Desde la consolidación de las políticas neoliberales a fines del Siglo XX, Iberoamérica ha hecho de la descoordinación su política, lo que se resiente a nivel de la promoción literaria de sus nuevos autores, muy pronunciada si se la compara con la coherencia de la Comunidad Europea y la angloparlante, plenas en programas de difusión y traducción, que en Iberoamérica han retrocedido de manera paulatina. Esto ocurre en parte por la falta de políticas públicas regionales, pero también por la concentración editorial, la búsqueda del éxito pasajero y la preponderancia de la promoción de autores activos en las redes sociales, dejando a las editoriales independientes la apuesta por nuevos autores e incluso la difusión de escritores cuyas voces empiezan a resonar en los lectores, como es el caso de Amaury Colmenares, el reciente ganador de la primera convocatoria del Premio Hispanoamericano de Narrativa Las Yubartas, seleccionado unánimemente por un jurado constituido por los editores de diez editoriales independientes de habla hispana, Laguna Libros (Colombia), Hueders (Chile), Pesopluma (Perú), Sigilo (Argentina), Dum Dum (Bolivia), Severo (Ecuador), HUM (Uruguay), Las Afueras (España), Antílope (México) y Chatos Inhumanos (Estados Unidos).
Precisamente, la idea del premio otorgado a Acequia (2024), de Colmenares, es promover la unidad del ecosistema literario independiente hispano parlante, señalando la necesidad de difundir nuevas voces, lo que en definitiva se tradujo en que las diez editoriales publicaron en cada uno de sus países el libro seleccionado en la Feria del Libro de Nueva York de 2024, un comienzo prometedor para un premio que ya da que hablar desde su primera edición con una obra experimental de gran calidad literaria.
Con una estructura narrativa de mosaico digna de los mejores cuentos de Jorge Luis Borges y La Vida Instrucciones de Uso (La vie mode d’emploi, 1978), la obra magna del escritor experimental francés Georges Perec, y un estilo irónico mexicano deudor de la literatura de Jorge Ibargüengoitia, Colmenares crea en Acequia una obra sobre una ciudad a la vez real y mítica, Cuernavaca, una de las urbes más pobres de México, pero que a la vez tiene la canasta básica más cara a nivel nacional por su prominente comunidad de millonarios. Llena de discretas curvas empinadas, signada por las radicales transformaciones experimentadas desde su fundación en el Siglo XIII por la civilización tlahuica hasta el auge de sus ingenios azucareros en el Siglo XIX y las consecuencias de la Revolución Mexicana, Cuernavaca es una ciudad de contrastes sorprendentes, que en la prosa de Colmenares se vuelve fantástica y asombrosa.
Colmenares crea en Acequia una obra surrealista, donde la realidad ha sido trastocada por otra dimensión, la de lo inhóspito y lo inesperado. El éxito de una fábrica de hielo es el puntapié inicial para la construcción de la red de tuberías que proveen de agua potable a Cuernavaca, lo que se relaciona con la posterior desaparición de un niño, que a su vez es la causa de la creación de un orfanato que se convierte en una de las instituciones más importantes de la ciudad. Un director filma una obra experimental que retrata las reacciones de los turistas ante situaciones extrañas, un humorista escondido de la prensa desde hace años quiere editar un libro antes de encarar una acción extrema, un hombre apodado El Vampiro por la coloración gris de su piel crea laberintos de espejos, una editorial que embauca y sorprende a sus lectores intenta posicionarse con un algoritmo. Acequia combina todas estas historias, las entrelaza de forma maravillosa y las sitúa en Cuernavaca, una ciudad que parece girar alrededor del estudio de abogados Ahorcado & Paniagua y de uno de sus principales empleados, el Licenciado Aguas.
Mientras el estudio jurídico Ahorcado & Paniagua parece no dar abasto con el trabajo legal que la ciudad genera, un comediante abandona los escenarios en su mejor momento para dedicarse al ostracismo y a intentar borrar todo indicio de su existencia. Un niño perdido descubre una red de túneles en los que se sumerge junto a su perro para salir casi un siglo después, un descendiente del emperador azteca Moctezuma II se dedica a atesorar libros e irreproducibles cintas de nitrato y mujeres que minan datos y venden ropa de segunda mano traída de China y Malasia para poder ingresar el dinero de su oficio informático se unen a una escritora y editora con las mismas iniciales de Jorge Luis Borges, quien engaña a sus lectores publicando libros con sus iniciales en un emprendimiento editorial. Estos son algunos de los hilos que parecen desconectados, pero que están inextricablemente unidos.
El carácter inasible del objeto libro y una película vanguardista prohibida y confiscada son parte de un intento de conectar la realidad con el vacío que la rodea, generando a nivel literario lo mismo que cada uno de estos personajes en su laberinto de espejos, en una operación artística cautivante de estilo irreverente que utiliza el humor y los traumas de la ciudad y sus habitantes para buscar un sentido transcendental a lo inexplicable a través de la literatura.
Colmenares construye con maestría la historia de Cuernavaca a partir de anécdotas entretejidas que a través de las acequias que recorren la ciudad siempre conducen al mismo lugar, creando un relato fractal con el laberinto de espejos de El Vampiro en el centro de la historia, como una reproducción de las cuevas que de niño lo tuvieron en trance durante años, para concebir una máquina onírica que funciona parcialmente debido a las averías producto de la desidia y el paso del tiempo, tras la muerte de su creador.
Esta es una novela de párrafos y oraciones perfectas cortadas para confundir que extravía al lector a través de los hilos subterráneos que recorren la trama, desviándola de su cauce, precisamente como en un laberinto, para sorprender al lector en cada rincón conduciendo la escritura por una metrópoli engañosa, llena de misterios y equívocos, y para construir una obra tan atrapante como elusiva que conecta mundos en apariencia separados, las dimensiones de lo que fuimos, somos y podemos llegar a ser.
Colmenares, escritor nacido en la Ciudad de México, radicado en Cuernavaca, que ya había ganado el XIV Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano 2019, por su novela Grimorio (2023), publicada de hecho recién cuatro años después por la Universidad Autónoma Metropolitana, también es un gran impulsor de eventos culturales en Cuernavaca junto a su colectivo artístico, Ruina Tropical, que promueve bailes multitudinarios, exposiciones efímeras en edificios abandonados y proyecciones de cine en balnearios. Con Acequia, novela imperdible publicada en Argentina por la editorial Sigilo con un arte de tapa de Daniel Bolívar en base a una obra de Cisco Jiménez que discute sobre la relación y la tensión entre el arte antes y después de la subyugación de las civilizaciones precolombinas, explorando los contrastes y las contradicciones de la cultura y sociedad latinoamericana, Colmenares ofrece una obra que premia al lector y parece no tener una trama pero por supuesto la tiene y es fascinante, siempre fundiendo la magia, el humor, la ciudad y la literatura para dejar una impresión imborrable.
Acequia, de Amaury Colmenares, Sigilo, 2024.