteamericano Henry James, fue un trabajo literario revolucionario para su época porque evitó las representaciones grotescas, aparatosas o estrafalarias de los espectros, casi siempre apareciendo en el terror gótico decimonónico con un aspecto decididamente monstruoso símil figura amenazante, y ofreció en cambio una alegoría naturalista del más allá en la que la ambigüedad narrativa y el envilecimiento del mundo infantil bajo el halo de los adultos constituyen las reglas excluyentes, ahora mediante una historia en la que un tío y flamante tutor de dos hermanitos huérfanos de la alta burguesía británica, Miles de diez años y Flora de ocho, contrata a una joven institutriz sin nombre conocido para que cuide y críe a los purretes en una casa de campo en Bly, Essex, que está controlada por una ama de llaves, la Señora Grose, lo que derivaba en el descubrimiento por parte de la protagonista de que los niños estaban influenciados -o directamente poseídos- por los espíritus de la institutriz previa, una tal Señorita Jessel que pasó a mejor vida de repente en extrañas circunstancias, y de un empleado del lugar, Peter Quint, sujeto violento y mujeriego que era pareja de la anterior y solía pasar mucho tiempo adoctrinando a los mocosos hasta que falleció una noche de invierno al resbalar borracho sobre el hielo. El célebre final, ese de la aparición de un impasible Quint en una ventana y el exorcismo tácito a instancias de la institutriz que provocaba la muerte de Miles, se convirtió en un emblema de la metamorfosis del realismo del Siglo XIX al relativismo modernista de la centuria siguiente ya que todo el trasfondo de “casa embrujada” del relato tranquilamente podría obedecer a la fantasía de la protagonista o a su descenso nada sutil hacia una demencia condicionada por el comportamiento errático de los nenes, algo a su vez vinculado a la condición de historia en primera persona de Otra Vuelta de Tuerca porque es la institutriz la que narra los hechos vía un antiguo manuscrito.

 

Las interpretaciones cinematográficas del opus de James han sido muchas y van desde las dos más recordadas, Los Inocentes (The Innocents, 1961), obra maestra de Jack Clayton con Deborah Kerr como la institutriz, y su precuela Los que Llegan con la Noche (The Nightcomers, 1971), film muy disfrutable de Michael Winner con Marlon Brando como Quint, hasta una catarata de productos poco interesantes que abarcan la odisea de 1974 de Dan Curtis, la de 1985 de Eloy de la Iglesia, la de 1989 de Graeme Clifford, la de 1992 de Rusty Lemorande, aquella de 1999 de Antoni Aloy, la de 2006 de Donato Rotunno, la de 2009 de Tim Fywell, esa de 2015 de Walter Lima Jr. y la del 2020 de Floria Sigismondi, amén de rarezas como la adaptación primigenia del genial John Frankenheimer de 1959 para Startime (1959-1960), antología de la NBC, y la relectura tangencial de Alejandro Amenábar en ocasión de Los Otros (The Others, 2001), aquella faena con Nicole Kidman y chispazos del primer M. Night Shyamalan. Ahora bien, la mejor reinterpretación más o menos lejana símil Los Otros, por cierto superando por mucho a los exponentes devaluados del fantaterror de Aloy y De la Iglesia, es El Libro de Piedra (1969), segunda obra en el campo del horror del cineasta mexicano Carlos Enrique Taboada luego de Hasta el Viento Tiene Miedo (1968), dos joyas que en décadas siguientes serían sucedidas por las asimismo estupendas Más Negro que la Noche (1975) y Veneno para las Hadas (1986), tetralogía del espanto que prácticamente no tiene parangón en el ámbito latinoamericano aunque tampoco español. El Libro de Piedra recupera el doble motivo central de la institutriz que llega a la mansión de un ricachón y debe lidiar con un purrete muy problemático, hoy una chiquilla llamada Silvia (Lucy Buj), y de una influencia sobrenatural que se nos presenta como ya completa al principio del relato, como si la corrupción moral y/ o humana fuese un proceso consumado ante el cual los adultos poco y nada pueden hacer más que espantarse y sufrir.

