Downton Abbey: El Gran Final (Downton Abbey: The Grand Finale)

Un nuevo compás moral

Por Martín Chiavarino

De la mano de la tercera y última película, la franquicia británica creada por Julian Fellowes llega a su fin a diez años de su última temporada o eso parece anunciar el terminante título Downton Abbey: El Gran Final (Downton Abbey: The Grand Finale, 2025). Lo primero que llama la atención es cómo una serie británica sobre la aristocracia de principios del Siglo XX tuvo un éxito tan extendido por todo el mundo con una historia que romantiza la elite inglesa, aunque no sin críticas mordaces brillantemente incrustadas en su corazón y una ambientación tan exquisita como esmerada, en la que todo ese funcionamiento social parece moverse inexorablemente hacia la obsolescencia.

 

En esta narración sobre una de las clases sociales menos propensas al cambio en uno de los países más tradicionalistas, que tiene precisamente una Constitución en parte consuetudinaria en lugar de una Constitución escrita, todo comienza con un musical en el Richmond Theatre de Londres, donde se presenta una popular opereta, Bitter Sweet, de Noël Coward, que estuvo en cartel entre 1929 y 1931 en Londres y Nueva York.

 

Los tiempos cambian y para los protagonistas de Downton Abbey la década del treinta les depara decisiones otrora impensables. La inocente e inexperta Daisy (Sophie McShera), de la primera temporada, ahora está a punto de convertirse en la cocinera del castillo de la familia Grantham con el retiro luego de cincuenta años de servicio de la Señora Patmore (Lesley Nicol), ahora casada con el Señor Mason (Paul Copley), un agricultor que alquila una de las cabañas de la familia Grantham. Lady Mary (Michelle Dockery), que se ha divorciado de Henry, cuestión que ha suscitado una gran conmoción en las altas esferas aristocráticas inglesas, ha heredado la fortuna de Violet, la condesa de Grantham (Maggie Smith), y a su padre, Lord Robert Grantham (Hugh Bonneville), le cuesta aceptar que su tiempo ha pasado y que para que la familia prospere en esta nueva época se necesita una nueva visión.

 

El crack de la bolsa en Estados Unidos y el colapso de los negocios familiares conducen a Harold (Paul Giamatti), el hermano de Cora (Elizabeth McGovern), a visitar Downton Abbey con las malas noticias bajo el brazo junto a su socio, Gus Sambruck (Alessandro Nivola). La Crisis del 29 y las malas decisiones le han hecho perder gran parte de la fortuna de la familia, pero su socio, que seduce a Mary con una gran cantidad del cóctel Old Fashioned, tiene un plan para salvarla.

 

La sociedad ya no es la misma y ahora es Lord Grantham el que le pide consejo a su ex mayordomo, el Señor Carson (Jim Carter), que no puede quedarse quieto y acude cada tanto a Downton Abbey para hacerle recomendaciones no solicitadas a su reemplazante, el joven Andy Parker (Michael Fox), que se ha casado con Daisy. Anna (Joanne Froggatt), la sirvienta de Mary, está esperando a su segundo hijo junto a su marido, el Señor Bates (Brendan Coyle). Isobel (Penelope Wilton), la madre de Matthew (Dan Stevens), el primer marido de Mary fallecido en un accidente automovilístico, que se ha casado con Lord Merton (Douglas Reith), ha quedado a cargo de la feria del condado después de la muerte de Violet y plantea introducir muchos cambios que sacan de quicio al director del proyecto, Sir Hector Moreland (Simon Russell Beale), como incluir a Daisy y el Señor Carson en la junta organizativa. La Señora Hughes (Phyllis Logan) alienta a Daisy a sumarse a la organización, lo que le ayudará a mejorar su argumentación y probablemente algún día le dará las herramientas para abandonar el servicio.

 

Ante la negativa de la mayoría de los aristócratas vernáculos a acudir a Downton Abbey a cenar debido a la caída en deshonra de Mary, Edith (Laura Carmichael), su hermana desde hace ya tiempo casada con Bertie Hexham (Harry Hadden-Paton), se le ocurre una gran idea, invitar al famoso actor Guy Dexter (Dominic West), que está en pareja junto al antiguo mayordomo homosexual de Downton Abbey, Thomas (Robert James-Collier), y al famoso director teatral Noël Coward (Arty Froushan), proyectando que la nueva compañía de los Grantham hará cambiar de opinión a los evasivos nobles locales. Las sirvientas, Anna y la Señorita Baxter (Raquel Cassidy), son las encargadas de hacer correr la voz entre la servidumbre para que la información llegue a sus empleadores. Para el Señor Molesley (Kevin Doyle), la pareja de la Señorita Baxter y antiguo mayordomo de Downton Abbey que ahora escribe guiones para películas, esto significa la oportunidad de entablar contacto con un peso pesado del teatro inglés que lo puede ayudar en su carrera. Tom (Allen Leech) también regresa con su hija, Sybbie (Fifi Hart), para aconsejar a Robert y Mary.

