Roma a Mano Armada (Roma a Mano Armata)

Un kamikaze de la violencia estatal

Por Emiliano Fernández

Gran parte del poliziottesco de los años 70, uno de los tres géneros del cine italiano de la época que más han sobrevivido en la memoria popular junto con el giallo y el spaghetti western, estaba centrado en los pivotes fundamentales del film noir, léase el oficial de la ley, el criminal y el ciudadano común y corriente, tríptico alrededor del cual se desarrollaba una serie de obsesiones temáticas y formales persistentes como la violencia exacerbada, la ambigüedad a escala moral, la lucha entre extrema izquierda y extrema derecha, el fetiche de los secuestros y sobre todo los asaltos bancarios, la ausencia de corrección política o ese tiste puritanismo sexual/ cultural/ social hollywoodense, las repetidas idas y vueltas de los personajes a nivel anímico, una idiosincrasia general que combinaba el documentalismo y el folletín citadino polirubro, la intervención esporádica de la mafia y finalmente una narración casi siempre vertiginosa aunque no necesariamente en materia de las escenas de acción constantes en sí sino también en lo referido a la pirotecnia verbal e insultos varios, además de ingredientes específicos tomados del acervo estadounidense del momento como por ejemplo las persecuciones automovilísticas de Bullitt (1968), de Peter Yates, Contacto en Francia (The French Connection, 1971), joya de William Friedkin, y El Escuadrón Implacable (The Seven-Ups, 1973), de Philip D’Antoni, y el apego para con el vigilantismo desaforado modelo Harry, el Sucio (Dirty Harry, 1971), de Don Siegel, y El Vengador Anónimo (Death Wish, 1974), de Michael Winner. La impronta caótica del poliziottesco era un reflejo algo literal de los Años de Plomo en Italia (1968-1988), un enfrentamiento entre grupos paramilitares de izquierda y derecha, el gobierno de la Democracia Cristiana, las fuerzas de represión pública y las distintas ramas o “territorios” de la mafia, como la Cosa Nostra de Sicilia, la ‘Ndrangheta de Calabria y la Camorra de Campania, todas facciones que contaron con un margen holgado de impunidad según la etapa histórica considerada.

 

Si bien la violencia política y los atentados en general continuaron hasta fines de los 80, el nerviosismo social comienza a disiparse en las postrimerías de la década previa cuando se llega al cenit mediante dos acometidas que le ganan a la izquierda y la derecha el desprecio del pueblo, hablamos por supuesto del secuestro y asesinato en 1978 del ex primer ministro Aldo Moro, movida contra la Democracia Cristiana por parte de las Brigadas Rojas, y la Masacre de Bolonia de 1980, léase la destrucción de la estación de trenes de la metrópoli con explosivos cual operación de “falsa bandera” en la que la organización neofascista Núcleos Armados Revolucionarios (Nuclei Armati Rivoluzionari) pretendía culpar a la izquierda por el atentado, una locura total en la que participaron miembros del gobierno y murieron 85 personas y que formó parte de la denominada “estrategia de la tensión”, una especie de táctica de manipulación de la opinión pública que fue muy común durante la Guerra Fría y que se sigue utilizando en Occidente en el Siglo XXI mediante la apología de los rumores, el pánico, la desinformación, la propaganda y los chivos expiatorios más burdos. Tal fue el nivel del conflicto social en Italia, amén de la influencia cultural tantas veces sobredimensionada del cine hollywoodense de derecha, que el poliziottesco dominó la cartelera local durante la década y generó una enorme cantidad de películas a instancias de directores que saltaban sistemáticamente de género en género buscando el éxito/ moda comercial del momento, siendo uno de los más prolíficos Umberto Lenzi, quien aparte de su obra maestra del rubro, Casi Humano (Milano Odia: La Polizia non Può Sparare, 1974), nos legó otros nueve films entre los que sin duda se destacan Roma a Mano Armada (Roma a Mano Armata, 1976), Nápoles Violenta (Napoli Violenta, 1976) y El Cínico, el Infame y el Violento (Il Cinico, l’Infame, il Violento, 1977), todas protagonizadas por los dos actores fetiche de aquella fase de la carrera de Lenzi, los geniales Maurizio Merli y Tomas Milian.