 

Julia Septién (la actriz argentina Marga López) es esa ingenua que debe encargarse en una inhóspita mansión campestre de Silvia, hija del millonario industrial Eugenio Ruvalcaba (Joaquín Cordero), un viudo que se volvió a casar con la linda Mariana (Norma Lazareno) y vive con cuatro criados, léase el mayordomo Fabián (Eduardo MacGregor), la sirvienta Herminia (Lilia Castillo) y un matrimonio de veteranos, la cocinera Paulina (Ada Carrasco) y el jardinero Bruno (Manuel Dondé). La institutriz anterior, la Señorita Berta, abandonó el lugar por la faceta tétrica de la “amistad” que la mocosa mantiene con una estatua del jardín de un niño con un libro, al que bautizó Hugo (Jorge Pablo Carrillo) y todos consideran una presencia concreta o un signo de la locura de la muchacha, incluido su padrino y ocasional visitante, Carlos (Aldo Monti), un pintor y escenógrafo de teatro que es el mejor amigo de Eugenio. Hugo, al que Paulina, Bruno y Mariana vieron merodear la casona de noche, según Silvia es el hijo de un poderoso hechicero del pueblo austríaco de Holsteinborg que murió hace 700 años y podrá resucitar cumplido el milenio a condición de que se guarde impoluto su grimorio, el volumen de magia negra, por ello se lo entregó a su vástago y acto seguido los convirtió a ambos en piedra, eje de una serie de situaciones terroríficas como esta vigilancia en penumbras, un camafeo perdido de Julia que reaparece de golpe, un cuasi intento de asesinato en las alturas de una iglesia abandonada, una muñeca de regalo de parte del padrino que parece haber sido usada para martirizar a la madrastra, la muerte repentina de ese ovejero alemán de Carlos que se abalanzó contra la nena, Tiago, la desaparición temporal de la estatua del jardín y hasta la vuelta a la vida de la lagartija mascota de Silvia después de unos ritos diabólicos vía dibujos con sal en el piso. El progenitor y Carlos piden consejo a un etnólogo, el Profesor Marco Esquivias (Rafael Llamas), no obstante la suerte está echada porque la niña pasa al ataque ya que pretenden llevarse la estatua o destruirla.

 

El punto de comparación más claro dentro del horror taboadiano es con Veneno para las Hadas, una fábula macabra aunque realista del dominio de una mocosa que se dice bruja, Verónica (Ana Patricia Rojo), sobre otra crédula y manipulable, la burguesita privilegiada Flavia (Elsa María Gutiérrez), por ello El Libro de Piedra puede leerse como una acepción fantasmagórica y de guerra civil entre críos y adultos de lo que en el film de 1986 es un planteo agnóstico y semi socarrón de un caso de canibalismo conceptual intra rubro infantil, enfatizando que así como los psicópatas abusan de los débiles y de los tontos éstos también pueden contraatacar cuando efectivamente creen las mentiras de sus verdugos, identifican el peligro y eventualmente actúan en consecuencia. Veneno para las Hadas, nueva relectura de Otra Vuelta de Tuerca pero volcando el asunto hacia el bullying ambiguo entre iguales, además está mayormente rodada desde la perspectiva de las nenas mientras que El Libro de Piedra, en cambio, apuesta por el escepticismo de los adultos y su paranoia/ desconfianza hacia la magia negra de los purretes, incluso aquella sugestión psicológica mundana aquí desaparece porque lo importante es la brujería rimbombante y una obsesión perversa con lo aparentemente inanimado y la negación del control paterno, ya sea el directo o el indirecto a través de una institutriz que terceriza el poder social etario. Todo el elenco está muy bien aunque sobresale lo hecho por la perfecta López, aquella Bernarda de Hasta el Viento Tiene Miedo y la Beatriz de Nazarín (1959), de Luis Buñuel, y la infaltable “carne femenina” del cine comercial sexy de la época, aprovechando el destape de los años 60 o repliegue del inmundo puritanismo global, viene de la mano de los personajes de Castillo y Lazareno. Taboada nuevamente se luce en los climas de suspenso como nadie, en los asesinatos de Carlos y Mariana y en ese mítico desenlace de intercambio sobrenatural cuando Silvia toma el lugar de Hugo, cuyos fragmentos yacen en el suelo cortesía de un exaltado Ruvalcaba…

 

El Libro de Piedra (México, 1969)

Dirección y Guión: Carlos Enrique Taboada. Elenco: Marga López, Joaquín Cordero, Norma Lazareno, Aldo Monti, Lucy Buj, Ada Carrasco, Lilia Castillo, Manuel Dondé, Rafael Llamas, Jorge Pablo Carrillo. Producción: Adolfo Grovas. Duración: 100 minutos.

Puntaje: 10