Ya casi nadie lo recuerda pero una de las comedias más exitosas y comentadas de la década del 90 fue Todo o Nada (The Full Monty, 1997), propuesta bastante bizarra alrededor de un grupito de británicos desempleados que organizaban de manera artesanal un espectáculo de striptease masculino semejante a los Chippendales, compañía estadounidense de danza del rubro del erotismo que es muy conocida en el mundillo anglosajón, un film simpático que en esencia alcanzó fama mundial porque escenificaba una fantasía del varón -o tal vez una pesadilla, dependiendo de cada caso- vinculada a tener que desnudarse para sobrevivir. La película en cuestión, fábula obrerista y picaresca encabezada por Robert Carlyle, parecía abrirle al director, Peter Cattaneo, las puertas a un mainstream siempre gustoso de financiar obras a priori baratas como las comedias con un hipotético amplio margen de ganancia, sin embargo el género caería cada vez más en el olvido a lo largo del nuevo milenio debido a un público amargado y una industria adicta a lo estéril o políticamente correcto. Cattaneo, para colmo, luego se aparecería con Golpe de Suerte (Lucky Break, 2001), Sueños Mágicos (Opal Dream, 2006), Un Rockero de Locura (The Rocker, 2008) y Talentos Inesperados (Military Wives, 2019), insólita colección de productos sumamente deslucidos que fueron licuando distintos aspectos de la “fórmula ganadora” de Todo o Nada desde una lógica que se movía entre lo hollywoodense carente de ideas y un sustrato digno del autoexploitation.
Efectivamente toda la carrera del cineasta a posteriori del hit de 1997 -la única salvedad es la también descartable Sueños Mágicos– refritó alguna faceta o latiguillo de su ópera prima aunque sin lograr duplicar aquel éxito de crítica y taquilla, esquema profesional frustrante que lo hizo replegarse hacia su primer amor, la televisión. Lecciones de un Pingüino (The Penguin Lessons, 2024) constituye la primera faena verdaderamente atendible o compleja de Cattaneo desde Todo o Nada y por suerte no tiene nada que ver con aquella porque es una adaptación de las memorias homónimas de 2015 de Tom Michell, un docente británico que entre los años 1976 y 1978 enseñó inglés en St. George’s College, colegio bilingüe de la oligarquía argentina ubicado en Quilmes, en el sudeste del conurbano de Buenos Aires, que reproduce a escala reducida el modelo de los internados del Reino Unido del enclave primario y secundario. La anécdota principal de la vida de Michell, en pantalla interpretado de manera brillante por Steve Coogan, pasa tanto por el contexto histórico, la dictadura cívico militar de impronta genocida, payasesca y endeudadora conocida como Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), como por la convivencia del docente en la misma escuela con un pingüino de Magallanes que se trajo de un viaje de dos jornadas a Punta del Este, Uruguay, donde rescató al animal en una playa empetrolada, para conquistar a una tal Carina (Micaela Breque) que terminó marchándose, sin después poder sacárselo de encima.
Con un guión de Jeff Pope, viejo conocido de Coogan porque ya había escrito algunas de las mejores obras en las que intervino el gran comediante inglés, hablamos de Philomena (2013), de Stephen Frears, Stan & Ollie (2018), de Jon S. Baird, y El Rey Perdido (The Lost King, 2022), otra propuesta de Frears, más allá de la igualmente interesante El Último Verdugo (The Last Hangman, 2005), trabajo de Adrian Shergold con el querido Timothy Spall como Albert Pierrepoint, precisamente uno de los ejecutores más prolíficos del Reino Unido a lo largo de una “carrera” de 25 años, la película fue filmada en España, Argentina y Uruguay y explora en simultáneo el clima de terror generado por el régimen neofascista, el vínculo de Tom con el pingüino, bautizado Juan Salvador por aquella novela de 1970 de Richard Bach, y el riguroso director de St. George’s College, Timothy Buckle (Jonathan Pryce), la amistad que entabla con otros dos empleados, la sirvienta María Álvarez (Vivian El Jaber) y el profesor finlandés de física Tapio (Björn Gustafsson), y en sí su metamorfosis desde la pasividad política hacia la toma de conciencia en materia de los desaparecidos, empezando por la nieta de María, Sofía (Alfonsina Carrocio), una muchacha de 19 años que es secuestrada por los militares por sus contactos con Montoneros, organización guerrillera peronista que ya había sido destruida casi por completo por la Triple A, una mafia terrorista parapolicial de extrema derecha, antes del funesto Golpe de Estado de 1976 en Argentina.