 

Roma a Mano Armada en especial es recordada no sólo por su excelente calidad y por un andamiaje retórico fundamentalmente episódico, algo no tan raro en el poliziottesco aunque aquí llevado al extremo, sino también debido al hecho de que constituyó el puntapié inicial para la saga de Tanzi/ Moretto/ Monnezza, tres personajes que dominaron cinco propuestas, el primero un inspector en la piel de Merli y los otros dos unos delincuentes salvajones a cargo de Milian, franquicia que se completa con El Asesino y el Policía (Il Trucido e lo Sbirro, 1976), la mencionada El Cínico, el Infame y el Violento, La Banda del Asesino (La Banda del Trucido, 1977) y La Pandilla del Jorobado (La Banda del Gobbo, 1978), todas dirigidas por Lenzi salvo La Banda del Asesino, de Stelvio Massi, por lejos el eslabón más flojo. Aquí Leonardo Tanzi, jefazo de la policía romana que suele trabajar con el inspector Francesco Caputo (Giampiero Albertini), está súper obsesionado con apresar a Emmanuel Dominique Ferrender, capo del sindicato criminal de Marsella que asimismo controla el hampa de la capital italiana, y su cruel lugarteniente Savelli (Biagio Pelligra), un manco escurridizo especializado en el robo de bancos al que Tanzi pretende hallar acosando a su cuñado Vincenzo Moretto, un jorobado grotesco que utiliza su trabajo en un frigorífico como tapadera para sus múltiples actividades criminales, por ello el despiadado inspector le planta droga en su coche, lo arresta y lo golpea en la comisaría para que entregue a Savelli, generando un intento de suicidio en un baño que a su vez provoca la liberación de Moretto y la transferencia de Leonardo a tareas burocráticas por brutalidad policial, cortesía de su superior quejoso Ruini (el actor norteamericano Arthur Kennedy). Pronto tres secuaces del jorobado secuestran en venganza a la novia del policía, Anna (Maria Rosaria Omaggio), amenazan con ingresarla a una trituradora de metal y le entregan una bala para su pareja, quien luego se la hace tragar a Moretto frente a su hermana, Sandra (Alessandra Cardini).

 

La trama furiosa aunque lineal de la primera mitad de Roma a Mano Armada enloquece en la segunda parte, el segmento más festejado por los fanáticos del poliziottesco, andanada de delirios fascinantes que pueden ser homologados a una montaña rusa del policial hardcore, serie gloriosa que abarca la golpiza de un proletario y la violación de su novia por parte de un grupito de cinco burgueses de mierda, la recordada escaramuza en el bar entre Tanzi y los responsables, la reglamentaria y fatal persecución automovilística subsiguiente, aquella relación abusiva entre el narcotraficante Tony Parenzo (Ivan Rassimov) y la adolescente Marta Assante (Gabriella Lepori), el asesinato de esta última vía sobredosis, el sorpresivo ataque a una ninfa cualquiera al costado de una ruta que termina siendo arrastrada por un ladrón en moto, el homicidio de un reducidor de joyas a instancias del jorobado, la paliza a Parenzo y su ejecución justo cuando estaba por revelarle a Tanzi el paradero de Ferrender, la persecución callejera detrás de un Moretto que se adueñó de una ambulancia y desde ya el exquisito episodio de la toma de rehenes en un asalto bancario por parte de Savelli y dos cómplices, todo resuelto por un Leonardo que los sorprende desde los conductos del aire acondicionado anticipando al John McClane (Bruce Willis) de Duro de Matar (Die Hard, 1988), epopeya de John McTiernan. Lenzi, muchas veces confinado por la prensa ignorante a sus incursiones en el giallo, el terror, el erotismo y las faenas de caníbales, hoy aprovecha la maravillosa música de Franco Micalizzi, la fotografía siempre precisa de Federico Zanni y la edición algo hiperbólica de Daniele Alabiso para crear una odisea que se engloba en su catarata exploitation de los años 70, su cumbre artística, y que todo el tiempo contrapone al neofascista Tanzi, un “kamikaze de la violencia estatal” como lo llama Anna, una jueza de menores, con el garantismo de la mujer, ejemplo del “exceso de humanidad” de los maricas del gobierno, todo mientras la criminalidad profesional y marginal se ubica en el medio…

 

Roma a Mano Armada (Roma a Mano Armata, Italia, 1976)

Dirección: Umberto Lenzi. Guión: Umberto Lenzi y Dardano Sacchetti. Elenco: Maurizio Merli, Tomas Milian, Maria Rosaria Omaggio, Arthur Kennedy, Giampiero Albertini, Ivan Rassimov, Biagio Pelligra, Luciano Pigozzi, Luciano Catenacci, Gabriella Lepori. Producción: Luciano Martino y Mino Loy. Duración: 94 minutos.

Puntaje: 9