The Killer

Un monje sin Dios

Por Emiliano Fernández

The Killer (Dip Huet Seung Hung, 1989), de John Woo, rankea sin problemas como una de las mejores realizaciones de finales del Siglo XX porque supo ofrecernos la acepción más enérgica e imaginativa posible de dos de los pilares fundamentales de la carrera del cineasta chino/ hongkonés, hablamos desde ya del “gun fu”, léase la combinación de artes marciales y armas de fuego equiparables a los antiguos cuchillos y espadas, y la denominada Matanza Heroica/ Heroic Bloodshed, subgénero del policial negro y el cine de acción de Hong Kong que precisamente enmarca las carreras de Woo y la otra figura crucial del período circa las postrimerías de los 80 y los comienzos de los 90, Ringo Lam, ya que los géneros citados solían amalgamarse con un melodrama tan pomposo como fascinante que a su vez remitía a las verdaderas fuentes de todo el asunto, especialmente la elegancia y las preocupaciones en cuanto al honor de Jean-Pierre Melville, aquel wuxia moderno de King Hu y las masacres sosegadas de gente como Sam Peckinpah y Sergio Leone. La película, muy influyente en todo el globo a partir de la apropiación cultural de siempre de parte de Hollywood durante la década del 90, estaba protagonizada por el actor fetiche de Woo y Lam, Chow Yun-fat, quien componía a un asesino a sueldo, Ah Jong alias Jeffrey alias Mickey Mouse, que pretendía devolverle la vista a una cantante que había quedado ciega por accidente durante uno de sus “trabajitos”, Jennie (Sally Yeh), todo en medio de más problemas de conciencia de un amigo que lo traicionó, Fung Sei (Chu Kong), y del insistente acoso de un oficial de la ley de impronta marginal, Li Ying (Danny Lee), y de un “cliente” y capomafia feroz que lo quería muerto por haberse dejado ver en otro asesinato, Hay Wong Hoi (Shing Fui-on).

 

Parte constituyente de la etapa de gloria creativa de Woo, aquella que se completa con A Better Tomorrow (Ying Hung Boon Sik, 1986), A Better Tomorrow II (Ying Hung Boon Sik II, 1987), Bullet in the Head (Dip Huet Gai Tau, 1990), esa Once a Thief (Chung Hang Sei Hoi, 1991) y Hard Boiled (Lat Sau San Taam, 1992), el éxito internacional de The Killer le abrió al realizador las puertas de un mainstream yanqui en el que se dedicaría a filmar una colección de películas más o menos fallidas entre las que sólo se destaca Contracara (Face/ Off, 1997), exilio que se corta con un regreso tardío a Asia para rodar la épica histórica Red Cliff (Chi Bi, 2008) y su secuela del 2009, de hecho lo único potable que entregaría en esa fase que parecía “definitiva”, ya de cierre profesional. La vida siempre da sorpresas -pero no de las satisfactorias, vale aclarar- y desde hace unos añitos el director parece que por fin descubrió que sus fanáticos de todo el globo lo que quieren es una vuelta a las raíces, a la Matanza Heroica de antaño modelo Chow Yun-fat, por ello luego de trabajos mediocres, como el wuxia Reign of Assassins (Jian Yu, 2010) y otra épica en dos partes, The Crossing (2014) y The Crossing 2 (2015), ya acumula tres propuestas seguidas en las que intenta regresar sin éxito a los años del gun fu, nos referimos a Manhunt (Zhui Bu, 2017), remake de aquel thriller homónimo de falso culpable de 1976 del japonés Junya Satô, Silent Night (2023), retorno muy innecesario a Hollywood de la mano de una odisea de venganza casi muda/ sin diálogos, y The Killer (2024), segunda propuesta al hilo en inglés aunque rodada en París y efectivamente ahora pretendiendo reversionar el neoclásico sublime de 1989 para el servicio de streaming Peacock, el canal oficial de todo el contenido de Universal Studios.