Estructurada a través de binomios conceptuales que siguen muy candentes en nuestros días como por ejemplo fascismo versus militancia socialista, cinismo versus idealismo sincero, egoísmo versus solidaridad, locura genocida versus resistencia y maquiavelismo versus ética de idiosincrasia popular, Lecciones de un Pingüino retrata con eficacia a la dictadura salvaje y neoliberal sirviéndose de pivotes varios en sintonía con el miedo y la indolencia comunal, la inflación, la paranoia de los milicos y la lacra policial, esa desinformación generalizada y por supuesto aquel Terrorismo de Estado especializado en el secuestro, los tormentos, el robo de bebés y una desaparición forzada de personas -sutil eufemismo por asesinato con eliminación del cadáver- que no tiene nada que envidiarle a las huestes del nazismo o sus herederos en el nuevo milenio, Israel y los Estados Unidos. En este sentido la temática de fondo cae en el momento justo en un Siglo XXI lleno de líderes de extrema derecha e imbéciles apáticos en el vulgo que cuidan su campito y no pretenden ayudar ni colaborar con nadie, felices en su burbuja de individualismo ciego. Aquí también queda en primer plano tanto la necesidad de respetar y cuidar a la naturaleza, cada día más en peligro por la avaricia del capitalismo y su tecnofilia, como el influjo sanador y pedagógico de los animales, amén de la amistad más tradicional entre el hombre y la fauna que lo rodea o de la que se hace rodear de modo un tanto mucho atolondrado o impulsivo, como en este caso.
No todo es perfecto ni mucho menos en lo que atañe al film de Cattaneo, como decíamos antes excelentemente actuado por Coogan, Pryce, Gustafsson y la gran intérprete argentina El Jaber, porque este sexto largometraje a veces se siente demasiado extenso en sus 112 minutos de metraje, no pasa de lo políticamente light -en realidad se insinúa aunque no se muestra el horror de las torturas y los asesinatos del Proceso de Reorganización Nacional- y en última instancia puede resultar redundante a más no poder si pensamos al convite como un déjà vu -el pingüino viene de yapa- de La Sociedad de los Poetas Muertos (Dead Poets Society, 1989), de Peter Weir, y de una infinidad de realizaciones semejantes vinculadas a un popurrí de alumnos problemáticos de clase alta que son “salvados” de la estupidez o la intolerancia por un docente y su magia de turno, aquí un amigo emplumado y antifascista. Más allá de que se agradecen la referencia a Monty Python’s Flying Circus (1969-1974), la legendaria serie británica de humor absurdo y surrealista, y la inesperada presencia de una de las mejores canciones de Nick Drake, Northern Sky, correspondiente al segundo álbum del cantautor folk inglés, Bryter Layter (1971), el núcleo de la propuesta sin duda alguna se condice con sus puñetazos melodramáticos como el descubrimiento en el final por parte de Michell del sustrato acaparador de Juan Salvador, cuando encuentra escondido en el baño un puñado de pequeños objetos que fue robando a lo largo del tiempo, y con algunos toques cómicos como las observaciones irónicas del profesor o el detalle de que varios personajes tratan al pingüino como una especie de psicólogo por su carácter de “buen oyente”, léase Tom, María, Tapio e incluso el director del colegio, Buckle. Quizás el mayor punto a favor de la película esté condensado en su ambición discursiva, un poco torpe pero apasionante al fin, y en ese análisis sensato que lleva adelante en torno a la conciencia política del docente importado a una Argentina absolutista que se parece mucho a otros ciclos posteriores de corte especulador y autoritario como los encabezados por Carlos Menem, Mauricio Macri y Javier Milei, pensemos que Michell despierta de su marasmo no sólo al ver el accionar de la dictadura sino también por la propia aceptación del hecho de que el cinismo es sinónimo de abulia hueca si no existe un trasfondo ideológico humanista, algo que el ave impulsa o saca a la luz desde su naturalidad silente y por ello eventualmente comprensiva, desnuda…
Lecciones de un Pingüino (The Penguin Lessons, Reino Unido/ España/ Estados Unidos, 2024)
Dirección: Peter Cattaneo. Guión: Jeff Pope. Elenco: Steve Coogan, Jonathan Pryce, Vivian El Jaber, Björn Gustafsson, Alfonsina Carrocio, Micaela Breque, David Herrero, Aimar Miranda, Nicanor Fernández, Miguel Alejandro Serrano. Producción: Robert Walak, Andrew Noble, Ben Pugh, Adrián Guerra y Rory Aitken. Duración: 112 minutos.