Un humilde y diligente empleado público del Departamento de Alimentación del Ministerio de Agricultura y Silvicultura de Japón con aspiraciones de ascenso social, Tesuo Asai, es el inusual protagonista de esta historia, un hombre de orígenes humildes en un puesto de mando medio, que solo se destaca en su enciclopédico conocimiento de las cuestiones concernientes a su trabajo burocrático. En un viaje laboral a la ciudad portuaria de Kobe acompañando a uno de sus superiores, Asai recibe la inesperada noticia de que su esposa ha fallecido de un ataque cardíaco mientras caminaba por un barrio residencial de Tokio. Intentando mantener la compostura, Asai se excusa con su superior y viaja de regreso a la capital para ponerse al corriente de la tragedia y realizar los trámites necesarios del funeral.
Así comienza Un Lugar Desconocido (1975), una de las novelas más aclamadas de Seicho Matsumoto, el maestro del policial negro japonés, responsable de la popularización de las novelas de detectives en Japón y autor de algunas de las mejores obras del género en su país. Matsumoto supo combinar el policial con el retrato social y psicológico de personajes atravesados por el destierro de los valores tradiciones nipones tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial y la penetración de la cultura norteamericana en las rígidas costumbres del país del sol naciente, cuyo resultado fue un nihilismo que se expresaba en una vida cotidiana cada vez más regida por las urgencias del mercado, la corrupción policial y una obsesión por las novedades llegadas desde Occidente.
En Un Lugar Desconocido Matsumoto se adentra en la gestación y las consecuencias psicológicas del crimen en un sujeto común y corriente, un hombre sin demasiados bríos, que aspira a mejorar su posición social y vive para complacer a sus superiores. La novela realiza un retrato descarnado de la sociedad japonesa de la primera mitad de la década del setenta, aún cincelada por las costumbres de discreción y circunspección a la hora de expresar sus emociones en público, pero cada vez más afectada por la idiosincrasia occidental.
Tras recibir estupefacto la noticia de la muerte de su esposa, Asai poco a poco saldrá de su conmoción inicial para retomar la compostura y comenzar una indagación sobre las inusuales circunstancias en las que su mujer murió, en un negocio de cosméticos en una apartada zona residencial de Tokio en la que abundan los hoteles de citas. Las indagaciones llevan a Asai a sospechar de la fidelidad de su esposa, replanteándose toda la relación. Estos recelos convierten al protagonista en un detective que sigue la pista de la vida secreta de su pareja, Eiko.
A través de los recuerdos de Asai el lector va conociendo a Eiko, una mujer delicada del corazón y con sensibilidad artística, que encuentra en los poemas haiku una bella forma de expresión en la cual depositar su interés. Entre Asai y ella hay familiaridad pero no una pasión, un amor platónico entumecido por anhelos e intereses que se separan cada vez más. Mientras que Asai se vuelca a su meta de ascender en el trabajo, Eiko se aleja cada vez más de su esposo pasando cada vez más tiempo fuera de la casa, tomando clases de canto, pintura y poesía y finalmente cayendo en una relación con un hombre que conoce casualmente en un paseo, amorío que Asai solo descubrirá mucho tiempo después de la muerte de su esposa.
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Seis meses después de sus primeras pesquisas, Asai regresa al lugar donde murió su esposa para descubrir que la tienda de cosméticos y la mansión adjunta que le había llamado la atención se han convertido en un hotel de citas, por lo que contratará a una agencia de investigación para descubrir la verdad sobre una situación que se le revela enigmática. Atando los cabos sueltos Asai encontrará lo que buscaba, un supuesto amante a quien culpar de la muerte de su esposa, un hombre en quien depositar el odio.