 

El film, un proyecto que viene arrastrándose desde principios de los años 90 y que estuvo al mando de directores como Walter Hill y John H. Lee, limita aquella violencia extasiada e introduce una retahíla de cambios que no suman nada a la experiencia cinematográfica: el asesino hoy es una mujer, Zee (la eficiente Nathalie Emmanuel), el policía pasa a ser negro, Sey (Omar Sy), el amigo con dilemas éticos ahora muta en un villano pérfido y celoso, Finn (Sam Worthington), y finalmente la cieguita no es tan inocente porque aquí ayuda a robar un cargamento de cien kilos de heroína valuado en la friolera de 75 millones de euros, Jenn (Diana Silvers), verdadero núcleo de esta caper/ película de atracos tácita ya que el marco ideológico oriental brilla por su ausencia, aquella fraternidad masculina que se mezclaba con el culto al honor, la valentía y la amistad porque los contratos o pactos reclaman ser respetados. El capomafia está dividido en dos, el caricaturesco Jules Gobert (Eric Cantona), gran mandamás de los sindicatos delictivos vernáculos, y el Príncipe Majeb Bin Faheem (Saïd Taghmaoui), árabe que se encarga de la importación/ exportación de la droga y sufre el robo de turno a manos de secuaces de Finn, la mano derecha de un Gobert que también trabaja con el musulmán. Zee nuevamente provoca sin querer la ceguera de la vocalista Jenn en una carnicería en un club nocturno sin darse cuenta de que está siendo utilizada por su manejador/ mentor, la criatura malévola de Worthington, para eliminar toda prueba de su traición al jefazo de los bajos fondos de Francia, todo mientras Sey, un oficial incorruptible, le pisa los talones y desarrolla una amistad con ella porque el convite por lo menos recupera esa idea de siempre de Woo vinculada a la homologación entre los policías y los criminales.

 

Con menos escenas de acción y un tanto mediocres, un gore con cuentagotas o vía CGIs gratuitos, una edición que baja la intensidad o se aleja de lo adrenalínico/ furioso de los 80, un exceso de flashbacks y de palabrerío en general, un fetiche remozado con la pantalla dividida, el regreso de las cámaras lentas aunque sin la poesía de otras épocas y la vuelta de marcas registradas varias en sintonía con la ristra de balas para cargar los revólveres, eso de patear alguna que otra mesa para conseguir el arma en cuestión o el hecho de siempre dejar una bala en la recámara para el enemigo o para uno mismo, la película cae en los problemas de la otra autoremake anglosajona baladí del cineasta, la televisiva Once a Thief (1996), y sinceramente se parece a lo que sería una reinterpretación de Luc Besson de The Killer en consonancia con una típica situación cultural paradójica, porque el francés es un discípulo del asiático y este último hoy retoma en piloto automático cosas propias mientras se acerca peligrosamente al espíritu más genérico/ intercambiable del thriller de acción bessoniano de su compañía histórica, EuropaCorp, de allí que la culpa como motor del relato ya no esté unificada al código de caballería -símil el bushidô nipón- sino al caper de robo de heroína y a una noción un tanto ridícula de “hermanita muerta”, ahora con Jenn recordándole a Zee una hermana ignota que no pudo salvar sin mayores precisiones por parte del escuálido guión de Brian Helgeland, Josh Campbell y Matt Stuecken, escrito a partir del original de Woo. Aquí se extraña muchísimo el honor inflado, las secuencias de acción magistrales y el melodrama cursi de 1989 porque la potencia retórica residía en lo humano inmaterial y no en los latiguillos que este Woo ajado de 77 años pretende recuperar de manera burda, como por ejemplo las palomas, la imaginería cristiana y los intercambios verbales socarrones en medio de diversos duelos a la mexicana. Por suerte las actuaciones son muy buenas, la protagonista no es lesbiana o algo así -hipotética corrección política exacerbada mediante- y en la trama se aprovecha el trasfondo de Zee como “un monje sin Dios” que encuentra una causa para autoflagelarse o redimirse siguiendo los pasos de Jef Costello (Alain Delon) en El Samurái (Le Samouraï, 1967), la joya eterna de Melville, sin embargo el final feliz resulta muy indigno de su homólogo de los 80, un verdadero cataclismo emocional cruzado que llevaba a la gesta al campo del folletín y se equiparaba a ese ballet de la muerte previo que en esta relectura innecesaria y muy olvidable tampoco obtiene un sustituto valedero…

 

The Killer (Estados Unidos/ Canadá/ Corea del Sur, 2024)

Dirección: John Woo. Guión: Brian Helgeland, Josh Campbell y Matt Stuecken. Elenco: Nathalie Emmanuel, Omar Sy, Sam Worthington, Diana Silvers, Saïd Taghmaoui, Eric Cantona, Angeles Woo, Tchéky Karyo, Hugo Diego García, Grégory Montel. Producción: John Woo, Lori Tilkin, Charles Roven y Alex Gartner. Duración: 126 minutos.

Puntaje: 5