 

Estas innumerables tramas que se entrelazan unas con otras son el corazón de Downton Abbey, de la campiña inglesa y de toda la historia de los Siglos XIX y XX de Inglaterra, aquí condensadas en forma de película para darle un cierre a la saga. Compuesto por la serie y los tres films que la continuaron, Downton Abbey es un trabajo de recreación sociológica muy preciso, tanto respecto de las formas y el uso del idioma por parte de todas las clases sociales como en lo que atañe a los distintos tópicos que trata alrededor de la última época de oro de la nobleza británica. El gran final de Downton Abbey corona los cambios sociales que la serie y las películas anteriores habían trabajado maravillosamente respecto de la transformación de las tradiciones y las nuevas formas de ascenso social, así como el retroceso de la aristocracia en la organización colectiva, la timorata aceptación de la homosexualidad y la posibilidad del divorcio por parte de las generaciones más jóvenes e incluso las nuevas estafas, que por supuesto involucran a un banco argentino, y los negocios en ciernes que se abren con ese nuevo mundo nacido del colapso de la bolsa de Nueva York.

 

Otro de los grandes aciertos de Downton Abbey es el lugar de la mujer. En la patriarcal sociedad británica las mujeres son las que toman realmente las decisiones, las que tejen el entramado comunal, las que tras bambalinas hacen el mundo girar mientras los hombres se regodean en sus tertulias creyendo que son los que controlan el asunto. La música orquestal minimalista de John Lunn, que sigue los mismos lineamientos que la serie y las películas anteriores, es también una de las grandes protagonistas de esta historia nuevamente dirigida por Simon Curtis al igual que el film anterior, Downton Abbey: Una Nueva Era (Downton Abbey: A New Era, 2022), el cual reemplazó a Michael Engler, que había sido el encargado de la dirección de la primera película, Downton Abbey (2019).

 

Con un final tan emotivo como cautivante que homenajea a todos los personajes que pasaron por la serie pero especialmente a Maggie Smith, la gran alma de todo el derrotero con sus comentarios irónicos y sus sabias y pertinentes anécdotas, Downton Abbey: El Gran Final completa un camino que reconstruye el periplo de las grandes casas inglesas, en particular de la región de Yorkshire, al norte del país, con su particular edición de escenas breves, perfectas, cortadas en el momento justo para dejar un punto en claro y producir un impacto en el espectador.

 

Una de las lecciones más importantes que siempre deja Fellowes en su obra es que siempre hay algo para aprender y que a veces se debe dejar de lado la soberbia para escuchar a los demás, algo que por ejemplo Molesley entiende en su conversación con Noël Coward acerca de la relación entre actores y guionistas, o que Harold comprende finalmente con su breve pero intensa estadía en Downton Abbey, entre la añoranza por el pasado y las diferencias entre la pujanza de Estados Unidos y las anquilosadas tradiciones inglesas.

 

Aquí se destaca el comienzo de un desenlace que se veía venir, con la necesidad de la familia de renunciar a su casa en Londres por un departamento debido al aumento de los costos de la manutención de los grandes palacios, en parte por los impuestos en alza, pero también se hace hincapié en la responsabilidad y la carga de ser parte de una tradición de varios siglos. Además, en esta última entrega se acentúa la caída de las barreras sociales y la sensación que ha ido creciendo de que tanto los amos como los sirvientes son parte de una misma parentela cobijada por Downton Abbey en un país en el que las tradiciones y el folklore están por encima de todo y no pueden ser tomados a la ligera ni despreciados si se quiere generar un cambio social duradero. Sin embargo lo que realmente ofrecen la película y la serie a sus seguidores, convirtiéndola en uno de los grandes sucesos culturales del Siglo XXI, fue la confortable sensación de nostalgia generada por el pasado ante la incertidumbre que depara el futuro.

 

Downton Abbey: El Gran Final (Downton Abbey: The Grand Finale, Reino Unido/ Estados Unidos, 2025)

Dirección: Simon Curtis. Guión: Julian Fellowes. Elenco: Michelle Dockery, Allen Leech, Hugh Bonneville, Laura Carmichael, Jim Carter, Raquel Cassidy, Paul Copley, Brendan Coyle, Kevin Doyle, Michael Fox. Producción: Julian Fellowes, Gareth Neame y Liz Trubridge. Duración: 123 minutos.

Puntaje: 9