Matsumoto trabaja magistralmente los devaneos detectivescos de la mente de su protagonista, un improvisado investigador impulsado por los celos, el orgullo y la necesidad de encontrar algo que lo salve de la patética y confortable vida de burócrata ministerial en la que se ha sumido. La obsesión por enfrentar a los que lo han engañado lo lleva a tomar decisiones que lo conducirán hacia un terrible crimen que afectará toda la vida.
El autor de El Expreso de Tokio (1957) disecciona las miserias de su protagonista, un empleado público japonés de principios de la década del setenta, laborioso y servil, que se ha labrado un futuro promisorio con gran esfuerzo, un hombre reservado y moderado pero temeroso de perderlo todo, que con sus acciones entrará en una espiral obsesiva y autodestructiva que lo conducirá hacia la paranoia absoluta.
La obcecación por la investigación sobre la muerte de su esposa ocupa aquí el lugar del hobby o la actividad fuera del horario laboral. La pesquisa de Asai no tiene mucho que ver con el develamiento de la verdad, sino más bien con un ajuste de cuentas con el amor propio, con una jactancia herida, pero también con la búsqueda de una aventura que lo saque de la rutina y lo haga sentirse importante y relevante en un mundo que lo relega a un segundo plano, una forma de hacer justicia con su lugar en el mundo, con el rol en el que su esposa, la sociedad y su trabajo lo han colocado.
En este sentido, la burocracia y el sistema elitista de selección de directores, que le impide sobrepasar su rol de jefe de sección a pesar de sus conocimientos, presiona sobre la frustración de un hombre que ha llegado a la conclusión de que es inútil sublevarse contra la aquiescencia de un sistema de castas que oprime el progreso de la meritocracia. El rencor acumulado ante la impotencia de esta situación se posa sobre su rival, única persona a la que puede humillar, un clásico ejemplo de sublimación de las frustraciones cotidianas.
En este policial clásico de un hombre común empujado al crimen, Matsumoto analiza con naturalidad y maestría literaria los detalles de la psicología de su protagonista, imponiendo una familiaridad sobre toda su forma de pensar y actuar para llevar al lector hacia lo impensable, a la vez que expone cómo las transformaciones del entorno influyen sobre la forma en la que los personajes perciben el mundo, poniendo en relieve las nuevas formas de concebir el sexo y las relaciones amorosas, las transformaciones urbanas de Tokio para los Juegos Olímpicos de 1964 y hasta la comparación entre los retratos urbanos realistas prebélicos del pintor japonés Ryusei Kishida y los nuevos horizontes metropolitanos abiertos por las políticas de urbanización, el tren bala y la tecnología de punta japonesa.
Con una gran agudeza sobre la condición humana y ofreciendo información a cuentagotas al lector, Matsumoto piensa hasta donde está dispuesta a llegar una persona si es empujada por las circunstancias, si pierde el eje de su vida, si se embarca en un viaje sin retorno, con unos planes que no resultan y terminan catastróficamente, combinando la caracterización del protagonista con la situación política y social de Japón, la recesión, los cambios legislativos en las políticas de cultivos, la asimilación de la cultura norteamericana y la obsesión de la prensa con las curiosidades y las constantes novedades importadas como coordenadas alrededor de las cuales gira la vida urbana japonesa.
Un Lugar Desconocido, de Seicho Matsumoto, fue publicada por primera vez en español por la editorial española Libros del Asteroide, con una traducción directa del japonés de Marina Bornas. La novela es la tercera obra del autor publicada por la editorial, que ya había editado El Expreso de Tokio y La Chica de Kyishu, dos de los opus más elogiados por la crítica literaria de un escritor que comenzó a escribir después de los cuarenta años y fue un autor prolífico, autodidacta, un creador de tramas absorbentes y adictivas que logró encontrar el equilibrio entre la idiosincrasia japonesa y las novelas de detectives que tanto amaba, de las que se convirtió en un verdadero faro para los escritores de la siguiente generación.
Un Lugar Desconocido, de Seicho Matsumoto, Libros del Asteroide, 2022.